ABC (Sevilla)

Nadal dibuja otro día mágico

▸ Rafa exprime el ADN competitiv­o y tumba a Cachín en tres horas de alta exigencia; y juega hoy, 22.00, con Lehecka

- LAURA MARTA MADRID

Explicar a Rafa Nadal es imposible. Sólo puede observarse, vivirse, sentirse, en partidos como el de ayer ante Pedro Cachín. Es una victoria y es mucho más, es la negación constante de la lógica general, porque vive el balear en la suya propia. Esa que dice que llega con mil dudas, entre mil algodones, pero se marca un partidazo de tres horas en las que no hay espacio para el dejarse ir, para el «mejor me guardo algo», para el «en tres semanas es Roland Garros». No hay mañana para Nadal, se la construye para jugar los octavos, pero sí hay noche, pues juega hoy contra Jiri Lehecka en el segundo turno vespertino, tras el Madison Keys-Ons Jabeur, que empieza a las 20.00 horas. «Desgraciad­amente no es una hora que me hubiera gustado, pero dadas las tres horas de hoy, lo más prudente es esa hora mejor que a las 16. Había dos opciones y el torneo ha elegido esa y yo estoy de acuerdo. Son más horas para dormir, para ver un poco el Barcelona y para trabajar mañana». Nunca Nadal ha jugado en este último turno del torneo madrileño. A la hora que juega su Real Madrid en Múnich.

Pero lo necesita después de sumar su tercera victoria consecutiv­a desde el US Open 2022. Es, como decía, estar listo para cuando el cuerpo respondier­a. Y visto el partido, el cuerpo está respondien­do. Y Nadal está aquí.

Ya no hay un sentimient­o de adiós, porque el balear se probó ante Darwin Blanch, respondió con nota contra Alex de Miñaur, y matrícula de honor ante Cachín, y el personal está de fiesta, ya no piensa en homenaje alguno. Porque este del primer set es, al menos por imagen, el Nadal que más cerca está del Nadal de siempre desde hace dos años. Aunque el balear sepa lo que lo mueve por dentro, ahí deja la garra, la derecha, el puño en alto. Dure lo que dure, Nadal es cada vez más Nadal.

Cada vez más el de siempre

Necesitaba que las cosas fueran más despacio, ralentizar los golpes para minimizar también los del rival. Fuerza reveses altos y derechas largas para que el cuerpo no cruja. Más colocada que fuerte, le basta con mover al rival y acompañar a sus golpes el aliento que parece multiplica­r la potencia, aunque sólo sea en la cabeza del argentino, temblón de derecha, de revés, de espíritu. Qué difícil es jugar contra Nadal, incluso contra este Nadal, o sobre todo contra este Nadal. ‘Break’ para empezar y que las gargantas se desaten: «Rafa, te quiero», «Vamos, Rafa».

A Nadal se le da de maravilla el ejercicio de un paralelo y un cruzado y un paralelo y un cruzado y otro paralelo y otro cruzado y cuando ya ve al rival agotado, le cuesta menos sentenciar a un único golpe, más veloz, más fuerte, para sentirse él en plenitud, al menos un instante. Y empieza a acelerar cuando comprueba que el cuerpo responde. Derecha paralela, derecha cruzada, derecha abierta, ‘passing’, y derecha a la línea, y es el segundo ‘break’, y casi el set, que tarda unos minutos en producirse porque en la grada alguien solicita ayuda, pero se consolida a la tercera bola con otra derecha a la línea, y con un revés para enmarcar. Que esto es Nadal.

Si aprendió a no forzar ante la más mínima queja de su cuerpo en aquel partido de enero ante Jordan Thompson, no lo aplica en esta tarde que empezó con techo tapado y termina despejada. No frena su ADN, pero sí hay un bajón que aprovecha por momentos el argentino, 14 primeras rondas perdidas en los últimos seis meses, pero hay muy buena mano, y es un 1-4 compromete­dor. La grada acude en ayuda del español, pero es el Nadal de siempre el que se impone poquito a poco. Es un 1-4, un 2-4, un 3-4 y un 0-30 prometedor.

Asiste el público a una de esas tardes de verlo todo negro, salvo Nadal, cuando Cachín apura en el ‘tie break’. Niega el balear con la cabeza, mira a su palco en busca de respuestas. Seguir o no seguir, que decía que no estaba el cuerpo para forzar en un tercer set si quiere seguir la ruta marcada sin más parones inesperado­s, que ya no es tiempo para arreglarlo­s, con Roma en dos semanas y París en tres. Pero es un tercer capítulo en el que Nadal no puede dejar de ser Nadal y ofrece la traca final.

La alegría se convierte en euforia porque sale el guerrero y el de los golpes magistrale­s, el de la magia y el puño al aire, por mucho que Cachín no falle ninguna. Pero es que Nadal es el animal competitiv­o irrepetibl­e, ni una duda ni un temblor ni un pensamient­o de dejarse ir para salvaguard­ar la coraza. Es matar o morir, tres horas de exigencia máxima, del más puro Nadal, el que al final, como siempre, como nunca en estos dos años, levanta los brazos porque es él de nuevo, el que cambia los aires de homenaje y despedida por los vientos triunfales de quién sabe hasta dónde podrá llegar. Por el momento, a octavos, hoy mismo, tras una sobremesa magnífica en la Caja Mágica, una más en su historial, y una tarde-noche de ver cómo reacciona el físico.

A la vez que el Madrid

«Es una incógnita cómo estará mi cuerpo porque hace mucho tiempo que no juego tres horas. Hasta que me levante mañana no lo voy a saber. A ver si soy capaz de jugar dos días seguidos, si soy capaz de jugar competitiv­o», comentó después del balear, que aseguró que físicament­e no siente que se haya hecho daño después de la paliza, pero que necesita más descanso. De ahí que haya aceptado jugar en el último turno del día, a pesar del Real Madrid. Explica que nunca se ha recuperado mal, salvo cuando ha tenido lesiones, pero que todo ha cambiado en el último tramo de su carrera, claro. «No estoy dando ninguna noticia, y espero que sí pueda estar competitiv­o. Es una incógnita porque hace mucho que no asumo estas cargas en partido oficial. Soy más impredecib­le que hace tiempo, para los rivales, pero sobre todo para mí». Y reitera: «Hace tres semanas no podía sacar y me ganaban los chavales de la academia un día sí y otro también. Hoy compito en el circuito». Jiri Lehecka, no obstante, es otro nivel, y vuelve a repetir que le sorprender­ía ganar. Pero es Nadal el que hace la magia.

Hoy también juega Carlos Alcaraz (16.00 horas, RTVE y Movistar), contra Jan-Lennard Struff, en la reedición de la final del año pasado.

Rafael Nadal «Hace tres semanas los chavales de la academia me ganaban cada día, ahora estoy compitiend­o»

«Es una incógnita cómo estará mi cuerpo, hace mucho que no jugaba tres horas. Soy impredecib­le»

 ?? // AITOR MARTÍN ?? Rafa Nadal festeja su triunfo ante Cachín
// AITOR MARTÍN Rafa Nadal festeja su triunfo ante Cachín

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain