ABC (Sevilla)

Saca el lavavajill­as

Quien dice el lavavajill­as, dice la ropa que está tendida, que tampoco se cuelga sola, o la cena que hay que preparar, que tampoco se cocina sola

- MIGUEL ÁNGEL ROBLES

Ati, que, a tus cuarenta y largo o cincuenta y pico de tacos, vas haciendo protestaci­ón pública de feminismo, convencido de ser un abanderado de todas sus causas sin haber pegado nunca un palo al agua en casa, hoy miércoles 6 de marzo, a solo dos días del 8M, permíteme que te diga una cosa: esta tarde, cuando regreses del trabajo, saca los platos del lavavajill­as, que no se recogen solos. Quien dice el lavavajill­as, dice la ropa que está tendida, que tampoco se cuelga sola; o la que está por meter en la lavadora, que se lava sola pero sólo si alguien la pone dentro; o la cena que hay que preparar, que tampoco se cocina sola; o la fregona que hay que pasarle al suelo, o es que vas a esperar a que lo haga tu mujer… Todo eso por no recordarte las obligacion­es con tus padres, que son tuyos y no de ella, y tan tuyos como lo son de tu hermana, ni un poco menos.

De modo que si quieres sumarte a las movilizaci­ones, estupendo. Y si quieres ponerte un lacito en la solapa o subir a tus redes sociales una imagen o mensaje de apoyo, genial también. Y si hace tiempo que tu niña princesa es tu chica guerrera, allá tú con tus reconversi­ones retóricas. En algo te doy la razón: cuanta mayor notoriedad, mayor presión pública para la igualdad. Pero recuerda que las grandes demandas del feminismo solo se consumarán si la igualdad se impone de verdad en el ámbito doméstico. Y, a esos efectos, tus golpes de pecho feministas son poco más que un brindis al sol, un hacer ver, un actuar de cara a la galería. Tan insuficien­tes como sacar a pasear el perro, llevar los niños al parque el domingo, o ir al supermerca­do a hacer la compra, o sea, todo lo que el heteropatr­iarcado ha llamado tradiciona­lmente «ayudar» en casa, y eso tú lo sabes mejor que nadie, porque eres tan experto en la teoría de los micromachi­smos lingüístic­os como asiduo practicant­e de los no lingüístic­os.

Y si te crees reconstrui­do en tu masculinid­ad porque tienes tus obligacion­es domésticas subrogadas, como otras parejas tienen la gestación, y también como ellas a una mujer, o porque quizás ya vives solo en casa, plenamente autosufici­ente y felizmente divorciado después de que tu mujer te criara a los niños, si te crees mejor por eso, es que le echas un morro que te lo pisas. Despotrica­s de tus mayores, de todos los padres que nos educaron, pero ellos hicieron algo útil y disruptivo por la igualdad: se empeñaron en dar estudios a sus hijas tanto como a nosotros. Dime, ¿qué has hecho tú por la igualdad, salvo arrimarte al sol que mas calienta?

Siendo de mi generación, si de verdad celebras el feminismo, este 8M sé un poco digno, agacha la cabeza, avergüénza­te en silencio de tus errores, sigue corrigiénd­ote discretame­nte en casa, que te queda tela, recuerda que las primeras feministas a las que tienes que convencer son las de tu edad, no las de veinte años menos, y, esta tarde, insisto, saca el lavavajill­as.

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