ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

FARSA DE LA OPOSICIÓN CON LAS PENSIONES

Los partidos están construyen­do en torno a las pensiones una burda farsa de tinte preelector­al con los pensionist­as como rehenes

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EL debate sobre cómo garantizar el futuro de las pensiones siempre es complejo, alambicada­mente técnico, y viciado por una demagogia política insufrible por parte de quienes exigen una utilizació­n irresponsa­ble del gasto público para hipotecar a las futuras generacion­es. Las pensiones dependen de la creación de empleo, de la cuantía de los salarios y de la maltrecha pirámide demográfic­a. Si falla alguna de esas variables de la ecuación, falla el sistema. Así de sencillo. Es lógico que en España haya una alarma generaliza­da por el futuro de las pensiones, y es injusto que se utilicen como argumento arbitrario y oportunist­a para caldear la bronca política preelector­al, o para promover una movilizaci­ón ciudadana sectarizad­a. No es que falte un debate sosegado y sincero sobre el futuro de este derecho. Es que los partidos de la oposición usan las pensiones para fracturar a la sociedad con la absurda teoría de que el gasto público lo aguanta todo. Eso es una falacia.

Con todo, lo peor es la brutal demagogia que contamina todo en torno a las pensiones. La primera persona que habló en España de complement­ar las pensiones públicas con planes privados alternativ­os fue un ministro socialista hace 30 años. Y el primero que congeló las pensiones en España fue un presidente socialista en 2008. Es fácil, y queda bien, exigir hoy al Gobierno una inmolación asumiendo que las pensiones deben aumentarse conforme al IPC. Pero el objetivo es irreal aunque el propósito de Mariano Rajoy sea acercar lo más posible todo el universo de pensiones a ese índice, y no solo las de cuantía mínima o las de viudedad, como anunció ayer. Por eso tiene sentido que Rajoy vinculase ayer ese incremento a la aprobación de los Presupuest­os como modo de presión a Ciudadanos. Es muy cínico que la oposición reclame una subida de las pensiones que todos los españoles considerar­íamos justa y necesaria y que, a la vez, sin embargo, impida al Gobierno acercarse a ese objetivo vetando la aprobación de las cuentas públicas.

La oposición pretende convulsion­ar la calle con un «gratis total» populista carente de sentido. Pero las cuentas no solo no le cuadran al PP. No le cuadrarían a ningún hipotético gobierno del PSOE, Ciudadanos o Podemos, y el gran drama es que no asuman como un objetivo común e irrenuncia­ble trabajar conjuntame­nte para garantizar las pensiones. Tener hijos en España debería dejar de ser una odisea, y la precarieda­d laboral tendría que dejar de ser la norma común. También debería ser corregido el ingente gasto de una multitud de administra­ciones paralelas en España, ya que se trata de una reforma que el PP prometió y después dejó en barbecho. Si el Pacto de Toledo continúa paralizado no será culpa exclusiva del Gobierno. Todos los partidos están construyen­do en torno a las pensiones una burda farsa de tinte preelector­al con los pensionist­as como rehenes.

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