ABC (Sevilla)

Pedro a la enésima potencia: queda inaugurado el todosanchi­smo

El de ayer fue un inmenso acto de propaganda en la sede de la Presidenci­a del Gobierno y la demostraci­ón de que el jefe del Ejecutivo ha utilizado su inicial crisis emocional para dar un nuevo salto al vacío que, internamen­te, le legitima para llegar más

- JUAN FERNÁNDEZ-MIRANDA

Más de 2.150 días llevaba Pedro Sánchez durmiendo en el colchón de La Moncloa cuando compareció para protagoniz­ar el mayor acto de propaganda de nuestra historia en la sede de la Presidenci­a del Gobierno. Como en la fábula de la rana y el escorpión, Sánchez no solo se comportó como Sánchez, sino que fue más Sánchez que nunca. El presidente desplegó una panoplia de estrategia­s discursiva­s para defender una decisión que convierte estos cinco días de reflexión en un inmenso teatro, aunque el origen fuera una crisis personal que puede ser verdad, pero que ni en broma es toda la verdad. Desde el saludo inicial –«buenas tardes» a las once de la mañana– a la innecesari­a visita al Rey para anunciarle que se queda, todo en la mañana de ayer fue un trampantoj­o para ocultar un hecho incontesta­ble: el 23 de julio perdió las elecciones, aunque él no quiera admitirlo, y su Gobierno es débil. Para esconderlo, ayer Sánchez hizo gala de los peores vicios de su forma de gobernar:

1) Opacidad. Fue una declaració­n institucio­nal sin preguntas y sin periodista­s. ¿Así se defiende la prensa libre y la democracia? Parece que no. Tampoco se defiende construyen­do un totum revolutum que incluye desde la crítica legítima –por ejemplo, este artículo o este periódico en su conjunto– con los comentario­s anónimos en redes sociales. Y atentos: Sánchez no comparecer­á en el Congreso hasta la semana del 20 de mayo y no tiene previsto ningún viaje internacio­nal, que es allí donde no puede evitar dar ruedas de prensa. Solo acudirá a los medios que le interesan: ¿vendrá a ABC? La última entrevista se la hizo servidor… en 2015. No vendrá, pero está invitado. Así que no, no hay respeto a la prensa libre.

2) Victimismo. Sánchez se presenta como una víctima, la única, la inconfundi­ble, de los ataques a las familias de los políticos. ¿De verdad todo lo que se ha publicado sobre Begoña Gómez forma parte de una campaña orquestada de acoso? ¿No hay dudas razonables sobre un comportami­ento que linda, cuando menos, con actitudes antiestéti­cas y amorales? ¿No merece eso una explicació­n? Por cierto, el PP no sólo no ha pedido la comparecen­cia de la mujer del presidente en la comisión de investigac­ión, tampoco ha leído declaracio­nes de la renta ni documentac­ión fiscal sobre ella. ¿Puede el PSOE decir lo mismo en sentido contrario?

3) Nula autocrític­a. Hace dos meses, recién aterrizado en Rabat, Sánchez respondió a una pregunta sobre la detención de Koldo García atacando al hermano de Isabel

Díaz Ayuso, a pesar de que hace dos años se archivó la investigac­ión que le afecta. ¿Eso cómo se explica? ¿Y no atacó su número dos, María Jesús Montero, a la mujer de Alberto Núñez Feijóo en sede parlamenta­ria con una informació­n que el medio que la publicó reconoció después como falsa? ¿No son eso bulos periodísti­cos o ataques a familiares, señor Sánchez?

4) Sentimenta­lismo tóxico. «Mi mujer y yo sabemos que esta campaña de descrédito no parará. Llevamos diez años sufriéndol­a». En línea con su carta, Sánchez abusó ayer de los argumentos emocionale­s como reclamo para seguir concitando el apoyo de sus fieles. «Gracias a mi querido partido», dijo, después de tener cinco días a todo el socialismo fuera de su reflexión y a buena parte de su Gobierno ajeno a sus decisiones.

5) Megalomaní­a. Lo que vino a decir ayer el presidente del Gobierno de España es «la democracia soy yo». Se erigió en defensor de la misma no sólo a nivel nacional, sino frente a un «movimiento reaccionar­io» a nivel mundial. ¿De verdad, señor Sánchez, va a defender usted la democracia sin llamar al líder de la oposición? ¿Qué es la democracia si no alternanci­a? Ah, ¿y no convendría acudir al Parlamento, sede de la soberanía nacional? Allí están los partidos elegidos por la ciudadanía, también Vox, señor Sánchez. Si su ánimo regenerado­r es veraz, ¿no debería contar con las institucio­nes?

6) Búsqueda de impunidad. El presidente del Ejecutivo señaló ayer a todo discrepant­e. ¿Quién se va a atrever a toserle ahora en su propio Gobierno? ¿Y en su «querido» partido? ¿Y en la judicatura y la prensa de nuestro país, que ayer fueron señaladas directamen­te por un presidente que dice defender la democracia?

Conclusión: como el escorpión de la fábula, Sánchez se comportó ayer según su naturaleza. ¿Y esa cuál es? Estirar las costuras del sistema, caminar por lo desconocid­o, ejercer el poder sin contemplac­iones. Dijo el presidente que estos cinco días han sido un punto y aparte. ¿Para qué? Nadie lo sabe, porque para interpreta­r bien lo sucedido ayer hay que ver qué se aprueba hoy en el Consejo de Ministros, ver si Sánchez pasa de las palabras a los hechos. La prensa y la judicatura pueden ser los objetivos a batir. Queda inaugurado el todosanchi­smo.

¿Quién se va a atrever a toserle ahora en su propio Gobierno? ¿Y en su «querido» partido? ¿Y en la judicatura y la prensa?

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