Yo dimito y sigo
Hay antecedentes para admitir que el presidente del Gobierno suele hacer lo contrario de lo que dice
ESCRIBO desde la preocupación del ciudadano que ve en la estrategia de Pedro Sánchez una amenaza a la democracia que dice defender. Y lo hago sorprendido como periodista andaluz porque el Colegio Oficial que representa a la profesión en nuestro ámbito haya tomado ya partido en esa estrategia, obviando el papel que nos corresponde de observadores imparciales desde la atalaya ética y deontológica del oficio.
Considero que hay antecedentes suficientes y documentados para admitir que el presidente del Gobierno suele hacer lo contrario de lo que dice –Podemos, Bildu, amnistía...–. De tal forma que para entenderlo basta con pensar lo contrario de lo que expresa públicamente. Así, cuando dice que va a dimitir hay que traducir que está buscando cómo seguir adelante a pesar de todas las adversidades que le acucian. Por eso, cuando en su declaración de ayer –prometió comparecer ante la prensa y no lo hizo– asegura que va a «trabajar por la regeneración pendiente de nuestra democracia», debemos temer adónde nos llevará su involución y cómo de restringida acabará nuestra democracia. Sobre todo porque promete trabajar «por el avance y la consolidación de derechos y libertades». Sánchez nos preparó ayer para un nuevo periodo en el que va a intentar modelar la democracia a su gusto mediante la movilización populista y el decretazo. Sólo tranquiliza que haya dicho que lo hará «sin descanso» después de su periodo de reflexión.
¿Por qué tenemos que admitir que la sociedad que quiere Pedro Sánchez es la que merecemos todos los españoles? ¿Por qué el presidente criminaliza a la disidencia con vehemencia? ¿Por qué se presenta como víctima de un contubernio mediático y judicial, por una denuncia contra su mujer, si dice confiar en la Justicia y teniendo a su alcance todos los recursos de su cargo para defenderse con más facilidad que cualquier otro español afectado por una denuncia falsa o interesada? ¿Por qué traslada en esta operación tanta sombra sobre la justicia y el periodismo? ¿Es todo este espectáculo cínico de su dolencia la forma de legitimar una caza de brujas inminente para desequilibrar poderes fundamentales del Estado de derecho?
Después de que mi colegio profesional se haya presentado voluntario, sin previa consulta a los colegiados, para colaborar en la estrategia sanchista de dividirnos entre profesionales y españoles buenos y malos, y pida ayuda al presidente para eliminar lo que llama ‘pseudoperiodismo’ y hacer lo que por ley le corresponde al propio colegio que es velar por que se cumpla el conjunto de normas específicas de la profesión, no tengo por más que dimitir como colegiado y seguir «con más fuerza si cabe» defendiendo como periodista la libertad de prensa, expresión y pensamiento en una democracia que es de todos y no solo la de un presidente con antecedentes en vetar a periodistas y no admitir preguntas.