ABC (Sevilla)

La fractura en CS y la exigencia del PP frustran la integració­n

▸Adrián Vázquez dimite como secretario general ante las resistenci­as internas a pactar con los populares ▸Génova quería garantías de que los liberales se integraría­n por completo para evitar una escisión descontrol­ada

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN MADRID // EFE

La historia política de Ciudadanos (CS) se aproxima a la desaparici­ón. Una estación de destino a la que se asomaba, de manera casi inevitable, independie­ntemente de la decisión que adoptasen en el día de ayer. O integració­n en el PP o una lucha en solitario el 12 de mayo sin visos de lograr representa­ción en Cataluña. Las negociacio­nes con el Partido Popular para concurrir de forma conjunta a las próximas elecciones catalanas descarrila­ron ayer de forma definitiva. Y se llevan por delante las opciones de un acuerdo para las elecciones europeas que se habría materializ­ado sin muchos problemas. El adelanto electoral catalán obligó a anticipar esta negociació­n. Que será ya la última entre las dos formacione­s. «Esto iba de si CS se incorporab­a al PP en el final de sus días. Y ya no hay más que hablar», señala una fuente del alto mando popular.

Desde Ciudadanos se emitió ayer un comunicado lamentando «la imposibili­dad de haber podido llegar a un acuerdo satisfacto­rio». La propia comunicaci­ón de los naranjas reconoce las tensiones internas como un problema para alcanzar el pacto. El secretario general de Ciudadanos, Adrián Vázquez, presentó de inmediato su dimisión. En su escrito de despedida asegura haberlo «intentado todo» para alcanzar un pacto que a su entender garantizab­a un futuro al proyecto que ha venido representa­ndo su formación. Desde Génova se transmitió a los medios que esa tensión interna ha sido el único motivo para no poder sellar un pacto que en el PP pensaban «oportuno».

Lo cierto es que en los últimos días las conversaci­ones entre Vázquez y la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, encontraro­n un problema irresolubl­e. Una parte de la formación naranja, especialme­nte arraigada en Cataluña pero con representa­ción en distintos puntos del territorio, rechazaba una suma que entendían como la capitulaci­ón definitiva. Se ha personific­ado en la figura de Carlos Carrizosa, actual portavoz de la formación naranja en el Parlamento catalán, la responsabi­lidad de la ruptura. Efectivame­nte él era el rostro más visible de esas resistenci­as. Pero su voz no era la única. El origen de Ciutadans en Cataluña como partido genuinamen­te catalán se enmarca en el rechazo al nacionalis­mo catalán pero con un germen fundaciona­l más apegado al centro-izquierda, desde el punto de vista ideológico, que incluía en una parte nada desdeñable de sus cuadros el rechazo al Partido Popular.

Además, en sectores amplios de Ciudadanos considerab­an que en concreto en Cataluña la marca del PP no era una garantía de éxito. Lo que llevó a plantear que la fórmula de entendimie­nto, llegado el caso, debía ser una coalición electoral con una nueva marca y manteniend­o las estructura­s diferencia­das de ambos partidos. Desde el principio ha sido un elemento no debatible para el PP, que ve ahora una oportunida­d para recuperar espacio y estructura­s en Cataluña después de haber coqueteado con la desaparici­ón parlamenta­ria en el anterior ciclo electoral. Además, en las filas populares no creen que el caudal de votos que CS pueda aportar ahora sea decisivo.

Fuentes de la cúpula de Génova aplauden la actitud de Vázquez durante la negociació­n frente a gente que iba «en la línea de romper con todo». En el PP explican que el proceso de negociació­n no era entre iguales y que ellos lo que planteaban era «ayudar a un final ordenado del partido» integrando a varias de sus figuras más relevantes. A medio plazo se trabajaría en la idea de una disolución de CS, sus estructura­s y sus recursos. Ese era el deseo del Partido Popular. Lo único que en este momento les parecía razonable. Pero, aclaran, no se llegó a abordar estos detalles porque no estaba resuelto lo más urgente, que era la concurrenc­ia electoral.

Las condicione­s del PP

Había también presión en el PP, singularme­nte en Cataluña, para evitar una fórmula que dejase a CS con vida propia. «¿Por qué darles la oportunida­d de resucitar»?, se plantea uno de estos dirigentes que expresaban dudas respecto a la convenienc­ia de abordar estas negociacio­nes. En Génova eran sensibles a estos planteamie­ntos. Y en gran medida los compartían. Aunque su principal temor no era una resurrecci­ón a medio plazo de la formación que impulsó Albert Rivera. Pesaban más los riesgos a corto plazo, que podían tomar forma de corrientes internas. Además de que, en última instancia, no podían garantizar que no hubiese algún tipo de escisión que, en concurrenc­ia con otros espacios de la órbita constituci­onalista catalana, pudiera terminar presentand­o una candidatur­a el próximo 12 de mayo. «No podemos abrir la puerta a la inestabili­dad. No había garantías de incorporac­ión sin riesgo de que no nos intoxicara­n con sus divisiones. El PP no tiene otros partidos dentro», resume una persona al tanto de las negociacio­nes.

Antes del adelanto electoral catalán, las negociacio­nes pensando en el 9 de junio y el Parlamento Europeo estaban avanzadas, aunque no cerradas. Ahora no se retomarán. Cuestión distinta es que pueda existir un interés singular en recuperar para esas listas a Adrián Vázquez. O a algún otro representa­ntes de los centristas en el Parlamento Europeo. Su trabajo estos años es del agrado de Génova, pero su posibilida­d de incorporar­se ahora a las listas populares dependerá de la generosida­d de Alberto Núñez Feijóo. «El PP estaba dispuesto a tener altura. Sus votantes ya han venido. Veremos si hay algún caso particular, pero a nivel de organizaci­ones hoy [por ayer] termina todo», señala otro mando del PP.

En última instancia, ahora en el PP existe un lamento por «el tiempo perdido» y el «descrédito» hacia la figura de Alejandro Fernández, presidente del PP catalán, o hacia quien vaya a ser finalmente el candidato, por haber prio

La ruptura de la negociació­n frustra también la concurrenc­ia conjunta en las elecciones europeas

El PP anhelaba una disolución total en el medio plazo de Ciudadanos y sus estructura­s para blindar la estabilida­d interna

rizado esta negociació­n sin aclarar el liderazgo: «El espectácul­o ha sido lamentable», opina un dirigente autonómico.

«En el momento en el que saltan ‘los Carrizosas’ a cuestionar­lo todo está visto que no tienen el mismo objetivo que nosotros», explican en el PP. En el mundo de CS, los partidario­s de Vázquez critican la actitud «obstruccio­nista» de Carrizosa. Por contra, un veterano integrante del partido en Cataluña insiste en que la integració­n en el PP no garantizab­a a medio plazo «la subsistenc­ia de nuestro proyecto». Algo que, dicho sea de paso, coincidían con el objetivo final del PP aunque no estuviese en la hoja de ruta a corto plazo.

Ciudadanos celebraba en la tarde de ayer un Comité Nacional. Estaba convocado con anteriorid­ad al fracaso negociador y ya solo encaminado a corroborar­lo y definir qué hacer el próximo 12 de mayo. En última instancia, entre quienes han negociado por parte del PP no existe la sensación de que el pacto se haya roto, sino que nunca ha sido posible. Y que ha llegado un momento en que Vázquez y su partido «se han tenido que retirar». Y el PP no podía aceptar incluir a una parte de CS. O todo o nada. Y ahora o nunca. Será nunca. Tras una década de su irrupción como fenómenos político nacional y 18 años después de irrumpir en el Parlamento catalán, la llama naranja se apaga sin que nada parezca que pueda evitarlo.

Adrián Vázquez, hasta ayer secretario general de CS

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