La fractura en CS y la exigencia del PP frustran la integración
▸Adrián Vázquez dimite como secretario general ante las resistencias internas a pactar con los populares ▸Génova quería garantías de que los liberales se integrarían por completo para evitar una escisión descontrolada
La historia política de Ciudadanos (CS) se aproxima a la desaparición. Una estación de destino a la que se asomaba, de manera casi inevitable, independientemente de la decisión que adoptasen en el día de ayer. O integración en el PP o una lucha en solitario el 12 de mayo sin visos de lograr representación en Cataluña. Las negociaciones con el Partido Popular para concurrir de forma conjunta a las próximas elecciones catalanas descarrilaron ayer de forma definitiva. Y se llevan por delante las opciones de un acuerdo para las elecciones europeas que se habría materializado sin muchos problemas. El adelanto electoral catalán obligó a anticipar esta negociación. Que será ya la última entre las dos formaciones. «Esto iba de si CS se incorporaba al PP en el final de sus días. Y ya no hay más que hablar», señala una fuente del alto mando popular.
Desde Ciudadanos se emitió ayer un comunicado lamentando «la imposibilidad de haber podido llegar a un acuerdo satisfactorio». La propia comunicación de los naranjas reconoce las tensiones internas como un problema para alcanzar el pacto. El secretario general de Ciudadanos, Adrián Vázquez, presentó de inmediato su dimisión. En su escrito de despedida asegura haberlo «intentado todo» para alcanzar un pacto que a su entender garantizaba un futuro al proyecto que ha venido representando su formación. Desde Génova se transmitió a los medios que esa tensión interna ha sido el único motivo para no poder sellar un pacto que en el PP pensaban «oportuno».
Lo cierto es que en los últimos días las conversaciones entre Vázquez y la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, encontraron un problema irresoluble. Una parte de la formación naranja, especialmente arraigada en Cataluña pero con representación en distintos puntos del territorio, rechazaba una suma que entendían como la capitulación definitiva. Se ha personificado en la figura de Carlos Carrizosa, actual portavoz de la formación naranja en el Parlamento catalán, la responsabilidad de la ruptura. Efectivamente él era el rostro más visible de esas resistencias. Pero su voz no era la única. El origen de Ciutadans en Cataluña como partido genuinamente catalán se enmarca en el rechazo al nacionalismo catalán pero con un germen fundacional más apegado al centro-izquierda, desde el punto de vista ideológico, que incluía en una parte nada desdeñable de sus cuadros el rechazo al Partido Popular.
Además, en sectores amplios de Ciudadanos consideraban que en concreto en Cataluña la marca del PP no era una garantía de éxito. Lo que llevó a plantear que la fórmula de entendimiento, llegado el caso, debía ser una coalición electoral con una nueva marca y manteniendo las estructuras diferenciadas de ambos partidos. Desde el principio ha sido un elemento no debatible para el PP, que ve ahora una oportunidad para recuperar espacio y estructuras en Cataluña después de haber coqueteado con la desaparición parlamentaria en el anterior ciclo electoral. Además, en las filas populares no creen que el caudal de votos que CS pueda aportar ahora sea decisivo.
Fuentes de la cúpula de Génova aplauden la actitud de Vázquez durante la negociación frente a gente que iba «en la línea de romper con todo». En el PP explican que el proceso de negociación no era entre iguales y que ellos lo que planteaban era «ayudar a un final ordenado del partido» integrando a varias de sus figuras más relevantes. A medio plazo se trabajaría en la idea de una disolución de CS, sus estructuras y sus recursos. Ese era el deseo del Partido Popular. Lo único que en este momento les parecía razonable. Pero, aclaran, no se llegó a abordar estos detalles porque no estaba resuelto lo más urgente, que era la concurrencia electoral.
Las condiciones del PP
Había también presión en el PP, singularmente en Cataluña, para evitar una fórmula que dejase a CS con vida propia. «¿Por qué darles la oportunidad de resucitar»?, se plantea uno de estos dirigentes que expresaban dudas respecto a la conveniencia de abordar estas negociaciones. En Génova eran sensibles a estos planteamientos. Y en gran medida los compartían. Aunque su principal temor no era una resurrección a medio plazo de la formación que impulsó Albert Rivera. Pesaban más los riesgos a corto plazo, que podían tomar forma de corrientes internas. Además de que, en última instancia, no podían garantizar que no hubiese algún tipo de escisión que, en concurrencia con otros espacios de la órbita constitucionalista catalana, pudiera terminar presentando una candidatura el próximo 12 de mayo. «No podemos abrir la puerta a la inestabilidad. No había garantías de incorporación sin riesgo de que no nos intoxicaran con sus divisiones. El PP no tiene otros partidos dentro», resume una persona al tanto de las negociaciones.
Antes del adelanto electoral catalán, las negociaciones pensando en el 9 de junio y el Parlamento Europeo estaban avanzadas, aunque no cerradas. Ahora no se retomarán. Cuestión distinta es que pueda existir un interés singular en recuperar para esas listas a Adrián Vázquez. O a algún otro representantes de los centristas en el Parlamento Europeo. Su trabajo estos años es del agrado de Génova, pero su posibilidad de incorporarse ahora a las listas populares dependerá de la generosidad de Alberto Núñez Feijóo. «El PP estaba dispuesto a tener altura. Sus votantes ya han venido. Veremos si hay algún caso particular, pero a nivel de organizaciones hoy [por ayer] termina todo», señala otro mando del PP.
En última instancia, ahora en el PP existe un lamento por «el tiempo perdido» y el «descrédito» hacia la figura de Alejandro Fernández, presidente del PP catalán, o hacia quien vaya a ser finalmente el candidato, por haber prio
La ruptura de la negociación frustra también la concurrencia conjunta en las elecciones europeas
El PP anhelaba una disolución total en el medio plazo de Ciudadanos y sus estructuras para blindar la estabilidad interna
rizado esta negociación sin aclarar el liderazgo: «El espectáculo ha sido lamentable», opina un dirigente autonómico.
«En el momento en el que saltan ‘los Carrizosas’ a cuestionarlo todo está visto que no tienen el mismo objetivo que nosotros», explican en el PP. En el mundo de CS, los partidarios de Vázquez critican la actitud «obstruccionista» de Carrizosa. Por contra, un veterano integrante del partido en Cataluña insiste en que la integración en el PP no garantizaba a medio plazo «la subsistencia de nuestro proyecto». Algo que, dicho sea de paso, coincidían con el objetivo final del PP aunque no estuviese en la hoja de ruta a corto plazo.
Ciudadanos celebraba en la tarde de ayer un Comité Nacional. Estaba convocado con anterioridad al fracaso negociador y ya solo encaminado a corroborarlo y definir qué hacer el próximo 12 de mayo. En última instancia, entre quienes han negociado por parte del PP no existe la sensación de que el pacto se haya roto, sino que nunca ha sido posible. Y que ha llegado un momento en que Vázquez y su partido «se han tenido que retirar». Y el PP no podía aceptar incluir a una parte de CS. O todo o nada. Y ahora o nunca. Será nunca. Tras una década de su irrupción como fenómenos político nacional y 18 años después de irrumpir en el Parlamento catalán, la llama naranja se apaga sin que nada parezca que pueda evitarlo.
Adrián Vázquez, hasta ayer secretario general de CS