José Andrés pide a Israel que «deje de matar civiles y empleados humanitarios»
▸ La lista de trabajadores de oenegés muertos por ataques israelíes en estos seis meses se eleva a 196
Los cuerpos de los seis trabajadores extranjeros de World Central Kitchen (WCK) llegaron a Egipto a través del paso de Rafah para ser repatriados a sus países de origen. 24 horas después de que un dron israelí disparara de forma consecutiva tres misiles contra tres vehículos de la organización del chef José Andrés, el Ejército explicó que se trató de «un error que siguió a una identificación errónea, de noche, durante una guerra, en condiciones muy complejas. No debería haber sucedido». El célebre cocinero, desolado por las pérdidas en su equipo, arremetió contra Israel en un artículo de opinión enviado al principal diario del país en el que pidió al Estado judío que «deje de matar civiles y trabajadores humanitarios».
El informe preliminar de la investigación lo presentó el jefe del Ejército, Herzi Halevi, quien insistió en que el ataque «no se llevó a cabo con la intención de dañar a los trabajadores humanitarios de WCK». Halevi alabó el trabajo de la organización humanitaria y aseguró que para ellos «es muy importante la llegada de ayuda humanitaria» y que seguirán trabajando para «facilitar este esfuerzo vital». Las palabras contrastan con los hechos porque Israel desoye a la comunidad internacional y se niega a abrir los pasos terrestres y un día más negó el acceso de camiones de Unrwa con comida al norte de Gaza, la zona más castigada por la hambruna.
José Andrés escribió un artículo en ‘Yedioth Ahronot’ en el que agradeció la apertura de una investigación, pero señaló que «debe empezar desde lo más alto hasta la base». El chef español piensa que «Israel es mejor que la forma en que se libra esta guerra. Es mejor que bloquear el suministro de alimentos y medicinas a los civiles.
Es mejor que matar a los trabajadores humanitarios que coordinaron sus movimientos con el ejército». El responsable de WCK criticó al Gobierno israelí y dijo que «necesita abrir rutas terrestres para alimentos y medicinas hoy. Tiene que dejar de matar a civiles y trabajadores humanitarios hoy. Necesita comenzar hoy el largo camino hacia la paz». Duras palabras contra unas autoridades ajenas a la presión internacional y ocupadas en la planificación del asalto sobre Rafah.
Críticas a la estrategia
Los misiles de Israel mataron a siete trabajadores de WCK, seis extranjeros y uno palestino, y la lista de trabajadores humanitarios muertos por ataques israelíes en estos seis meses se eleva a 196, de ellos 175 pertenecían a la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (Unrwa). António Guterres, secretario general de la ONU, calificó el dato de «excesivo».
Lo sucedido el lunes con WCK reabrió el debate sobre las normas de enfrentamiento del Ejército en la Franja y surgieron nuevas voces críticas que contra «la cultura en la que los soldados disparan primero y hacen preguntas después», en opinión de un alto funcionario israelí que habló de manera anónima para ‘The Times of Israel’. Estas mismas fuentes señalaron que «los soldados están operando bajo una inmensa presión en condiciones muy difíciles en las que Hamás se integra entre la población civil, pero las reglas de enfrentamiento están diseñadas para ayudar a lidiar con esas condiciones, y con demasiada frecuencia se ignoran».
¿Cómo fue posible el ataque contra WCK? Esta es la pregunta sin respuesta, ya que se trataba de una operación coordinada con el Ejército. Los militares tenían todos los detalles necesarios y, sin embargo, abrieron fuego en tres ocasiones en un lugar en el que no había riesgo alguno para sus tropas. Hay demasiadas preguntas sin respuesta por parte de los militares en Israel desde el 7 de octubre, fecha de un ataque de Hamás sobre el que tampoco han dado explicaciones. Medios como el portal israelí +972 revelaron el uso en esta guerra de una aplicación de Inteligencia Artificial (AA) llamada ‘Lavender’ que ha servido para marcar a decenas de miles de habitantes de Gaza como sospechosos y dirigir los bombardeos contra ellos, «con apenas supervisión humana (…) y una política permisiva en cuanto a bajas».