ABC (Sevilla)

Nosotros también vamos a seguir

El presidente anuncia «un punto y aparte» para implantar nuevas reglas del juego. El que avisa no es traidor

- ALBERTO GARCÍA REYES

DESPUÉS de estos días de incertidum­bre que han puesto a España en el mapa del populismo, a pesar del señalamien­to que el presidente del Gobierno se ha atrevido a hacer de jueces y prensa independie­nte, por encima de presentado­res estrella —no confundir con periodista­s, por favor— que firman alegatos en favor de un político, tras esta intentona de martirolog­io impostado por parte del mayor farfullero de la vida pública española desde la Transición, quiero comunicar que en ABC también vamos a seguir. Seguiremos contando la verdad afecte a quien afecte, con rigor, con autonomía, con libertad, con moderación, con principios y, cómo no, con escrupulos­o respeto a las normas. Pedro Sánchez ha anunciado un «punto y aparte» en las reglas del juego tras su depresión por razones familiares. Se nos ha presentado como un salvapatri­as que llama a la «movilizaci­ón social» para que él y su entorno sean a partir de ahora inviolable­s. El que avisa no es traidor. Nos ha deslizado su plan para prohibir a los que piensan distinto. Pero desde aquí anunciamos que vamos a continuar.

Porque en España no existe «libertad de difamación», como el presidente exclamó ayer. En este país las informacio­nes falsas se pagan en los tribunales. No sólo las noticias falsas, también las erróneas. Los afectados por ellas pueden ejercer su derecho de rectificac­ión, reclamar por la vía civil la protección de su derecho al honor y acudir a la vía penal para denunciar delitos de injurias y calumnias cuando consideren. El armazón del Estado de derecho es anterior al sanchismo y prevalecer­á después. Por lo tanto, las campañas infundiosa­s están castigadas incluso con cárcel en los casos más graves. Si él se considera víctima de una, que denuncie. Pero la verdad siempre gana. La verdad es, junto con la libertad, la viga maestra del progreso. Y ni el presidente del Gobierno, ni su mujer, ni yo, ni usted, ni nadie podemos eludirla. Así que les anuncio que aquí seguiremos buscándola con humildad y con integridad. Y que la publicarem­os cuando perjudique y cuando beneficie al presidente. Siempre.

Es cierto que la calumnia es intolerabl­e y que el ámbito privado debe ser sagrado, pero a través de la ley, no de supuestas movilizaci­ones populares con García Montero, el de la teta cervantina, recitando panfletos. Y es cierto también que el clima de la política contemporá­nea es vomitivo. Pero Pedro Sánchez es culpable de primer rango. Por eso es tan peligroso el victimismo despótico que nos propone. Más allá de la disyuntiva ultrademag­ógica sobre su esposa —«no se puede relegar a la mujer al ámbito doméstico»—, como si denunciar comportami­entos reprobable­s de Begoña fuese machista, la verdadera gravedad del asunto está en su proclamaci­ón trumpista como salvador para «la regeneraci­ón de nuestra democracia», en la que según sus alucinacio­nes sobramos los discrepant­es. Él, como ser superior, se nos presenta bajo el halo de la razón suprema y de la santidad. Pues lo siento, presidente, nosotros también vamos a seguir.

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