ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
La automoción de EE.UU., contra la política de Trump
La preocupación por la agresividad comercial de Trump no solo la tiene Harley-Davidson, sobre la que planea una posible represalia europea a las tarifas al acero y al aluminio. Ni los fabricantes europeos, a los que el presidente de EE.UU. volvió a amenazar el pasado fin de semana en un mitin en Pensilvania. También la comparten los productores de coches estadounidenses, para los que las tasas al acero y al aluminio –del 25% y del 10%– que ha anunciado Trump son una mala noticia. Aunque los fabricantes domésticos aseguran que la mayoría del acero de sus coches es americano, los aranceles supondrían el encarecimiento de piezas que les llegan de fuera. Las tasas «podrían repercutir en una subida de los precios, lo que dañaría la competitividad de los fabricantes estadounidenses», reconoció Ford tras el anuncio de Trump, que fue respondido por el mercado con caídas para las casas americanas en bolsa.
Un análisis de Goldman Sachs asegura que la medida resultaría en una pérdida de mil millones de dólares tanto para Ford como para General Motors, las dos grandes compañías del país. El impacto directo sería en los precios de los vehículos. «Las tasas no son buenas para nadie», criticó Steven Armstrong, responsable de las operaciones en Europa de Ford, en una entrevista. «Cualquier tipo de arancel supone malas noticias para nosotros y eleva nuestros costes, que al final tendremos que repercutir, probablemente en los consumidores».
Pérdida de empleos
Una opinión similar vertió Didier Leroy, vicepresidente ejecutivo de Toyota, fabricante con gran presencia en EE.UU. «No hay vencedores en una guerra comercial», aseguró. «El riesgo es para el consumidor final, que sentirá el impacto financiero porque probablemente tendrá que pagar más». La firma de análisis Cox Automative ha cifrado en 200 dólares el aumento de precio por vehículo debido a la medida. AutoTrends Consulting lo sitúa entre 200 y 300 dólares. «Las tarifas son impuestos, y el contribuyente estadounidense pagará el coste de esta guerra comercial», insistió Cody Lusk, el presidente de la principal asociación de concesionarios.
No solo el consumidor saldrá perjudicado. Los empleos podrían verse deteriorados. Por un lado, los miles de empleos que han creado las marcas europeas en Estados Unidos –800.000 vehículos alemanes salieron de plantas estadounidenses–. Pero además muchos de los empleos de la industria están en estados donde Trump tiene mucho poder electoral.