El Arco de la Villa, puerta hacia la historia de Utrera

Cada Jueves Santo, la hermandad de La Trinidad consigue la proeza que significa atravesar esta antigua puerta de la muralla

Como ocurre con las grandes historias, existe toda una mística en torno a uno de los momentos con más sabor de la Semana Santa de Utrera. No es ni mucho menos una tradición centenaria, que pierda sus orígenes en la noche de los tiempos, apenas tiene medio siglo de vida, pero en las últimas décadas se ha convertido casi sin género de dudas en el instante que mayor número de personas concentra de toda la Semana Santa.

Se trata del momento en el que la hermandad de La Trinidad, con sus dos pasos, el Cristo de los Afligidos y la Virgen de los Desamparados, atraviesa el umbral que representa el Arco de la Villa, la única de las antiguas puertas de la muralla de Utrera que sigue en pie, y que servía para entrar o salir de la ciudad. Es una puerta de dimensiones reducidas, donde ciertamente supone un reto que pueda pasar por allí un paso de Semana Santa, sobre todo un paso de palio, pero la realidad es que el ‘ milagro’ se obra cada Jueves Santo.

La mayoría de las versiones nos llevan hasta el último tramo de la década de los setenta. El responsable de este atrevimiento fue José Luis Escala, un emblemático capataz que un buen día observó como un camión de reparto de mercancías pasó por el arco y se quedó medio atrancado a causa de las estrecheces. Esta simple anécdota le llevó a comentarlo con su cuadrilla, a comenzar a ensayar casi lo imposible y a instaurar esta tradición en el año 1977. Desde entonces, a excepción de los momentos en los que la hermandad no ha podido salir a causa de la lluvia, La Trinidad no ha faltado ni un año a esta cita.

Un momento que suele llegar en torno a las 19.30 horas del Jueves Santo y en el que no cabe ni un alfiler en todo el entorno, ya que son miles los utreranos que se apostan en las zonas aledañas para poder ver esta maniobra, que además termina con un momento muy emotivo también a las puertas de la iglesia de Los Dolores del convento de las Hermanas de la Cruz, que se ubica a pocos metros del propio Arco de la Villa.

Momento crucial

Una maniobra que requiere de una alta especialización por parte de las cuadrillas de costaleros y también de por qué no decirlo, de una cierta innovación tecnológica a la hora de preparar los elementos del paso para que quepan en el Arco, que ha ido evolucionando de una manera realmente importante a lo largo de las últimas décadas. Los dos pasos, principalmente el de la Virgen, necesitan que parte de la cuadrilla se quede en la parte de fuera, ayudando a los compañeros que prácticamente arrastrándose por el suelo, se encargan de conseguir lo imposible desde dentro del paso.

El paso de la Virgen de los Desamparados está dirigido desde el año 2000 por un emblemático capataz, se llama Curro Sánchez Noriega, es cocinero y profesor de cocina, famoso por ser uno de los fundadores de Besana Tapas, un proyecto gastronómico que puso a Utrera en el mapa en este sector. Curro lleva más de media vida como capataz de este paso y es una persona estrechamente vinculada a la hermandad de La Trinidad, que ha sido su casa desde su más tierna infancia.

«El Arco es algo con lo que he tenido la suerte de convivir desde muy pequeño, es algo muy cercano para mí y es posible que haya momentos de nuestro recorrido, como puede ser la entrada o la salida de la capilla, que incluso me generan más nervios que el propio arco», cuenta el utrerano.

Y todo ello, porque a lo largo de los casi cincuenta años que se lleva ejecutando esta complicada prueba, Curro cuenta que «es algo que ha evolucionado mucho y siguiendo el legado de Antoñín Lobato desde el año 1994, se puede decir que se ha profesionalizado. Es decir, hoy en día estudiamos minuciosamente todos los elementos que influyen en este momento y nos preocupamos más para hacerlo lo mejor posible».

Como ocurre en muchas ocasiones con este tipo de tradiciones, los cofrades en Utrera están divididos en relación a esta maniobra. Los hay que la entienden como fundamental en la Semana Santa y también hay gente a la que no termina de convencerle. Curro lo tiene más que claro y asegura que «jamás lo quitaría de la hermandad, es un sello nues

tro».