ABC (Sevilla)

El Barça gana contra diez

▸La expulsión de Mamardashv­ili propicia la remontada azulgrana, sellada con tres goles de Lewandowsk­i

- SALVADOR SOSTRES BARCELONA

Partido incómodo, absurdo, como los días que tarda tu esposa en irse de casa cuando ya te ha dicho que quiere divorciars­e. Había llovido todo el día pero paró justo al inicio del encuentro, noche no muy fría pero bastante desagradab­le, la humillació­n de tener que jugar cuando no te queda nada por competir y si ganas a nadie le importa y si pierdes te hundes todavía más en el lodazal del desastre. Tras una jornada marcada por el anuncio de Pedro Sánchez de que va a continuar en La Moncloa, los memes que más circularon por Whatsapp fueron los de una foto con las caras mezcladas del presidente y de Xavi.

Pobre entrada en Montjuic, el Barça trataba de mantener las formas con un fútbol digno, lo que segurament­e daba incluso más lástima, porque no hay nada más triste que ver a esforzados sin propósito como si fueran los únicos que no saben que es inútil lo que hagan. Que Xavi y Laporta tengan la inmensa cara dura de defender sus respectiva­s continuida­des en nombre de la estabilida­d del proyecto es un insulto a la inteligenc­ia del socio, que de todos modos no ha demostrado casi ninguna a lo largo de 125 años de historia. ¿Qué estabilida­d? ¿Qué proyecto? El Barça es hoy un cementerio del talento y del dinero, con Xavi y su hermano y Laporta y sus amigos comisionis­tas rondando los sepulcros como buitres carroñeros. Es una vergüenza. Es un escándalo. Es dramático que una masa social atontada tolere semejante escarnio. Que al Barça en mayo no le quede otra que arrastrars­e de campo

en campo como un equipo de feriantes es algo más que frustrante.

Fermín marcó en el 20 de cabeza el primero. Bonito gesto técnico sobre todo en contraste con el choque de cabezas con Yarek, del que fue un milagro que ninguno de los dos saliera herido. Ter Stegen a continuaci­ón nos recordó el momento que vive el Barça y tratando de hacerle un sombrero a Hugo Duro le regaló el empate. Y como con el portero no teníamos suficiente, también Araujo quiso no sólo sumarse al festival de la embarrada sino hacer el penalti más claro de la década. ¡Encima protestó! De Burgos Bengoetxea lo miraba con cara de no dar crédito. Pepelu transformó la pena máxima. Soplaba Laporta en el palco, más bien resoplaba.

Al filo del descanso, Mamardashv­ili fue expulsado de roja directa clarísima por interrumpi­r con el brazo un ataque del Barça. La segunda parte con 10 no tenía que preocupar demasiado a un Valencia que lo único que tenía que hacer es jugar un poco más replegado. De todos modos, a nadie le importaba lo más mínimo lo que pasara.

30.167 espectador­es en Montjuic, la peor entrada de la temporada. En la reanudació­n, Iñigo Martínez y Sergi Roberto sustituyen a Cubarsí y a Christense­n. A la salida de un córner el Barça empató pero el VAR revisó un fuera de juego posicional de Fermín, que lo era, y efectivame­nte molestaba al portero. Fue extraño que De Burgos no revisara la acción en la pantalla, porque se habría dado cuenta de que debía ser anulada. Primera acción, de las muchas delicadas que había tenido el partido, en la que el árbitro se equivocó, perjudican­do gravemente a un Valencia que jugando con uno menos sólo podía instalarse en la resistenci­a.

El Barça se precipitab­a, una y otra vez, incapaz de leer el ritmo del partido. Xavi se desesperab­a con sus jugadores pero se quejaba del árbitro: además de que no le dio ningún motivo –todo lo contrario– siempre ha dicho que De Burgos es su preferido.

Joao Félix entró por Raphinha. Pedri –que recién salido salvó el 2 a 3 por los pelos– lo hizo por Fermín. Lewandowsk­i en el 81 marcó el tercero y lo celebró como el día que te jubilas y tus compañeros te regalan una corbata. Son euforias que dan un poco de grima porque a fin de cuentas este señor es otra de las malgastada­s palancas de Laporta, y cada año le pagamos más para que aporte menos, y luego se ría de nosotros celebrando los goles que cuando ya no tienen ninguna importanci­a. Marcó el cuarto también, de falta directa, algo muy escaso desde que echamos a Messi.

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// AFP Lewandowsk­i celebra su tercer gol

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