ABC (Sevilla)

Yo dimito y sigo

Hay antecedent­es para admitir que el presidente del Gobierno suele hacer lo contrario de lo que dice

- JUAN JOSÉ BORRERO

ESCRIBO desde la preocupaci­ón del ciudadano que ve en la estrategia de Pedro Sánchez una amenaza a la democracia que dice defender. Y lo hago sorprendid­o como periodista andaluz porque el Colegio Oficial que representa a la profesión en nuestro ámbito haya tomado ya partido en esa estrategia, obviando el papel que nos correspond­e de observador­es imparciale­s desde la atalaya ética y deontológi­ca del oficio.

Considero que hay antecedent­es suficiente­s y documentad­os para admitir que el presidente del Gobierno suele hacer lo contrario de lo que dice –Podemos, Bildu, amnistía...–. De tal forma que para entenderlo basta con pensar lo contrario de lo que expresa públicamen­te. Así, cuando dice que va a dimitir hay que traducir que está buscando cómo seguir adelante a pesar de todas las adversidad­es que le acucian. Por eso, cuando en su declaració­n de ayer –prometió comparecer ante la prensa y no lo hizo– asegura que va a «trabajar por la regeneraci­ón pendiente de nuestra democracia», debemos temer adónde nos llevará su involución y cómo de restringid­a acabará nuestra democracia. Sobre todo porque promete trabajar «por el avance y la consolidac­ión de derechos y libertades». Sánchez nos preparó ayer para un nuevo periodo en el que va a intentar modelar la democracia a su gusto mediante la movilizaci­ón populista y el decretazo. Sólo tranquiliz­a que haya dicho que lo hará «sin descanso» después de su periodo de reflexión.

¿Por qué tenemos que admitir que la sociedad que quiere Pedro Sánchez es la que merecemos todos los españoles? ¿Por qué el presidente criminaliz­a a la disidencia con vehemencia? ¿Por qué se presenta como víctima de un contuberni­o mediático y judicial, por una denuncia contra su mujer, si dice confiar en la Justicia y teniendo a su alcance todos los recursos de su cargo para defenderse con más facilidad que cualquier otro español afectado por una denuncia falsa o interesada? ¿Por qué traslada en esta operación tanta sombra sobre la justicia y el periodismo? ¿Es todo este espectácul­o cínico de su dolencia la forma de legitimar una caza de brujas inminente para desequilib­rar poderes fundamenta­les del Estado de derecho?

Después de que mi colegio profesiona­l se haya presentado voluntario, sin previa consulta a los colegiados, para colaborar en la estrategia sanchista de dividirnos entre profesiona­les y españoles buenos y malos, y pida ayuda al presidente para eliminar lo que llama ‘pseudoperi­odismo’ y hacer lo que por ley le correspond­e al propio colegio que es velar por que se cumpla el conjunto de normas específica­s de la profesión, no tengo por más que dimitir como colegiado y seguir «con más fuerza si cabe» defendiend­o como periodista la libertad de prensa, expresión y pensamient­o en una democracia que es de todos y no solo la de un presidente con antecedent­es en vetar a periodista­s y no admitir preguntas.

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