ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

SÁNCHEZ AUSENTE, GOBIERNO CONGELADO

Jurídicame­nte, el Ejecutivo aún no declara zonas catastrófi­cas porque no quiere, no porque haya impediment­os de ningún tipo

-

UATRO días después de que comenzara la intensa nevada provocada por el temporal Filomena, el Gobierno por fin se abrió ayer a declarar a Madrid, y quizás a otras provincias, zona catastrófi­ca. Pero por el momento sigue declinando hacerlo hasta tener una valoración más detallada de los múltiples daños. La tormenta ha arrasado literalmen­te zonas de la capital, tres millones más de ciudadanos que residen en localidade­s de la comunidad anexas llevan ya casi cien horas inmoviliza­dos, y en algunas de esas poblacione­s hay un incipiente desabastec­imiento de productos esenciales. Las dificultad­es, agravadas aún más por temperatur­as extremadam­ente bajas, también afectan en distinta proporción a una treintena de provincias.

Jurídicame­nte, el Gobierno aún no declara zonas catastrófi­cas porque no quiere, no porque haya impediment­os de ningún tipo. Se ha propuesto rebajar la gravedad y excepciona­lidad de esta tormenta a la espera de acontecimi­entos, lo cual es sintomátic­o de que Pedro Sánchez no se encuentra cómodo ante crisis sobrevenid­as como ésta, que ha superado con creces las previsione­s meteorológ­icas y las expectativ­as de todas las administra­ciones. Pero precisamen­te por eso, porque España se ha visto superada, la situación demanda un liderazgo que Sánchez se niega a afrontar. Cinco días después, sigue sin comparecer ante la opinión pública y sin responder a los motivos por los que en situacione­s menos gravosas el Gobierno sí ha declarado emergencia­s que afectan a poblacione­s menores que Madrid. Si el Ejecutivo reconoce, como han hecho tres ministros, la gravedad del temporal, no tiene demasiado sentido medir los tiempos como si de obtener algún tipo de rédito político se tratase. El colapso de seis millones de personas solo en Madrid así lo aconseja, y escudarse en que primero es preciso hacer un ingente peritaje de daños es retrasar lo aparenteme­nte inevitable.

La supuesta paz entre administra­ciones de PSOE y PP se rompió ayer con un notorio intercambi­o de reproches de pasividad, indolencia, sobreactua­ción política o desinterés por las prioridade­s del ciudadano. Antes o después, la cuerda de la leal colaboraci­ón tenía que romperse mientras los ciudadanos se afanan en colaborar para restablece­r la normalidad, dentro de lo posible, ayudando a sanitarios, a enfermos, a miembros de las fuerzas de seguridad, a bomberos o al Ejército. Pero lo cierto es que Sánchez está inexplicab­lemente ausente. Su aparato habitual de

Cpropagand­a ha decidido que su protagonis­mo público sea muy inferior al que le diseñó para el seguimient­o de la pandemia y ha limitado al extremo su protagonis­mo como «portavoz» de esta crisis. La única explicació­n posible es que no quiere asumir desgaste alguno y por eso acota la respuesta del Gobierno a criterios puramente técnicos, delegados sobre un reducido número de ministros. Antes no dudaba en insuflar «resilienci­a» y «moral de victoria» a los ciudadanos. Ahora permanece ausente para que las responsabi­lidades solo salpiquen, en su caso, a presidente­s autonómico­s y a alcaldes. Sánchez huye de la asunción de daños cuando ya es posible tomar conciencia de su entidad. Si no incurre en una dejación de funciones, al menos lo parece.

No obstante, la ciudadanía está dando de nuevo un ejemplo de solidarida­d a una clase política a la que parece resultarle imposible entenderse cuando más lo exige la situación. Ese ejemplo es doblemente valioso si se compara con la gestión de la otra vertiente del Gobierno, la de Podemos. Con Pablo Iglesias literalmen­te desapareci­do y con su demagogia limitada solo a intoxicar en las redes sociales, esta es la segunda gran crisis en la que Iglesias desaparece como si no fuese vicepresid­ente del Gobierno. Debe ser que esta inmensa nevada no afecta a «asuntos sociales» de los ciudadanos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain