Del ‘seny’ a la ‘rauxa’
¿En qué momento muchos catalanes nos dejamos embaucar por falsos mesías?, ¿en qué mal momento abandonamos el ‘seny’ para lanzarnos en brazos de la ‘rauxa’? Llevo toda mi vida, que ya va para los sesenta años, viviendo en Cataluña y, con mucho pesar, he visto la decadencia de esta tierra.
Creo que no nos merecemos soportar ser los que más altos impuestos pagamos de todo el Estado español, y tener que abonar tasas que sólo los catalanes pagamos. Y lo peor es saber que todo esto sólo sirve para mantener chiringuitos donde colocar a los afines al poder autonómico, y repartir subvenciones de forma arbitraria y descontrolada, como forma de compra de votos y voluntades.
Los catalanes no comemos banderas, ni bebemos eslóganes. Tampoco tenemos como prioridad, entre otras cosas, que se hable catalán en el Congreso de los Diputados. Los catalanes queremos que nuestros payeses se ganen bien la vida en el campo, que haya agua para todos, que la industria no se vea ahogada por tantos impuestos y tanta burocracia, queremos que Cataluña resurja de esta época de mediocridad, gobernada por mediocres.
En Cataluña la mayoría de las personas trabajamos duro, intentamos sobrevivir a pesar de que casi la mitad de lo que producimos acaba en las arcas de la Generalitat, y sin embargo seguimos sufriendo las consecuencias de una mala educación pública, una sanidad falta de inversiones y un aumento de la inseguridad ciudadana, fruto del buenismo institucional.
En estas elecciones autonómicas nos la volvemos a jugar, y veremos si seguimos atrapados en la ‘rauxa’ o volvemos de una vez al ‘seny’. Y, por el bien de todos, espero que haya un verdadero cambio de rumbo político. Cataluña, de ser uno de los principales motores del Estado, está siendo adelantada por vascos, madrileños, e incluso ya nos alcanzaron otros que, en décadas pasadas, ni soñaban con estar a nuestra altura.
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