ABC (Sevilla)

De adentro

Pensamos poco en las víctimas, a veces me quiero tirar a las vías del tren por poderes y por solidarida­d con una mujer

- ROSA BELMONTE

ME pinchan y no sangro, que diría Ayuso. A Quique Sánchez Flores también lo insultan en los estadios. Como a cualquier entrenador, solo que a Quique lo llaman gitano. Como si ser de los Flores de toda la vida no fuera más distinguid­o que ser de las Pombo de toda la vida (sean quienes sean). O de los Medinaceli. Da igual, pero si sacas el gitanómetr­o para un hijo de Carmen Flores e Isidro Sánchez encuentras medio lunar. Otra cosa son sus primas Lolita y Rosario (por parte de padre). «Yo soy gitana de adentro», decía Lola. Su padre era payo y su madre tenía orígenes gitanos.

Escribía ayer Peláez de la mala educación que hay detrás de los gritos racistas. En los ejemplos que dio faltó un favorito suyo y mío: cruzar por una procesión.

Las historieta­s de taxis y trenes son una ordinariez. Pero voy a tirar de la vulgaridad y redoblarla. Tuve la suerte de que Renfe me adjudicara un asiento enfrentado, siendo los otros tres ocupados por un matrimonio (supongo) y su hijo. Un adolescent­e feo, con granos y que sonreía menos que Pepa Millán de Vox. Como para llevar en alto ‘ Compuesta y sin novio’ (cantada por María Barranco o por Juana Reina). Mientras yo veía el documental ‘Louis C.K.: Perdón (o no)’, en Movistar +, el hombre, que estaba enfrente de mí, pidió algo a su mujer, sentada a mi lado. En el documental, que es una castaña, alguien decía que Louis C.K. era asqueroso. Recordaré que su pecado sexual era masturbars­e delante de mujeres a las que previament­e había pedido permiso. Un tío marrano. Imagínate, un tío calvo, pelirrojo, lechoso y con perilla que se hace una paja delante de ti. Yo no sé qué habría dicho o hecho. Pero no me habría gustado. Pues había alguien recordando lo asqueroso que era el cómico americano con sus costumbres mientras el tío de enfrente se hurgaba los dientes con un palillo, que era lo que había pedido a su mujer. Poniéndose la otra mano delante, pero a mí como si el pelirrojo se la coge con un guante de seda. Y cuando el tío acaba sus prospeccio­nes, ¡va y le devuelve el palillo a su mujer! El palillo pasó por mí en diagonal. Pensé si sería de plata o algo así, no un vulgar palillo de un solo uso. Como parece que no se quedó contento, al rato volvió a pedir el palillo. Y entonces vi que era un palillo de bar con su plástico individual. A ver por qué puedo quejarme de un tío marrano como Louis C.K. y no del tío marrano del tren. Aunque sentí tanta pena por esa señora que le proporcion­aba y le retiraba el palillo a través de la mesa… Es verdad, pensamos poco en las víctimas. Me quería tirar a las vías del tren por poderes. Por solidarida­d con esa mujer.

Una vez Lola Flores se peleó con El Pescaílla. No sé si se fue de su casa, pero Lola dijo una de sus legendaria­s frases: «Se me ha escapao un gitano». Que no es lo mismo que se le escape a alguien detrás del banquillo.

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