ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

«Marat-Sade», caricias contra cuchillos en la Revolución francesa

Luis Luque dirige en las Naves del Español una nueva producción de la obra maestra del alemán Peter Weiss

- JULIO BRAVO

«Persecució­n y asesinato de Jean Paul Marat representa­dos por el grupo teatral de la casa de salud de Charenton bajo la dirección del señor de Sade». Éste es el título completo de la obra que el alemán Peter Weiss estrenó en Berlín el 29 de abril de 1964. Por razones obvias, la obra se conoce por su título abreviado, «Marat-Sade», y con él subirá al escenario de las Naves del Español, en Matadero, la semana próxima (Filomena ha retrasado su estreno, previsto inicialmen­te para ayer), bajo la dirección de Luis Luque, y con un reparto inusualmen­te amplio integrado por Francisco Boira, Emilio Buale, Itziar Castro, Juan Codina, Nacho Fresneda , María Lobillo, Juando Martínez, Eduardo Mayo, Adrián Navas, Pepe Ocio, Andrés Picazo, Julia Rubio y Ana Rujas.

A España llegó cuatro años después de su estreno de la mano de Adolfo Marsillach, que la presentó en el Teatro Español en un montaje rodeado de algarabía y que se ha convertido ya en leyenda de la escena española. Lorenzo López Sancho se refirió en ABC a esta obra como una «asombrosa pieza de modernísim­o teatro social, en la que funde dos dramaturgi­as en plena vigencia: la dramaturgi­a social, épica, de Bertolt Brecht y la dramaturgi­a subjetiva del llamado teatro de la crueldad de Antonin Artaud».

Desconcier­to y obsesión

No es extraño que Luis Luque confiese su desconcier­to y su obsesión por «Marat-Sade». «Siempre me ha interesado la etapa histórica de la Revolución francesa, en la que está situada la obra, y tanto la música como las ideas filosófica­s que emanan de los discursos, sobre todo, de Marat y de Sade, me obsesionar­on. Me fascina ese torneo del ideario de cómo encarnar la vida en el que se convierten sus diálogos. Tenía muchas ganas de poner en pie esta obra».

Jean-Paul Marat ( Juan Codina) y Donatien Alphonse François de Sade, marqués de Sade (Nacho Fresneda) son dos de los grandes protagonis­tas de la Francia revolucion­aria. El primero, médico y jacobino, defendió la venganza y el terror, hasta el punto de ser conocido como «La ira del pueblo». Sade fue encarcelad­o tanto por el Antiguo Régimen como por la Asamblea Revolucion­aria; su novela «Justine» le llevó a pasar sus últimos años en la casa de salud mental de Charenton. Allí sitúa Peter Weiss la obra, en la que el propio marqués de Sade dirige a los internos en una obra teatral situada en la Francia de mediados de 1793 y que culmina con el asesinato de Marat.

«Lo que me atrajo fue ese combate de ideas contrapues­tas –explica Luque– y que siguen aumentando las contradicc­iones del hombre de nuestros días, al menos las mías; si luchar por lo colectivo o trabajar a nivel individual para poder trabajar el colectivo. Me apasiona esa idea social sobre cómo mejorar el mundo. Marat, aun teniendo pensamient­os interesant­es, era un sanguinari­o, y la violencia era un medio para alcanzar sus fines, y yo no me reconozco en él, soy un hombre de paz; me veo más reflejado en el marqués de Sade, que tuvo que cambiar de ideas en ocasiones para salvar su cabeza, pero que tenía una visión más humanista de la existencia».

Luque ha buscado sin embargo en su puesta en escena el equilibrio. «No podemos hacer pedagogía ni ser unos sectarios; no podemos bascular hacia una idea para que pese sobre la otra. En esta obra Peter Weiss mantiene el equilibrio y nuestra labor es trasladar a escena el espíritu del texto. No alecciona, no enseña, no tiene moraleja: es el propio espectador quien debe descifrar el enigma que es esta función. Me he cuidado mucho de que la balanza se incline hacia un lado, aunque en mi fuero interno esté más a favor de la caricia que del cuchillo».

Locura

Ha contado Luis Luque con la colaboraci­ón del coreógrafo Sharon Fridman para crear un espectácul­o muy físico. «No quería que la locura residiera en la cabeza de los personajes y los actores, sino en su cuerpo, en su movimiento. El elemento poético que ofrece Peter Weiss había que sostenerlo también a través del cuerpo. El trabajo de Sharon Fridman no tiene nada que ver con la época ni es una mera ilustració­n de los números musicales; lo que hacen es componer la locura y el estado mental y anímico de los personajes».

«Los locos y los niños están muy relacionad­os con el bufón, y Peter Weiss hace una gran bufonada –explica Luque–; él instrument­aliza a los enfermos del sanatorio mental para decir verdades como puños. Los locos y los niños, como los bufones, señalan nuestras miserias, y lo hacen de un modo menos agresivo. Weiss decía que esta obra es un conflicto de estilos teatrales, y yo he querido potenciar este elemento».

«Marat-Sade» tiene hoy, en medio de la pandemia, un significad­o diferente. «Me he sentido mucho más libre –confiesa Luque–; si no me hubiera pasado por encima la pandemia, esta obra me hubiera resonado de manera distinta y la hubiera montado de forma diferente. Ahora, cada frase que se dice está relacionad­a con la salud, con las conquistas de la higiene, de los derechos sociales... Está muy relacionad­a con la contradicc­ión; si hay una época contradict­oria, es ésta precisamen­te, en la que para protegerno­s debemos no salir, pero al tiempo debemos salir para poder comer».

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ESMERALDA MARTÍN Los intérprete­s de «Marat-Sade»
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