ABC (Sevilla)

De los préstamos y las lavadoras a convertirs­e en magnate inmobiliar­io

▸ Se hizo a sí mismo y amasó una fortuna como prestamist­a sin salir de su barrio

- E. BARBA

La fecunda historia de Manuel Ruiz de Lopera no es sólo un amplio anecdotari­o ni un cúmulo de frases célebres de un presidente del Betis sino también el relato de un hombre que se hizo a sí mismo con un claro impulso desde muy joven: ganar todo el dinero posible. Lo logró, sin duda, aunque siempre bajo la sombra de muchas dudas en torno a la ‘limpieza’ y la ética de sus gestiones y negocios. Muchos de quienes tenían que tratar con él no dudaron en tildarlo de tiburón, en sentido positivo, pero también de persona con escasos escrúpulos y capaz de lo que fuera para conseguir sus objetivos empresaria­les.

Nació en el barrio sevillano del Fontanal en 1944 y allí ha estado viviendo hasta el final de sus días, en la calle Jabugo, donde terminó comprando toda la manzana en la que se ubica su domicilio y donde terminó llevándose las propias oficinas del club y el centro de operacione­s bético para los fichajes o los contratos de jugadores y técnicos. Convirtió su casa en la sede central de la entidad verdiblanc­a. Todo lo hizo con el barrio como epicentro.

Empezó a moverse a finales de los años 50 con la venta de electrodom­ésticos. Primero de pequeña escala y luego los conocidos como de gama marrón, pasando de las batidoras y los tostadores a las lavadoras y los frigorífic­os con su compañía Frigimuebl­e. En esa etapa puso en marcha el pago a plazos, algo entonces totalmente novedoso en España. De este modo, terminó convirtién­dose en prestamist­a, lo que siempre se había conocido como ‘ditero’, al negociar con ‘ditas’, pequeñas cantidades que se acordaban de palabra entre el cliente y él. Mediante ese método empezó a ganar grandes cantidades de dinero y cuentan que consiguió tener en el banco un millón de las antiguas pesetas siendo aún un chaval. A mediados de los años 70 se paseaba por Sevilla en un Mercedes 450 SEL, el Coche Europeo del Año 74.

Del ‘Lete’ empezó a convertirs­e en ‘Don Manuel’. Otros relatan que también prestaba dinero a gente que necesitaba ayuda, aunque a cambio había que firmarle un documento por el que si se incumplía el plazo acordado, Lopera se quedaba con la casa del ‘auxiliado’. Esa leyenda negra siempre le acompañó, aunque más rodeada de elementos míticos que de realidades tangibles o documentac­ión que llegase a un juzgado. Deambuló una temporada, incluso, por las loterías de barrio y fue creando su propio circuito de ingresos a corto plazo a partir de las economías domésticas. Con el dinero de los electrodom­ésticos constituyó varias sociedades inmobiliar­ias dedicadas a la compravent­a, préstamos e inversione­s inmobiliar­ias: Tegasa, Farusa, Incecosa...

Con enorme habilidad y algunas inversione­s arriesgada­s, el pujante empresario fue derivando el dinero que lograba en la compra de esos bienes inmobiliar­ios, sobre todo suelo o naves industrial­es. En el polígono Navisa, por ejemplo, un nutrido grupo de esas instalacio­nes es de su propiedad. Conforme fue amasando su fortuna fue poniendo el punto de mira en otras latitudes, esencialme­nte en Madrid, donde ha tenido oficinas en las que ha trabajado él mismo y muchas otras alquiladas. Hasta edificios enteros. Otra de las ‘leyendas’ apuntaba que el edificio del 13 de la calle Génova, la sede nacional del PP, era de Ruiz de Lopera, aunque jamás tuvo sustento esa teoría. De hecho, era totalmente falso. De una manera u otra, el que fuera presidente del Betis ha vivido siempre de las rentas, sin grandes negocios ‘productivo­s’ sino de los réditos que daban los alquileres, la propiedad inmobiliar­ia. Fue acumulando dinero a base de préstamos que terminó convirtien­do en activos reales y en el sustento de su ingente fortuna, con la que dio el salto al mundo del fútbol para ganar una notoriedad social de la que carecía.

Nadie se ha atrevido a calcular la fortuna de Manuel Ruiz de Lopera, amasadas en sociedades junto a algunos antiguos responsabl­es de entidades bancarias o empresas en crisis. Entre sus cientos de inmuebles, solares y terrenos ha sido dueño de la Inmobiliar­ia Centro Colón, S.A. (Incecosa), propietari­a a su vez de las torres gemelas de la madrileña Plaza de Colón y del Centro Colón, en otro tiempo sede de Rumasa. Un verdadero imperio tanto en la capital andaluza como en la española.Así llegó a ser un auténtico millonario con una mansión de magnate en su propia casa del Fontanal. En esa manzana rodeada de casas modestas, miles de metros cuadrados de jardín y en medio su propio teatro, un magnífico salón en el que actuaban en privado, cuando él o su esposa cumplían años, Rocío Jurado, Manolo Escobar o Juanito Valderrama. Era un gran aficionado a la copla. Invitaba a sus familiares y en ese teatro de 60 butacas disfrutaba­n de la sesión privada. A todos los que podía, les pagaba de su bolsillo. Nunca ocultó esa ostentació­n, más bien al contrario, aunque siempre fue un empresario atípico, con un toque provincian­o y añejo que lo convirtió en todo un personaje.

Compró toda la manzana de su domicilio, adonde terminó llevándose las oficinas del Betis y el centro de operacione­s del club

Del ‘Lete’ empezó a convertirs­e en ‘Don Manuel’, con enorme habilidad y algunas inversione­s arriesgada­s

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Manuel Ruiz de Lopera, en una imagen de archivo // DÍAZ JAPÓN
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