ABC (Sevilla)

Biden aprovecha los líos judiciales de Trump para acelerar en su campaña

▸El presidente visita Pensilvani­a, su estado natal y clave para las elecciones de noviembre, en una apretada agenda

- JAVIER ANSORENA

Este martes, Joe Biden dio un mitin en Scranton, la ciudad industrial del noreste de Pensilvani­a en la que se crió y a la que siempre vuelve para tratar de convencer de que sigue siendo un tipo de clase media. Ese mismo día, Donald Trump pasaba una maratonian­a jornada de selección de jurado en su primer juicio penal, en Nueva York, en los juzgados estatales del sur de Manhattan. Ayer, Biden siguió su gira por Pensilvani­a con una visita en Pittsburgh, con encuentros y promesas a los sindicatos, un intento de no perder más terreno con Trump en el voto de la clase trabajador­a blanca. Trump no tenía agenda, y con probabilid­ad pasó el día preparando el juicio en su residencia de Nueva York o en su campo de golf de New Jersey, territorio­s muy demócratas y nada ideales para uno de sus mítines. Hoy el presidente de EE.UU. visitará una tercera ciudad de Pensilvani­a, la mayor de todas, Filadelfia, para congraciar­se con el voto de la abundante minoría negra, que cada vez más se escapa hacia Trump. Pero el expresiden­te republican­o tendrá que estar, una vez más, en el juzgado, para continuar el proceso de selección del jurado que decidirá su suerte.

Estos tres días son una muestra de una campaña electoral nunca vista, partida en dos, con un candidato en la caravana electoral y el otro con el trasero pegado al banquillo de los acusados. Trump tiene por delante entre seis y ocho semanas de juicio en Nueva York, una causa por falsificac­ión de documentos financiero­s que estará llena de detalles sórdidos, con protagonis­tas como la actriz porno a quien Trump pagó para silenciar su supuesto romance poco antes de las elecciones de 2016. Y tiene la obligación de asistir cada día al juicio –lo habitual será que haya sesión cuatro días por semana– hasta que acabe el juicio y reciba un veredicto del jurado. Es decir, hasta finales de mayo o mediados de junio el expresiden­te estará forzado a pasar más días y horas en el juzgado de Nueva York que en ningún otro sitio. Y todavía tiene otros tres juicios penales pendientes de fijar fecha, que sus abogados buscan retrasar a toda costa más allá de la cita electoral de noviembre, pero que podría devolverle al banquillo en la parte más caliente de la campaña, los meses de agosto, septiembre y octubre.

Rédito político

Hasta el momento, Trump ha logrado sacar un gran rédito político a sus cuitas judiciales. La cascada de imputacion­es que recibió el año pasado concentró toda la atención pública en él, le catapultar­on en las primarias republican­as y le sirvieron en bandeja la nominación republican­a. Ahora sigue usando sus batallas legales para pedir donaciones a sus seguidores y para imponer el mensaje de que sufre una «persecució­n política» y que los demócratas van a por él porque es lo «único que hay en pie» para proteger al pueblo estadounid­ense.

La situación ahora es diferente. Trump no solo recibe una imputación o acude a una vista y luego sigue con su campaña. Está obligado a asistir al juicio, donde nada está bajo su con

Trump estará entre seis y ocho semanas de juicio en Nueva York, una causa por falsificac­ión de documentos llena de detalles sórdidos

trol. Su capacidad de utilizar el juicio como altavoz es limitada. Mientras que en recientes juicios civiles se enzarzaba con los jueces, en los penales eso le puede costar caro. Ya ha recibido ‘órdenes mordaza’ que le impiden atacar a testigos o jurados y podría ser declarado en desacato por no cumplirlas. El juez del caso, Juan Merchan, es el que manda. Puede mandarle al calabozo si no cumple con las normas del juicio.

Trump buscará hacer campaña cuando pueda. Este martes, se fue a una bodega –un ultramarin­os tradiciona­l de Nueva York– en Harlem para hacer un discurso sobre crimen. Y el sábado volará a Carolina del Norte para dar uno de sus mítines multitudin­arios.

Biden, sin ataduras

Joe Biden, por su parte, no tiene ninguna de esas ataduras. No es coincidenc­ia que su gira por Pensilvani­a – uno de los estados más importante­s de la elección, donde necesita ganar para tener opciones de quedarse en la Casa Blanca– haya coincidido con la primera semana del juicio de Trump en Nueva York.

La imagen que Biden quiere dejar clara en los votantes es: «Aquí hay un presidente que gobierna y un candidato que hace campaña, aquí hay normalidad. Mientras tanto, Trump está metido en un juzgado».

La campaña del actual inquilino de la Casa Blanca ha optado por no hacer mucha referencia­s explícitas al juicio de Trump y dejar que ese contraste hable por sí solo. Pero no ha podido dejar de usar la supuesta siesta –captada por una reportera de ‘The New York Times’, que el expresiden­te niega– en la que Trump cayó en el banquillo du

Biden anunció ayer que triplicará los aranceles al acero y al aluminio de China, a quien acusó de «competenci­a injusta»

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