El legado en peligro de la Exposición de 1929
POR LUIS FERNANDO. GÓMEZ-STERN / JAVIER QUERALTÓ / JOSÉ J. FERRARI El centenario de la Exposición Iberoamericana y el modelo de ciudad. ¿Habrá algo que celebrar?
Quedan cinco años para que se cumplan 100 de la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla. El acontecimiento supuso para la ciudad el punto de arranque de su transformación e incorporación al circuito europeo de ciudades universales del siglo XX. La excelencia urbanística del ensanche y su feliz consecuencia en la configuración urbana y simbólica de Sevilla, es hoy mundialmente reconocida en el campo del urbanismo, la cultura y el del turismo. En su ámbito se inscriben piezas tan notorias como el Parque de María Luisa, las plazas de España y América, pabellones, el paseo de Las Delicias, el paseo de La Palmera o Heliópolis, con las que los sevillanos se identifican y aprecian como propias de su historia e identidad.
Como en la parábola de los talentos, poco habría que celebrar si lo que se hubiera conseguido en estos casi 100 años, fuese sólo mantener en buenas condiciones el legado de 1929. Pero ni siquiera eso se ha logrado, o al menos no suficientemente.
Se echaría de menos por otro lado haberlo desarrollado, ampliado y adaptado a las condiciones de la vida actual, nuevos usos de las edificaciones, masificación turística, explosión del tráfico o nuevos requerimientos de movilidad. Faltaría adecuarlo a las transformaciones del entorno y consecuentemente articular sus relaciones y conexiones recíprocas. En definitiva, no se ha abordado su modernización, evolución y crecimiento equilibrado, respetando y aprovechando aquellos valores de partida que permanecen, porque la tradición no se opone al progreso. Lo que se ha realizado contraviene cualquiera de esos objetivos —pasen y vean La Palmera—, el modelo ha degenerado dilapidando su potencial. Y es que bien o mal siempre se actuó a parches, abordando problemas aislados que provocaban otros desarreglos, sin una visión conjunta a mayor plazo y extensión.
La «falta de modelo de ciudad» —esa sentencia fatal que los políticos usan como arma arrojadiza frente al contrincante—, es lo que se ha de adjudicar sin excepción a todos los protagonistas del urbanismo sevillano del siglo XXI. Ha faltado y falta un modelo o Plan para el territorio de la Exposición del 29.
Diez actuaciones, algunas en marcha, otras posibles para un futuro próximo o problemas urbanísticos latentes, acechan a lo que fue el recinto de la Expo del 29:
1. Arbolado y Jardinería públicos y privados.
2. Turismo.
3. Conservación del Patrimonio construido.
4. Desembarco de la pasarela de Altadis y su entorno.
5. Apertura de los jardines de San Telmo y conexión con Las Delicias y el Parque de María Luisa.
6. Ampliación del Estadio del Betis.
7. Tráfico, movilidad y conexiones transversales.
8. Decadencia del uso residencial y de la vida ciudadana en La Palmera.
9. Implantación de la línea 3 del metro.
10. Planes del Puerto-Las Razas, sus conexiones y servicios.
No es una relación exhaustiva, ni cabe aquí la descripción de cada oportunidad o problema, ni la evaluación de su prelación o importancia. Lo que interesa es destacar la necesidad ineludible de abordar coordinadamente estos retos.
Todos están en distinto grado relacionados y requieren un planeamiento integral: la formulación por tanto de un modelo urbanístico para la ciudad de la Exposición del 29.
Hagamos ese Plan antes del 2029. Como ha dicho el arquitecto Juan Ruesga, «(el centenario) es la ocasión perfecta para pensar de una vez, de manera amplia y en toda su extensión el recinto: desde el Prado hasta la Heliópolis».
La Palmera comenzó a deteriorarse desde el Plan de 1983. Pero el tobogán hacia el abismo parte fundamentalmente del Plan de 2006. Desde esa fecha se han sucedido cinco alcaldías de diverso signo político sin que se haya puesto remedio. Aunque la mayor responsabilidad recaería sobre los que han gestionado el Ayuntamiento en los últimos años en que han surgido las edificaciones más sorprendentes, las residencias de estudiantes y el hotel en ejecución que oprime la Casa Rosa. Parecería que han vendido su alma al diablo por favorecer objetivos como la inversión inmobiliaria y dar imagen de eficacia.
La asociación Palmera Agenda 2029 —y otros agentes de la sociedad civil— trató de evitar los daños que se producían. Lo intentó por muchos medios como conversaciones directas con todos los grupos políticos del Ayuntamiento, conferencias o artículos de opinión, hasta denuncias ante la Gerencia de Urbanismo y la Junta de Andalucía, sin que en ningún caso se atendieran. Propuso la concesión del premio Picudo Rojo a quien más hubiera contribuido a la destrucción del patrimonio urbanístico de la ciudad, como en La Palmera.
A pesar de que ha cambiado el Ayuntamiento no se aprecia ningún cambio sustantivo en la política errática urbanística, aunque puede que sea difícil revertir tan pronto los planes heredados. Ahora la ciudadanía está advertida, no se puede desaprovechar la oportunidad del centenario, de lo contrario estaría muy claro a quien otorgar el premio Picudo Rojo.