ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
El hallazgo de otro disidente muerto desconcierta a Londres
Nikolai Glushkov, de 68 años, exiliado ruso y socio del difunto oligarca Boris Berezovski, quien fuera enemigo del presidente Vladímir Putin, fue encontrado muerto en su casa de Londres. Su cadáver fue descubierto por su familia y amigos en su domicilio de New Malden al suroeste de la capital británica la noche del lunes. Las causas de su fallecimiento se desconocen y la Policía, que no ha confirmado aún su identidad, cataloga la muerte como «inexplicable». Scotland Yard aseguró, además, que es la unidad antiterrorista la que está al frente de la investigación, «debido a las asociaciones que se cree que tuvo la víctima».
Glushkov fue en la década de los noventas uno de los gerentes de la aerolínea rusa Aeroflot y de la compañía de automóviles LogoVAZ, ambas propiedades de Boris Berezovski. En 1999, cuando el magnate se enemistó con Vladímir Putin y huyó al Reino Unido, Glushkov fue acusado de fraude y de lavado de dinero, y condenado a cinco años de cárcel. En 2004 fue liberado, y en 2006 abandonó Rusia antes de ser de nuevo condenado por un tribunal de Moscú a otros 24 meses de prisión. Años después, obtuvo asilo político en Gran Bretaña. En 2016, volvió a ser condenado a una pena de ocho años y una multa de 15.000 euros por defraudar presuntamente a Aeroflot 122 millones de dólares durante su mandato como director financiero a finales de la década de 1990. Glushkov negó todos los cargos en su contra.
Desde Londres testificó en el caso que Berezovski perdió contra el también oligarca y dueño del Chelsea, Roman Abramovich, muy afín al régimen de Putin. Tras perder el juicio, el propio Berezovski desapareció de la vida pública.
Berezovski fue uno de los hombres de negocios más poderosos de Rusia y jugó un papel decisivo en el ascenso de Putin al poder en 1999. Más tarde se enemistó con el presidente ruso y huyó a Londres en el año 2000, donde se convirtió en uno de sus críticos más feroces. Hasta que, aparentemente, «se suicidó» en 2013 en la casa de su esposa en Berkshire (Inglaterra). Según la policía la autopsia no mostró signos de lucha violenta, pero los familiares recurrieron. El forense dejó el caso abierto y aún continúa en los tribunales.
El propio Glushkov afirmó entonces que Berezovski fue asesinado. Y señaló que un gran número de exiliados rusos, entre los que incluyó al exespía Alexander Litvinenko, «habían muerto en circunstancias misteriosas». Precisamente ayer la ministra del interior, Amber Rudd, confirmó que la Policía y los servicios secretos británicos investigarán las denuncias que supuestamente relacionan a Rusia con catorce muertes en el Reino Unido en los últimos años y que en un principio no fueron tratadas como sospechosas.
Lo que también señalaron las autoridades es que no hay evidencia alguna de que el fallecimiento de Glushkov tenga algún vínculo con el envenenamiento del exespía ruso Serguei Skripal y su hija en Salisbury el pasado 4 de marzo. Su muerte se conoció a escasas horas de finalizar el ultimátum lanzado el lunes a Moscú por Theresa May y que terminaba ayer a medianoche. En él, la primera ministra exigía la aclaración inmediata de la participación de Rusia en el ataque con un gas venenoso.