Lo que no es la Semana Santa
«España es de cultura católica más que de religión católica»
Hace tiempo un arzobispo de una diócesis del sur me confesó que no tenía otro antídoto más eficaz contra el avance del islam y la secularización que el de la religiosidad popular que, en gran parte, está en manos de las Hermandades y Cofradías. El nuncio de Su Santidad en España, monseñor Bernardito Cleopas Auza, alertó esta semana del peligro de convertir la Semana Santa en un espectáculo teatral desarraigándola de su humus espiritual. «España es de cultura católica, más que de religión católica», dijo, y lamentó cómo «reducir las prácticas de la Semana Santa a manifestaciones turísticas implica la quiebra del patrimonio espiritual y el abandono de valiosas instituciones».
Para hacernos una idea de las dimensiones de la Semana Santa en España hay 14.247 Hermandades y Cofradías, de las cuales 5. 020 están inscritas en el Registro de Entidades religiosas. Organizan 16.834 procesiones y actos de culto, con 22.768 imágenes. La Memoria de actividades de la Iglesia católica ofrece el número no muy preciso de «más de 1.000.000 de cofrades». 169 fiestas de Semana Santa han sido declaradas de interés turístico.
El jesuita Daniel Cuesta Gómez, uno de los grandes especialistas en esta materia, afirma que durante los años sesenta y setenta la religiosidad popular fue objeto del desprecio, además de sufrir un proceso de deslegitimación crítica al considerarla síntoma de una fe inmadura. El Papa Francisco, en su exhortación ‘Evangelii Gaudium’, señala que la religiosidad popular es un «lugar teológico al que debemos prestar atención, particularmente a la hora de pensar la nueva evangelización».
El universo cofrade mantiene altos niveles de autonomía eclesial, con frecuentes conflictos con la jerarquía, y con procesos de pertenencia complejos por el contraste entre la forma de vida de algunos cofrades y las exigencias de pertenencia. Su implicación en la vida de la Iglesia parece más temporal que permanente, aunque no se destaca suficientemente la dimensión social y caritativa de las Cofradías. No se puede obviar la relevancia de este fenómeno en un mundo que necesita de la presencia pública de la fe con expresiones artísticas y estéticas.