ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
EL REAL MADRID SE ENGANCHA A LA LIGA
A CUATRO PUNTOS DEL BARÇA TRAS VENCER AL CELTA (2-4) Y ASALTAR EL BETIS (3-4) EL CAMP NOU
Libertadores Tablas (2-2) en el primer acto del Boca-River Segunda B Tiros al aire para disolver un choque entre ultras Baloncesto Doncic ya brilla entre las estrellas de la NBA
El Madrid ha pasado su crisis y resulta que está a cuatro puntos y tiene además el comodín del entrenador si en algún momento considera que necesita otro. Solari es un precario, pero en ese vivir en precario el Madrid se está encontrando. ¿Y si hiciera de eso costumbre? Hacer crónica la provisionalidad, como un homenaje del Madrid al mercado de trabajo. El partido comenzó con unos controles sublimes de Benzema. Es un adjetivo bastante cursi en este contexto. Excelsos también. Pero es que además de ser muy buenos contrastaban con la tristeza un tanto anómala que desde el principio amenazó al partido.
Benzema era lo único. El Madrid tuvo la pelota de inicio, sin brillar era superior ante un Celta que esperaba con una pasividad desconcertante y salía con un peligro más bien escaso y localizado en su banda derecha. Lucas Vázquez cerraba un lado, pero Reguilón estaba menos seguro porque Bale, aunque bajaba, tenía que volver de posiciones de delantero.
Ese primer argumento del partido entró en un paréntesis con la lesión de Casemiro. Estuvo probando su tobillo desde el minuto 8 hasta el 18 en que ya claramente cojo reclamó al banquillo que alguien saliera en su sustitución. No pasó nada mientras, como si todos esperasen a que se aclarase su situación, pero inmediatamente después Roncaglia remató un córner al palo. Era el cuarto a favor de Solari en
Crónica negra en defensa Casemiro, Reguilón y Nacho abandonaron el campo con lesiones. Lucas acabó de lateral izquierdo
Vuelven los goles El Real Madrid volvió a destacar por el acierto y la contundencia en el área rival tras meses de sequía
cuatro partidos. Si Zidane nos enseñó algo es que en el Madrid, como en el surrealismo, el azar es objetivo. Del palo se pasó al gol con un pase (por fin) de Modric a Benzema, que controló con delicadeza mientras giraba por completo. No «giró y templó», ni «templó y giró», sino que detuvo la pelota en plena rotación sin dejar de avanzar. Después, con el balón emplatado, ya solo tuvo que colocarlo. Aun haría otra genialidad con un pase que Kroos falló garrafalmente. Estas florituras de Benzema eran tan importantes como su liderazgo. Ofrece a los demás un permanente desahogo de lucidez.
Tras el gol, el Madrid tuvo unos buenos minutos que desquiciaron al Celta. Empezaron las patadas y hasta los gestos de Aspas, faro del equipo al que sus compañeros no veían, cegados por no sé sabe qué ofuscación.
Undiano empezó a sacar amarillas, casi todas muy merecidas. Casemiro se había lesionado y Bale comenzó a cojear después de otra entrada. Extrañamente era el único con guantes en el campo. Mientras surgían las comprensibles dudas sobre su estado físico, y como una recreación solidaria de la Batalla de Somme, fue Reguilón el que se tiró al césped inhabilitado. Le sustituyó el joven Javi Sánchez. El Madrid ya había perdido dos futbolistas y se iba al descanso con la funesta e intermitente cojera de Bale.
La segunda comenzó igual: sutileza de Benzema con tiro al palo. Seguía siendo lo mejor. Sufriendo el juego del Madrid surgía la pregunta: cómo tienen que estar Isco y Asensio para que el errático pero constante (o constantemente errático) Lucas sea titular.
Colapso en la defensa
La noche era de Benzema, el mejor Benzema de siempre. Una recuperación arriba acabó en el segundo gol tras su regate con caño a Roncaglia, mareado por completo. De nuevo dos cosas a la vez:caño y recorte en una. El disparo emprendió una carambola feliz: dio en el palo, en el portero y luego en Cabral, que llegaba sentenciado.
El Madrid había llevado el partido a una fase durmiente demasiado pronto y el Celta reaccionó con un golazo de Mallo en difícil empalme.
Con la alegría, el Celta hizo cambios y su media se entonó con Brais. En el Madrid la noche tomaba un cariz dramático. Nacho se quejaba de la rodilla y Odriozola afectaba un calambre.
La zozobra no era total por la seguridad que transmitía Courtois, aunque Ceballos estuvo temerario perdiendo balones que debía asegurar.
Se fue Nacho y de lateral izquierdo se tuvo que poner Lucas. Ya no había más. Ni más defensas ni más cambios.
El Madrid cojitranco y remendado, «pupas» y de urgencia se fue agarrando al partido y a la Liga. Odriozola siguió subiendo más lejos que nadie y le hicieron el penalti del 1-3 que marcó Ramos, de nuevo a lo Panenka. El día que se lo paren será cómico, pero nadie lo hace. Nadie puede imaginar que lo va a volver a hacer. Pero lo hace. No deja de hacerlo.
Ya contra diez, Ceballos cerró con un gran chut. Vuelven los goles al Madrid, y qué goles. Y en el descuento, cuando el partido ya era otra cosa, Brais hizo el 2-4. Partido difícil de entender y hasta de mirar.
Al final, Bale abandonó el campo igual que entró, caminando como Patrick Swayze. Ya no se sabe si está lesionado o es así.