«Nos llegan cada vez más casos de violaciones de niñas de 13 y 14 años»
▸Lamenta que «Internet y las redes sociales hayan convertido la brutal cosificación sexual vivida estos últimos años en empoderamiento femenino»
La abogada Amparo Díaz Ramos, medalla de Sevilla, fue coordinadora del turno de guardia Violencia de Género en el Colegio de Abogados de Sevilla y coordina actualmente el turno contra la trata y otras formas de explotación y el turno contras las violencias sexuales.
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¿Seguimos siendo machistas los españoles?
—Sí. No sólo los españoles. Yo creo que la humanidad, en general, es machista. —¿Más que en la época de Franco? —No podría afirmar eso, aunque quizá habría más machismo paternalista. Pero sí puedo decir que ahora hay mucha más violencia machista que en la España de los años 90 y que hemos pasado del machismo paternalista al depredador sexual. La cosificación sexual de las mujeres ha aumentado exponencialmente en los últimos veinte años. Y en los últimos años es ya algo terrorífico. Me llegan cada vez más casos de menores de edad de 13 y 14 años violadas en grupo por compañeros de clase. Eso hacía diez años no pasaba.
—¿Y esos casos se denuncian?
—La mayoría de las veces, no. Se tapan porque todos son menores y el coste de hacerlo es un desgaste es muy grande para las víctimas. Los abogados intentamos conseguir alguna forma de protección o de recuperación pero la mayoría de las veces no salen a la luz.
—¿Qué papel desempeñan las redes sociales e Internet en esos casos?
—Yo hablo de la ‘ciberviolencia de género’. Hemos cambiado de dimensión, el tipo de ataque que se hace y el uso de las TIC (tecnologías de la información y comunicaciones). Antes una víctima tenía muchas crisis de ansiedad y a lo mejor se enteraba de su entorno de lo que estaba viviendo. Ahora pueden estar circulando imágenes por todos lados. Hablo del fenómeno de las ‘violagrabaciones’, porque no es lo mismo sufrir una violación, que es algo tremendo, sino que además se grabe y circulen las imágenes por la Red. El impacto de todo esto sobre las víctimas es enorme.
—Y las víctimas y los agresores son cada vez más jóvenes, ¿no?
—Sí. Internet está potenciando esa cosificación, en general, y específicamente, de las mujeres y de las niñas. Me llegan casos de chicas captadas por Instagram para la prostitución. Internet y las redes sociales han convertido la cosificación en empoderamiento femenino. No hay más que pensar en el ‘onlyfans’ o el ‘sugardaddy’. Es curioso que en los colegios se exija a los alumnos adolescentes que trabajen a través de plataformas ‘on line’ y que nadie les dé formación para hacer un uso seguro e igualitario de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación).
—El vestido (o no vestido) de Cristina Pedroche para dar las campanadas se ha querido convertir también en una forma de empoderamiento femenino, «un acto de libertad»...
—Convertirte en un objeto sexual te lo están vendiendo ahora como empoderamiento femenino. ¡Pues mira, no! El mensaje de ahora es que no pasa nada por prostituirte, naturalizando la prostitución como un acto de poder. Me llegan casos de chicas de 13 ó 14 años a las que les dice un noviete que necesita tal cantidad para ir a un concierto, o cualquier otra cosa, y le pide que lo haga con no sé quién a cambio de dinero. Y también he conocido otros casos de chicas que se cambian de instituto a las que les dicen en el nuevo centro que para ser aceptadas por el grupo tienen que acostarte al menos con cuatro chicos de la clase. Esto tiene unas consecuencias muy negativas.
—En España se han aprobado muchas leyes en los últimos años contra el machismo y a favor de la igualdad.
—Sí. Y nos colocamos medallas con eso pero la verdad es que esas leyes no han ido acompañadas de una estructura administrativa que garantice que se puedan cumplir. Con lo cual hay artículos que no se cumplen.
—¿Podría poner un ejemplo?
—El artículo 19 de la Ley Orgánica 1/2024. Ese artículo dice que los servicios que atienden a las víctimas de violencia de género en la pareja podrán solicitar medidas urgentes a los Juzgados. Ese artículo no se aplica. ¿Por qué? Porque tendría que haberse cambiado el diseño de los centros de Atención a la Mujer para que tuvieran un personal especializado en esa tarea. Las leyes están creando nuevas competencias y herramientas de ayuda a las víctimas pero no están cambiando el diseño del servicio, lo que impide que puedan aplicarse. Tampoco se está aplicando el artículo de otra ley que permite realizar una solicitud de orden de protección no sólo en la Policía o los Juzgados, sino también en los servicios sociales y en los centros de atención a la mujer.
—¿Qué le movió a especializarse en delitos sexuales y de violencia machista?
—Durante mis estudios de Derecho hice cursos de victimalogía. Y al hacerlos, me di cuenta de algo muy obvio, que la mayoría de las víctimas de violencia sexual y de delitos contra la dignidad en el entorno laboral o familiar eran mujeres, niñas y niños. Y eso me interesó mucho. Y en 1996, cuando era joven, llevé un caso en que un hombre residente en un pueblo sevillano mató a su hija. Y fue la crónica de una muerte anunciada, una muerte que se pudo evitar, porque la madre denunció muchas veces en el Juzgado que eso podía ocurrir, y nadie le hizo caso, empezando por su propio abogado. Yo cogí el caso un poco más tarde, cuando ya se había cometido el crimen. Y entonces se le hizo una evaluación posterior a este hombre y se detectó que era peligrosísimo y que tenía una enfermedad mental. Ese caso me cambió por completo porque me di cuenta de que la violencia también estaba dentro del sistema. Y decidí luchar por mejorar estas cosas. Y ahí empecé a unir el Derecho con el activismo. —Fue coordinadora de Turno de Oficio de Violencia de Género en el Colegio de Abogados de Sevilla. ¿Qué es lo peor que ha visto en este campo?
—El caso anterior fue una quiebra para mí. Pero un caso mucho más reciente me impactó de la misma manera. Un hombre vino a mi despacho a causa de un proceso de desamparo en el que se consideraba a su hija. Y él me contó que le habían puesto en la disyuntiva de aceptar una custodia compartida o una custodia para él con un régimen de visitas para la madre, o se declaraba en desamparo a su hija de 10 años y la internaban en un centro de acogida. Y este hombre se negaba a aceptar eso porque la madre de su hija tenía una enfermedad mental y un problema de alcoholismo. Yo consideraba imposible que el servicio de protección de menores pudiera decirle semejante cosa, pero era justo lo que aparecía en el informe. El
Sobrecarga de trabajo «Nuestros jueces, fiscales, abogados y peritos forenses son muy mejorables. Hay muchos profesionales quemados»
caso es que por una serie de errores acaban quitándole la menor al padre para meterla en un centro de acogida. Y tardamos cinco meses en recuperarla. Hemos denunciado a la Consejería por este asunto por un funcionamiento anormal.
—¿Cuántos casos puede haber parecidos a ése?
—Esa es la pregunta que yo me hice. Este caso me impactó tremendamente, hubo una mala praxis de la Administración y el sistema judicial tampoco reaccionó rápidamente. Gracias a una magistrada excelente, se pudo sacar a la niña del centro de acogida y devolvérsela a su padre. No sólo es el sistema judicial o los tribunales, también son los servicios sociales o los servicios de atención al menor los que deben funcionar correctamente para que se pueda hacer justicia.
—La ley del ‘sí es sí’ le ha dado mucho trabajo a los jueces, que han tenido que revisar muchas penas. ¿También se lo ha dado a los abogados?
—A mí me han llamado muchas víctimas preocupadas por la reducción de las penas. La ley reduce las penas y los jueces se vieron obligados a hacerlo. No lo han hecho porque les haya dado la gana. Afortunadamente, se corrigió esa ley pero muchos delincuentes sexuales se beneficiaron de esta reducción de penas. Esta ley tiene cosas extraordinariamente buenas pero cambió el marco penológico sin justificación y ya lo advirtió el Consejo General del Poder Judicial.
—Se están dando caso de violencia vicaria, tanto en hombres como en mujeres. ¿Hay alguna explicación?
—Creo que es la cosificación del ser humano y en la violencia vicaria se cosifica a los niños.
—Tengo varios conocidos que han recibido denuncias falsas de malos tratos en procesos de divorcio y que pasaron noches en el calabozo antes de quedar en libertad por la aplicación de la ley de violencia de género. ¿Qué les diría respecto a la legislación? —Lo de que pasen una noche en el calabozo no es algo que esté indicado en la ley sino que depende del funcionamiento del sistema judicial. Muchas veces hablamos de denuncias falsas cuando un juez entiende que tal comportamiento no tiene relevancia penal. Lo que pasa en esos casos es que una persona cree sufrir algún tipo de maltrato y no es ésa la realidad. Los abogados debemos dedicarle tiempo e informar a estas personas si lo que ha ocurrido con su pareja tiene relevancia penal. Hay abogados o familiares que pueden animar a presentar estas denuncias pero debemos actuar con responsabilidad. Y a veces pasa lo contrario, que se les disuade cuando en realidad tienen, o pueden tener, relevancia penal. Considero en todo caso que cualquier denuncia falsa de malos tratos debe ser perseguida, De todas maneras, el porcentaje de este tipo de denuncias es bajísimo.