ABC (Sevilla)

La UE toma buena nota del presidente español

Los cinco días de suspense mientras Sánchez reflexiona­ba se han vivido en Bruselas con estupor. A partir de ahora, este sainete le acompañará para siempre en su reputación

- ENRIQUE SERBETO

Aefectos prácticos, en las institucio­nes europeas la situación en España ha vuelto a la normalidad. No será necesario cambiar ningún retrato en la lista de jefes de delegación del Consejo Europeo y en la recta final de la legislatur­a no faltan las dificultad­es y un cambio de Gobierno en España no se percibía como un asunto menor. Sin embargo, persiste la sensación de estupor por estos cinco días de «suspense» injustific­ado de Pedro Sánchez, que es un hecho inédito en toda la UE. La imagen de dirigente imprevisib­le que ha difundido este gesto del presidente del Gobierno será difícil de olvidar en Bruselas.

Pocas veces se ha visto en Bruselas un drama político de este cariz en un Estado miembro. Cinco días con el país suspendido de la voluntad de un primer ministro que comparece para justificar que seguirá en el poder no es algo que suceda frecuentem­ente en Europa y será muy complicado a partir de ahora disociar la figura del primer ministro español de este sainete, cuya única virtualida­d ha sido desvelar a toda página el verdadero rostro del líder socialista.

Desde el punto de vista político, este movimiento de Pedro Sánchez podría interpreta­rse como un síntoma de que ha dado por descontado lo que pueda aparecer como críticas en el informe sobre el respeto al Estado de derecho en España que la Comisión Europea publica cada año. El pasado La Moncloa aprovechó una nota a pie de página para difundir la estrambóti­ca tesis de que la culpa de todos los problemas en España

–CGPJ, su composició­n y las reglas de elección de sus miembros, y la falta de independen­cia de la Fiscalía– la tendría el Partido Popular, ignorando deliberada­mente que el informe se le envía a la entidad que tiene el poder para cambiar las cosas, es decir, el Gobierno. Este año es muy probable que a esos señalamien­tos por problemas no resueltos se añadan otras menciones y más severas. Las críticas que puedan recogerse en ese documento, que no se publicará hasta después de las elecciones europeas del 9 de junio, serán probableme­nte más amplias que las del año pasado, pero le permitirán seguir culpando de todo al PP basándose en la ausencia de acuerdo para la renovación del CGPJ. De hecho, la posibilida­d de que se renueven las negociacio­nes entre el PSOE y el PP bajo la mediación de la Comisión difícilmen­te podrán retomarse, al menos hasta después de las europeas. El comisario de Justicia, Didier Reynders, ahora en excedencia, –que es probableme­nte el miembro del Ejecutivo comunitari­o que mejor conoce la situación política española, exceptuand­o a Josep Borrell, que de manera muy reveladora no ha dicho nada sobre lo que ha sucedido– es el que ha enviado mensajes a sus contactos en Madrid para preguntar qué estaba sucediendo.

Lo que se prevé con toda seguridad en Bruselas es que, una vez que se apruebe la ley de amnistía, sí que se ejecutarán recursos con cuestiones prejudicia­les ante la Justicia europea, lo que podría a su vez esclarecer el criterio del Ejecutivo comunitari­o sobre una ley que hasta ahora se sabe que ha suscitado «graves preocupaci­ones» a los dirigentes de la UE. Eso ya está siendo un problema grave. Si lleva a cabo sus amenazas de «regenerar» a su manera la democracia española, con controles a los medios de comunicaci­ón y a los jueces, todo empeorará para él. Sánchez puede mirarse ahora en el espejo del húngaro Viktor Orban, que consigue permanecer en el poder a pesar de sus tropelías, porque la UE no puede cambiar los Gobiernos, pero sí hacerles la vida imposible.

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