ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

PRESIDENTE

En la entrevista de Letterman a Obama, este es el que domina el espectácul­o

- ROSA BELMONTE

David Letterman anda ahora entre Max von Sydow en «Robin Hood» y Charlton Heston en «Los diez mandamient­os» después de la zarza. Y no solo por la barba bíblica. Parece que vive en otro siglo. Uno anterior. O dos. Netflix le deja que haga entrevista­s (hasta a Malala, cielos). «No necesitan presentaci­ón» se ha estrenado con Barack Obama. Hay un momento en el que Letterman habla de dispositiv­os (devices). De los dispositiv­os que tienen su hijo y las hijas de Obama (qué pesadez tanto hablar de sus hijos). Obama le dice que no los llame dispositiv­os, que son móviles (smartphone­s). Obama parece el presentado­r, el maestro del mundo del espectácul­o, el que sabe de televisión (le explica el sentido del plano final cuando se van por el pasillo), el que sabe del mundo actual y se lo explica a ese abuelito a punto de darle un Werther’s Original.

Obama es el que cuenta qué es el big data (aunque esa expresión no la use). El que le habla de las burbujas informativ­as en que vivimos: «Si ves Fox News estás viviendo en un planeta distinto que si escuchas NPR» (la radio pública). Eso además de los algoritmos de Google y Facebook. «Y esa es la razón de que nuestra política esté tan polarizada ahora mismo». También explica que la vida fuera de la Casa Blanca parece ir a cámara lenta. Que si alguien le urge a hacer algo ya y él plantea verse al día siguiente le sugieren que en una semana. «De donde vengo, “ahora mismo” significa que si no haces algo en media hora alguien muere». Hay que reconocer a Sorkin que esa es la impresión que da en «El ala oeste».

A Trump no se le llega a nombrar pero planea durante la entrevista como un muñeco hinchable de Macy’s en Acción de Gracias, como la madre de Woody Allen en «Historias de Nueva York». Al final, Letterman confiesa a Obama que a él enseñaron que, independie­ntemente de quien ocupe el despacho oval, hay que respetar al presidente. «Usted es el primer presidente al que respeto completame­nte». «Qué halago», dice el otro. David Letterman se ha convertido en Victoriano Fernández Asís. Solo le faltó un «Muy bien dicho, señor presidente».

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