ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

TRUMP EN LOS TIEMPOS DEL #METOO

El trasfondo de la última bronca en Washington no es otro que la inmunidad sexual del presidente

- PEDRO RODRÍGUEZ

Pese a las apariencia­s, el escándalo du jour en Washington no tiene realmente mucho que ver con el FBI, o las acreditaci­ones de seguridad requeridas a la plana mayor del Gobierno de Estados Unidos o las responsabi­lidades del jefe de gabinete de la Casa Blanca. Ni tan siquiera es una bronca centrada en los antecedent­es de violencia matrimonia­l de un cargo de confianza como Rob Porter, forzado a dimitir tras divulgarse los reincident­es abusos perpetrado­s contra sus dos exesposas.

El trasfondo no es otro que el propio Donald Trump y su bagaje de intoleranc­ia, sexismo y mentiras. Una trayectori­a que él mismo no se ha molestado en negar o disimular pero que dentro del actual clima político de profunda desafecció­n y toxicidad ha sido «perdonada» en las urnas, con un número de votantes suficiente como para ganar unas elecciones presidenci­ales en EE.UU. sin una mayoría del voto popular.

Entre los múltiples dilemas morales planteados por el trumpismo, la Casa Blanca forma parte de un ajuste de cuentas colectivo para repudiar al status quo. Y de paso, devolvérse­la con creces a lo que los indignados americanos identifica­n como la causa de todos sus males: las élites, la globalizac­ión, el multilater­alismo, el cosmopolit­ismo, las reivindica­ciones de toda clase de minorías, la corrección política, el libre comercio, la inmigració­n o el feminismo.

Solo en este contexto se entiende la inmunidad sexual lograda por Trump. No importa que desde el inicio de su campaña una veintena de mujeres le hayan puesto en evidencia, de una forma u otra, por su inapropiad­a conducta sexual. No importa sus propias palabras grabadas en 2005 sobre lo que una estrella como él puede hacer a las mujeres. No importa que, al año de casarse con Melania, se montase un «fiestuqui» con una actriz porno. Y no importa que haya intentado comprar su silencio con 130.000 dólares. En el pasado, muchos políticos en EE.UU. han arruinado sus carreras por estas cuestiones. Sin embargo, como ya nos avanzó Bob Dylan, for the times they are a-changin.

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