ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

POR IMPERATIVO LEGAL

La fórmula con que Puigdemont y Otegui se chotean de nosotros

- MAYTE ALCARAZ

YO hago por imperativo legal muchas cosas al día. Por ejemplo, pararme en los semáforos, incluso cuando tengo prisa; o ceder el paso a los peatones aunque pierda un vuelo. O pagar a Hacienda aunque en ese momento me venga mal (la pregunta es si habría un momento del día en que me viniera bien). Por imperativo legal tengo dinero en la cuenta corriente cuando me van a pasar la factura del agua y, por imperativo legal, pago en el supermerca­do la compra y no me hago un sinpa, que a veces molaría. Por ese imperativo legal no entro en Gucci y me llevo el bolso que no consigo (este año tampoco) que los Reyes Magos tengan a bien dejarme en casa. Por imperativo legal no araño el coche del vecino que invade desde hace años mi plaza de garaje, lo que me obliga a multiplica­r mis maniobras de aparcamien­to, el mismo imperativo legal que me obliga a satisfacer mensualmen­te la comunidad de vecinos si pretendo disfrutar de las zonas comunes de la urbanizaci­ón. Por imperativo legal evito calumniar o injuriar a cuantos aludo en mis artículos, el mismo imperativo legal que me obligaría a responder ante los tribunales si cruzara la línea de la difamación. Cuando murió mi padre, por imperativo legal sus hijos tuvimos que volver a pagar impuestos para recibir la modesta casa que él compró y de la cual ya tributó durante toda su vida. Y por imperativo legal, cuando me pagan por hacer un trabajo, qué menos que tener el detalle de hacer la labor que me encomienda­n lo mejor posible.

La socializac­ión del ser humano hace que decenas de acciones cotidianas respondan a un imperativo administra­tivo o legal, sin el cual nuestra convivenci­a sería imposible. Por eso, a los que cumplimos habitualme­nte con el imperativo legal nos fastidia especialme­nte que individuos como Puigdemont, que han hecho del choteo al imperativo legal su razón de ser, manosee ese concepto que no es más que una manera de enmascarar su vocación golpista. Esa fórmula, con la que se desprecia nuestro ordenamien­to jurídico, también es la preferida –Dios los cría...– de terrorista­s como Otegui. Como caerá en saco roto reclamar que por imperativo legal se prohíba decir que por imperativo legal se promete una Constituci­ón democrátic­a, me atrevo a sugerir a Otegui y Puigdemont (ellos sabrán repartírse­lo) situacione­s en las que el imperativo legal sí es exigible.

1.- Por imperativo legal (y moral) no se pertenece a bandas terrorista­s que matan a inocentes.

2.- Por imperativo legal no se liquida a toda la oposición en un Parlamento para dar un golpe contra la legalidad.

3.- Por imperativo legal no se adoctrina a una sociedad ni se practica el «apartheid» con quien no está de acuerdo contigo.

4.- Por imperativo legal no se huye al extranjero dejando tirados a compañeros que responden ante la Justicia mientras el susodicho come mejillones.

5.- Por imperativo legal un diputado que quiere ser investido presidente de una comunidad deja de esconderse y se presenta en el Parlamento.

Todo esto, sí, por imperativo legal.

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