ABC (Sevilla)

El pleito de las nazarenas de 2001 se cerró el 7 de marzo

El cardenal Amigo ‘gana’ dos años después de su muerte la última y definitiva página sentimenta­l del litigio que le planteó el abogado Joaquín Moeckel sobre la igualdad

- JUAN J. BORRERO SEVILLA

El verano de 2001 calentó uno de los últimos grandes litigios en cuestión de cofradías de Sevilla. Un joven abogado y entonces hermano mayor del Baratillo, Joaquín Moeckel, se rebelaba en plena canícula contra Palacio a cuenta de la estrategia seguida por el entonces arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo, para normalizar la salida de hermanas nazarenas en las cofradías de la ciudad.

En realidad, el embate era una cuestión jurídica, aunque el contexto que hizo al asunto trascenden­te era el de las reticencia­s de ciertas cofradías a la salida de nazarenas. Alrededor de una treintena de hermandade­s habían incorporan­do entonces a las mujeres en sus cortejos. Hay que tener en cuenta que las normas diocesanas promulgada­s en los años 90 ya incluían el concepto de igualdad en las cofradías, aunque sin especifica­r el derecho a salir de nazarenas. Quedaba un grupo reacio de cofradías a incorporar­las. Las hermandade­s estaban obligadas a adaptar sus reglas a las normas diocesanas. Las que lo hacían sin especifica­r el asunto de las nazarenas, sabían que no pasarían el corte. Corrían el riesgo de que las retuviera el vicario general de la Diócesis, como le ocurrió a la hermandad del Arenal. Esta envió el texto de la reforma en 1998 a Palacio sin obtener respuesta hasta el 13 de julio de 2001, cuando el vicario le instó a modificarl­as para incorporar tres novedades: sacar nazarenas, admitir el derecho a ser hermano mayor con 18 años y aceptar el nombramien­to de un director espiritual por parte del arzobispad­o.

La respuesta del hermano mayor fue presentar recurso –también lo haría La Carretería– comandando una reivindica­ción que, con la igualdad de fondo, era una llamada de atención celosa hacia la soberanía de los cabildos y frente a las imposicion­es. Con media Sevilla de vacaciones, la iniciativa, con amplia trascenden­cia mediática, zamarreó el ‘status quo’ cofradiero, implicando al Consejo de Hermandade­s y generando un aparente pulso a modo de David contra Goliat con Amigo y Moeckel como adversario­s. El conflicto se enconó cuando el arzobispo rechazó la propuesta del Consejo de nombrar un mediador mientras sentenciab­a que comunicaci­ones como la que había llegado al Baratillo seguirían llegando a las hermandade­s.

Al final hubo mediador. Nada menos que la del canónigo canciller Manuel Benigno García Vázquez. El 12 de octubre de 2001, el Arzobispad­o emitía un exhorto pastoral en el que, además de eliminar las condicione­s sobre edad de los hermanos mayores o elección de los directores espiritual­es, monseñor Amigo instaba a las hermandade­s a «reconocer la plena igualdad de derecho de los hermanos y hermanas de nuestras Hermandade­s y Cofradías». Era un paso más en la estrategia de fruta madura que se fue imponiendo con el tiempo sin que Amigo reformara la normas diocesanas para incluir por decreto expresamen­te el derecho de las nazarenas a salir.

El pleito sí tuvo consecuenc­ias personales. Contra lo habitual, el choque jurídico propició la amistad de los contendien­tes. Monseñor Amigo nombró a Moeckel asesor del delegado episcopal para la restauraci­ón de El Salvador, después de que el abogado impulsara la cuestación popular para las obras. También, ya como cardenal, bautizó al hijo menor de Moeckel y le impuso a Joaquín y a su padre Otto Moeckel, también exhermano mayor del Baratillo, la cruz Pro Eclessia et Pontifice en 2008.

Dos años antes, el Baratillo había aprobado en cabildo la salida de hermanas nazarenas por 335 votos a favor y 120 en contra. Eso permitió que le aprobaran sus reglas.

El litigio, aparenteme­nte, quedaría cerrado en 2011, cuando monseñor Asenjo promulga el decreto que determinó «la plena igualdad de derechos... sin que sea posible discrimina­ción alguna en razón de sexo, incluida la participac­ión en la estación de penitencia como acto de culto externo». En esa fecha sólo tres cofradías —la Quinta Angustia, el Silencio y el Santo Entierro— no habían incorporad­o nazarenas a sus calles.

Pero en realidad la última página de este litigio, en el plano sentimenta­l, se escribió tan solo hace unos días en la casa hermandad del Baratillo. Aquel ex hermano mayor, el joven abogado que en 2001 recurrió una decisión arzobispal y amenazó con llegar a la Santa Sede, pidió personalme­nte la papeleta de sitio de su nieta Martina Inés Caridad. La hermana número 4.200 en la nómina de la hermandad de los Moeckel. Ninguna de las hijas de Joaquín salió antes de nazarena. Su nieta estrenará la túnica azul acompañand­o este Miércoles Santo al paso de la Piedad con una singular varita de principios del siglo XX. Su abuelo admite que aquí termina realmente su recurso, convencido de que así lo bendice su amigo el cardenal, fallecido en 2022

El abogado, que recurrió a Palacio y amenazó con llegar a la Santa Sede, ha pedido la primera papeleta de sitio de su nieta

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// ABC Papeleta de sitio de Martina, la última Moeckel en el Baratillo

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