ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
«La Verja no separa países, separa mundos»
LA LÍNEA DE LA CONCEPCIÓN/GIBRALTAR a Línea es el topónimo más preciso de Europa. Todo está separado por líneas invisibles pero infranqueables en los predios de Hércules. El Atlántico y el Mediterráneo trazan su mediatriz en el combate del oleaje y en la guerra fría de las corrientes. El levante y el poniente se dan la espalda en la angostura de agua que queda entre el Hacho y el Peñón, las dos columnas mitológicas que separó Heracles para romper Occidente en dos continentes. España y el Reino Unido se disputan una piedra estratégica, un lunar oscuro en el azul entre Europa y África desde el que se divisa el lugar exacto donde la armada napoleónica le partió la espalda al almirante Nelson. La playa de Levante está rota por la Verja. En aquel lado se llama Eastern Beach, pero la arena y el mar no distinguen ninguna frontera en Mala Bahía. Eso es cosa nuestra. Y ahora España y el Reino Unido ultiman un acuerdo para que sea cosa del pasado. Aurora Cortés trabajó toda su vida en el Hospital de San Bernardo y actualmente cobra una pensión del Gobierno británico. Ella lo explica mejor: «Este es un sitio en el que nadie puede fiarse de nadie, pero tampoco es ese lugar que cuentan los cronistas forasteros».
El Estrecho es una extraña babilonia de cristianos, anglicanos, judíos, musulmanes, hindúes… Pero sobre todo es un confín de piratas, tanto en el mar como en tierra. Los llanitos –es una paradoja sublime que a los habitantes de un risco que se divisa desde las dos orillas se les aplique este gentilicio– hablan como los futbolistas. Ni español ni inglés. Andaluz de Londres. Y a pesar de su distancia con las islas madres y de su cercanía con la tierra hermana, todos conservan un raro misterio identitario. Al fin y al cabo, viven en la verdadera «Trafalgar Square». Desde Rock
LGun Batery, el baluarte más alto de este promontorio al que los griegos llamaban Kalpe, donde sobreviven los monos africanos que la leyenda dice que se quedaron a este lado cuando el hijo de Júpiter partió el mundo en dos, se divisa el faro en el que cayó el héroe inglés, punto de fuga de todas las culturas: la Mujer Muerta –montaña simbólica de la costa marroquí–, la sierra de Cádiz, los dos mares, el alminar de Tánger, el campanario de la iglesia de Algeciras, el Templo Hindú, Ceuta serpenteando las aguas con su brazo que intenta golpear España, Tarifa estirando el cuello para asomarse a África, las ruinas romanas de Baelo Claudia en Bolonia, la muralla portuguesa ceutí, los malteses, los italianos, el edificio protestante de King’s Chapel, la mezquita de Ibrahim al-Ibrahim en el barrio de Europe Point, el consulado donde se casaron John Lennon y Yoko Ono, las ballenas, las almadrabas, los inmensos barcos cargueros, las lanchas de los narcos, las pateras…
Marejada continua
Fernando Villalón, poeta del 27, escribió que el mundo se divide en dos, Sevilla y Cádiz. Habría sido más atinado decir La Línea y Gibraltar. El presidente de la Audiencia de Ceuta, Fernando Tesón, hace ese paralelismo de forma tajante: «Aquí las fronteras no separan países, separan mundos». Por eso la crónica de un paracaidista, como denuncia Aurora, sería ininteligible. Es mejor que hablen los que han gastado decenas de pares de zapatos cruzando cada mañana la «focona», que así es como llaman los lugareños a la barrera: «Four corner» pasado por el tamiz andaluz se dice «focona». Y ni así conseguiremos comprender este arcano que el Brexit está a punto de desalambrar. Estos días está lloviendo fuerte en el Estrecho. La ventolera se lleva los cuerpos. El mar está irritado. Pero la gente es tranquila. Vive acostumbrada a toda clase de marejadas.
Rebeca pasa el control en su coche. La policía inglesa la conoce. Casi no necesita bajar la velocidad para cambiar de país a pesar de la barrera. Ella es cordobesa. Tuvo que marcharse a Francia