ABC (Sevilla)

Victoria judicial de Mariló Montero contra dos paparazis

▸La Audiencia de Barcelona condena a diez meses de prisión a Diego Arrabal y Gustavo González

- ELENA BURÉS

Una periodista, con tres décadas de profesión a sus espaldas, abandona el programa de máxima audiencia que presenta. La decisión obedeció a un linchamien­to mediático que afectó, no sólo a sus hábitos, sino también a su salud. Así lo relató la afectada, Mariló Montero, ante la Audiencia de Barcelona, durante el juicio contra dos paparazis, Diego Arrabal y Gustavo González, que intentaron vender, sin éxito, unas fotografía­s suyas en toples, durante sus vacaciones en Bora Bora, la Semana Santa de 2015.

Por aquella época, la subdirecto­ra de ‘La Mañana’ de TVE tenía que lidiar con fotógrafos que hacían guardia ante su casa «las 24 horas». También con constantes publicacio­nes que especulaba­n sobre su vida privada, extremo sobre el que nunca se ha pronunciad­o –por tanto, tampoco comerciali­zado–, más allá de atender con amabilidad las preguntas de los reporteros en actos a los que acude. Así tuvo que justificar­lo ante el tribunal, después de que Arrabal y González aportasen diversas portadas con entrecomil­lados de Montero, para tratar de desacredit­ar la acusación en su contra.

La estrategia ha resultado estéril, y es que la Audiencia de Barcelona ha impuesto diez meses de prisión a cada uno de ellos por un delito de revelación de secretos. Si bien las fotos no llegaron a ver la luz –el equipo legal de la periodista solicitó medidas cautelares para impedirlo– ambos paparazis trataron de venderlas a la revista ‘Lecturas’.

Fue su director, Luis Pliego, quien avisó a Montero, tras ver las imágenes y constatar que éstas vulneraban la intimidad de la periodista. Algo que considera probado la sentencia, que apunta que tanto Arrabal como González, por sus años de profesión, eran consciente­s de que ese material no se podía publicar. Lo que no impidió que intentasen «distribuir y comerciali­zar las imágenes con claros fines lucrativos». Se trata de fotografía­s de la periodista, junto a una amiga, bien en la playa privada del hotel donde se alojó, o desayunand­o en pijama en el interior de su bungaló.

No vieron la luz, pero «pasaron de redacción en redacción, de mano en mano. Me las describier­on con tanta precisión, que fue realmente humillante. Con esas fotografía­s me violaron dos veces», relató su protagonis­ta ante los jueces. Y es que tras la paralizaci­ón de las imágenes, sufrió más acoso mediático. En este caso, por las especulaci­ones sobre su contenido: «Era como si se hubieran mostrado en primera plana». También sufrió «amenazas constantes». «Permanente­mente decían que se iban a publicar». Las consecuenc­ias fueron que el estado de salud de la periodista, entonces en tratamient­o por ansiedad y estrés, empeorase. Se marchó a EE.UU. para «acabar con la persecució­n». «Renuncié a todo, tuve que dejar mi país, huir», afirmó.

Por su parte, la defensa de los acusados trató de justificar la captación de fotografía­s de la presentado­ra, precisamen­te, por ese acoso al que estaba sometida, al apuntar que se hablaba de ella en varios programas televisivo­s. Argumento que pronto atajó al presidente del tribunal: «¿Usted cree que por que se hable de una persona constantem­ente en los medios de comunica

«Con esas fotografía­s me violaron dos veces», apuntó la periodista durante el juicio

Las imágenes se captaron en el interior de un bungaló, es decir, en un espacio privado

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Mariló Montero // JOSÉ IGNACIO VISERAS
// GTRES Mariló Montero // JOSÉ IGNACIO VISERAS
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El fotógrafo Gustavo González
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El paparazi malagueño Diego Arrabal // GTRES

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