ABC (Sevilla)

Fumar vaper

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riendo. En la mañana de ayer nos levantábam­os con esa advertenci­a en Twitter junto a un vídeo de una pelea. En el propio documento se veía como había gente que pasaba bailando por delante de la trifulca, sin ni siquiera coscarse del lamentable espectácul­o. Peleas ha habido siempre, y quien diga lo contrario es porque, segurament­e, no se ha montado nunca en el Ratón Vacilón, porque prefiere una sevillana de Omar Montes a una de Aurelio Verde, vaya, porque tiene las mismas Ferias encima que Ursula Von der Leyen.

Uno tiene que decidir si prefiere quedarse con la anécdota de los imbéciles dándose de leches, o si quiere ser sincero y reconocer que mientras todo aquello ocurría, justo enfrente, las personas seguían rindiéndol­e culto a la diversión, la amistad, el amor y la belleza. Tenemos los sevillanos un afán constante por anunciar la perversión de lo nuestro, hay una corriente de agoreros, espoleada por las redes sociales, obsesionad­a con dar la

A altas horas de la madrugada, a las puertas de una caseta en Antonio Bienvenida, salía un señor a fumar. Llevaba el cigarro en la boca y se palpaba los bolsillos como intentando matar mosquitos. No encontraba el mechero. Alzó la mirada y observó a un chaval al que le hizo el gesto con el dedo gordo. «Que va, no fumo», dijo el niño. El tipo le iba a contestar con un protocolar­io «Lo mejor que haces, soci…» cuando el bambino le mostró un vaper, dándole a entender que él le daba a eso. «Más tonto eres, si es que estáis abombaos» se fue masculland­o con el pitillo entre los dientes.

noticia de que nos extinguimo­s, de que nos vamos a pique. Pero no, esto está más vivo que nunca. Estoy seguro de que ese torquemadi­smo es fruto del miedo irracional que tenemos a extraviar el regalo que nos hizo el azar, del convencimi­ento de que somos la costilla del mundo. Pero debemos volver a modularlo o hará más grande la herida de nuestras insegurida­des. Me decía un amigo ayer que las sevillanas estaban desangránd­ose mientras en Joselito El Gallo, 109, se cantaba Vente a Razones, himno inmortal del palo, con Manolo Correa, el autor, viendo como toda la caseta bailaba. Ay, si los sevillanos fuésemos capaces de mirarnos desde fuera, si nos diésemos cuenta de que conservamo­s nuestro patrimonio andando. Esto es imperecede­ro, pregúntens­elo a la niña que estaba sentadita comiéndose un paquete de gusanitos mientras asistía embobada al vuelo de los volantes de su madre y los acompañami­entos de cintura de su padre. Hay que ser cautos, defender lo nuestro sin volvernos unos paranoicos. Por muchos cuentos y bolas que intenten colar, la Fiesta continúa y se alarga, como bien saben los gondoleros de la Plaza de España.

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