Nosotros también vamos a seguir
El presidente anuncia «un punto y aparte» para implantar nuevas reglas del juego. El que avisa no es traidor
DESPUÉS de estos días de incertidumbre que han puesto a España en el mapa del populismo, a pesar del señalamiento que el presidente del Gobierno se ha atrevido a hacer de jueces y prensa independiente, por encima de presentadores estrella —no confundir con periodistas, por favor— que firman alegatos en favor de un político, tras esta intentona de martirologio impostado por parte del mayor farfullero de la vida pública española desde la Transición, quiero comunicar que en ABC también vamos a seguir. Seguiremos contando la verdad afecte a quien afecte, con rigor, con autonomía, con libertad, con moderación, con principios y, cómo no, con escrupuloso respeto a las normas. Pedro Sánchez ha anunciado un «punto y aparte» en las reglas del juego tras su depresión por razones familiares. Se nos ha presentado como un salvapatrias que llama a la «movilización social» para que él y su entorno sean a partir de ahora inviolables. El que avisa no es traidor. Nos ha deslizado su plan para prohibir a los que piensan distinto. Pero desde aquí anunciamos que vamos a continuar.
Porque en España no existe «libertad de difamación», como el presidente exclamó ayer. En este país las informaciones falsas se pagan en los tribunales. No sólo las noticias falsas, también las erróneas. Los afectados por ellas pueden ejercer su derecho de rectificación, reclamar por la vía civil la protección de su derecho al honor y acudir a la vía penal para denunciar delitos de injurias y calumnias cuando consideren. El armazón del Estado de derecho es anterior al sanchismo y prevalecerá después. Por lo tanto, las campañas infundiosas están castigadas incluso con cárcel en los casos más graves. Si él se considera víctima de una, que denuncie. Pero la verdad siempre gana. La verdad es, junto con la libertad, la viga maestra del progreso. Y ni el presidente del Gobierno, ni su mujer, ni yo, ni usted, ni nadie podemos eludirla. Así que les anuncio que aquí seguiremos buscándola con humildad y con integridad. Y que la publicaremos cuando perjudique y cuando beneficie al presidente. Siempre.
Es cierto que la calumnia es intolerable y que el ámbito privado debe ser sagrado, pero a través de la ley, no de supuestas movilizaciones populares con García Montero, el de la teta cervantina, recitando panfletos. Y es cierto también que el clima de la política contemporánea es vomitivo. Pero Pedro Sánchez es culpable de primer rango. Por eso es tan peligroso el victimismo despótico que nos propone. Más allá de la disyuntiva ultrademagógica sobre su esposa —«no se puede relegar a la mujer al ámbito doméstico»—, como si denunciar comportamientos reprobables de Begoña fuese machista, la verdadera gravedad del asunto está en su proclamación trumpista como salvador para «la regeneración de nuestra democracia», en la que según sus alucinaciones sobramos los discrepantes. Él, como ser superior, se nos presenta bajo el halo de la razón suprema y de la santidad. Pues lo siento, presidente, nosotros también vamos a seguir.