«Faltan pruebas sólidas sobre los bloqueadores de la pubertad»
En pleno debate mundial por el abuso o mal uso de los bloqueadores con adolescentes púberes, ayer se publicaron dos revisiones científicas en la revista ‘Archives of Disease in Childhood’ que vuelven a cuestionar los tratamientos con esos inyectables porque no tienen, infieren los investigadores, suficiente respaldo de la ciencia.
El equipo de la Universidad británica de York, con la doctora Jo Taylor del departamento de Ciencias de la
Salud a la cabeza, recuerda que los análogos de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH-a) se utilizan como tratamiento de primera línea para la disforia o trastorno de identidad de género en numerosos países –en el nuestro–, aunque se prescriben también fármacos con propiedades antiandrogénicas, como las progestinas y la espironolactona (la llamada terapia hormonal cruzada). Sin embargo, al analizar un centenar de estudios publicados entre 2006 y 2022, aseguran que no solo no disciernen qué participantes examinados son tratados con uno u otro –así es «difícil determinar los efectos de las terapias hormonales por sí solas»–, sino que, además, «no hay pruebas sólidas sobre los riesgos y beneficios que tienen los bloqueadores y sus efectos» sobre la densidad ósea o la fertilidad. Se adolece, por ello, de una buena «evidencia para el uso rutinario de los bloqueadores», lo que para muchos expertos no significa que no puedan ser útiles de manera ocasional.
El equipo de Taylor defiende que «tras doce meses de terapia psicológica las cohortes de adolescentes estudiadas con malestar hacia su género experimentaron una clara mejoría».