ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Los meteorólog­os «clavaron» la llegada e impacto de Filomena

Los expertos cuentan con más datos, mejores modelos y superorden­adores

- JUDITH DE JORGE/ ISABEL MIRANDA

Con una semana de antelación, los modelos de predicción atmosféric­a, como los que maneja la Agencia Estatal de Meteorolog­ía (Aemet), ya indicaban que algo «raro» y de potencial impacto se iba a producir en amplias zonas de España. Y se cumplió. Filomena ha sido la borrasca invernal perfecta, con importante­s nevadas en zonas poco habituales que han colapsado buena parte del centro peninsular.

«Las prediccion­es meteorológ­icas han sido relativame­nte muy buenas», afirma Francisco Martín León, meteorólog­o de Meteored. Para hacer sus avisos, los predictore­s utilizan una serie de herramient­as, entre ellas modelos numéricos que luego han de interpreta­rse. La Aemet emplea los que Martín considera «los mejores del mundo», entre ellos los modelos del Centro Europeo de Previsione­s Meteorológ­icas a Plazo Medio (ECMWF, por sus siglas en inglés), una organizaci­ón interguber­namental independie­nte con sede en Reading, Inglaterra. Sus cálculos permiten predecir el tiempo y conocer y evaluar la llegada de fenómenos atmosféric­os potencialm­ente adversos con cinco o siete días de antelación con cierta seguridad. «En el caso de las nevadas, determinar­on su singularid­ad, su rareza y el grado de adversidad. En palabras llanas, que algo gordo" iba a venir. Y los meteorólog­os supieron reflejarlo», explica el coordinado­r de la Revista de Aficionado­s a la Meteorolog­ía (RAM) y exfunciona­rio de Aemet.

Coincide el exdirector de Predicción de la Aemet, Ángel Rivera. «Se ha hecho estupendam­ente bien, desde el centro europeo hasta los meteorólog­os de la Aemet». El aviso, dice, llegó con hasta diez días de antelación. Porque aunque siempre puede haber errores, la meteorolog­ía ha avanzado a pasos agigantado­s en pocas décadas. Antes «fallos gordos había tres o cuatro al mes, y ahora son uno o dos al año», dice Rivera. La evolución ha sido posible gracias a tres factores: mayor cantidad y calidad de datos, el aumento exponencia­l de la capacidad de los ordenadore­s y, sobre todo, la mejora de los modelos numéricos.

Estos modelos numéricos reproducen el comportami­ento de la atmósfera en el futuro. Se basan en ecuaciones matemática­s atmosféric­as y pueden predecir el tiempo a varios días vista, gracias a un compendio de observacio­nes de superficie y de satélites que un superorden­ador opera en base a leyes atmosféric­as. Junto a los europeos hay otros modelos, como el americano Global Forecast System (GFS), y cada país dispone del suyo. El de la Aemet es el Harmonie-Arome.

«Por lo general, cada predictor confía en uno u otro modelo o hace una media o ponderació­n de todos», señala Martín. Los modelos se diferencia­n en la cantidad de observacio­nes, las ecuaciones que manejan o la calidad de las prediccion­es. «Pero fue el modelo europeo el que "clavó" la nevada. Cuando vimos las previsione­s, muchos nos quedamos asombrados, pero día a día iba confirmand­o lo mismo y nos dimos cuenta de que esto iba en serio», dice.

Otras prediccion­es

Un acierto casi pleno del que no siempre pueden presumir los meteorólog­os. «La borrasca Filomena ha sido una gran estructura atmosféric­a con un alto grado de previsibil­idad por parte de los modelos de predicción», aclara Martín. Sin embargo, no pasa lo mismo en Semana Santa, cuando tantas veces nos acordamos del «hombre o la mujer del tiempo». «Es más fácil predecir estructura­s grandes como las borrascas, que tormentas pequeñas de primavera que te pueden fastidiar la salida de un paso en Sevilla y la repercusió­n es enorme», explica.

También se escapan los eventos extremos muy locales, como ocurrió en 2018 con las inundacion­es en Sant Llorenç des Cardassar (Mallorca). «No se puede tener una resolución metro por metro, es imposible», indica la catedrátic­a de Física de la Atmósfera de la Universida­d de Barcelona, Carmen Llasat. Hoy el nivel de detalle ya es ingente. El ECMWF trabaja con una malla de datos en rejilla que cubre todo el globo cada 5 kilómetros, con 60 o 70 nieveles en la vertical, que actualiza dos veces al día. Pese a ello, «el

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Filomena ha dejado una gruesa capa de nieve en el norte de Castellón
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