Los alimentos y el recibo del gas relanzan la inflación hasta el 3,3%
▸ El IPC se estanca en el entorno del 3% por la retirada de las medidas de alivio fiscal
Los hogares españoles tardarán unos meses más que sus vecinos europeos en sentir el alivio para sus bolsillos del fin del histórico episodio inflacionista que se prolonga ya por tres años y que ha llevado el IPC a marcar sus niveles más altos en 40 años.
El dato de avance del mes de abril difundido ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE) refleja un repunte de una décima del IPC hasta el 3,3% y confirma la tendencia observada en los últimos meses de una evolución más acelerada de los precios en España que en el resto de las economías del euro.
Según la nota publicada por el INE, la aceleración del IPC en abril, derivada de una fuerte subida de siete décimas de los precios respecto al pasado mes de marzo –la cuarta subida intermensual consecutiva– se explica por la subida de los precios del gas, ya sin el efecto moderador de la rebaja fiscal decretada por el Gobierno en su día, frente a la caída que experimentaron hace ahora un año; por el encarecimiento de la cesta de la compra, y por una caída de los precios de la electricidad también inferior a la registrada hace un año. En este último factor ha operado la reinstauración del IVA del 21% a partir del 1 de marzo tras el desplome de los precios de la electricidad en los mercados mayoristas, según la cláusula que había establecido el Gobierno para mantener el alivio fiscal al recibo de la luz.
El IPC encadena ocho meses anclado en el entorno del 3% después de la rápida moderación registrada en la primera mitad de 2023 en que se desaceleró del 6% al 1,9% en apenas tres meses por el efecto comparación con lo más duro de la crisis energética.
Unos meses más de inflación
La evolución coincide con lo avanzado con los analistas que vienen anticipando desde hace meses que España tardará más que sus vecinos europeos en retornar sus precios a la normalidad por el efecto de la retirada progresiva de los incentivos que contuvieron la subida de los precios, especialmente de la energía y de los alimentos, durante el tramo final de 2022 y todo 2023. De hecho, para el Fondo Monetario Internacional España será la última gran economía del euro en poner sus precios bajo control –entendida esta situación como la estabilización de su tasa de evolución en el 2% que recomienda el BCE– y es probable que no lo consiga del todo hasta el ejercicio de 2026.
Por el camino, no obstante, se van corrigiendo algunas de las anomalías que se han acumulado en la espiral inflacionista. La inflación subyacente, el indicador que elimina los elementos más volátiles del IPC (básicamente energía y alimentos frescos) y que el BCE ha tomado como referencia a la hora de orientar su política monetaria, se desaceleró en abril hasta el 2,9% y tras dos años puso fin a la rareza de que estuviera por encima del índice general. A esto se agarró el Ministerio de Economía en su comentario sobre el comportamiento de los precios, en el que subrayó la caída de cuatro décimas de la tasa subyacente.
La lectura del Ministerio es que la evolución del IPC en abril «se vio afectada por el efecto base, debido al mejor comportamiento de los precios del gas y los alimentos el año pasado», mientras que la electricidad siguió abaratándose, y que estos datos «reflejan la capacidad de la economía para compatibilizar el mayor crecimiento entre los principales países de la zona euro con la moderación de los precios».
La tasa subyacente se modera hasta el 2,9% y rompe la anomalía de situarse por encima del índice general