ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Generación Covid
«Se sienten frustrados. La pandemia ha dado al traste con muchos de sus planes», asegura el sociólogo Michael Corsten
Merkel y cuya imagen y concepto de su propio país lleva estampado, consciente o inconscientemente, el sello de las políticas de Merkel. Cuatro legislaturas consecutivas de estabilidad y prosperidad han visto crecer a estos jóvenes votantes, cuyo ADN político, al margen del partido al que decidan votar, está marcado por una preocupación generalizada y de reivindicación activa por la preservación del clima, un europeísmo más confiado que el de sus padres y un sentimiento de seguridad que pocas generaciones han disfrutado antes. La mayoría observa la política a través de las redes sociales y no sabe lo que es el paro juvenil (6,1%). Un 35% de ellos no come carne y muchos han conocido la campaña electoral de Joe Biden a través de videojuegos como Animal Crossing. El 37% votaría de nuevo a Merkel si pudiera y casi la mitad no sabe decir el nombre de otro candidato, a pesar de que ella ya no se presentará a las generales del 26 de septiembre. Son a la vez legado y herederos de la política de Merkel y, aunque expresan reproches a su gestión, incluso los más críticos comparten cierta inquietud por la Alemania que surgirá dentro de unos meses, tras las generales de septiembre, cuando la canciller deje de estar en su puesto y el país se adentre en un territorio para ellos inexplorado, ajeno a la autoridad de «Mutti Merkel».
Gestionar las crisis
«He aprendido de ella lo importante que es la estabilidad para mi país y lo pionero que es poner los intereses del país por encima de los del partido», dice Lilli, que vivió intensamente los días en que la CDU de su región pactó la investidura de su candidato con el partido antieuropeo y de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), todo un escándalo político. Merkel desde Berlín impuso de inmediato el retracto. Los cristianodemócratas perdieron el gobierno regional de Turingia pero sirvieron a Alemania, dice Lilli, que se presenta como número siete en la lista de la CDU en Erfurt. En el congreso que celebra el partido este fin de semana, desearía que fuera votado como presidente y sucesor de Merkel Norbert Röttgen porque significaría, cree, una línea de «continuidad».
«Merkel ha ido gestionando crisis tras crisis, eso lo ha hecho bien, y ha creado una sensación de seguridad», reconoce Sophia Pizano, estudiante de Derecho de 19 años, «pero Alemania es mucho más que Merkel y esa seguridad emana de todo un conjunto de instituciones y de la sociedad civil, que seguirán ahí cuando Merkel se haya ido». «Es cierto que la gente de nuestra edad pierde un referente, una constante que siempre estuvo presente, pero eso nos obligará a estar un poco más pendientes de la política. Hasta ahora estaba Merkel, ella se ocupaba, no era necesario implicarse demasiado porque todo iba rodado», admite, «aunque las movilizaciones por el clima demuestran que estamos dispuestos a luchar por nuestras propias metas como lo hicieron antes generaciones anteriores». Su compañera de estudios de Múnich, Katharina, añade que «además de su frase de ¡Podemos hacerlo!, durante la crisis de los refugiados, recordaré especialmente su estilo de gobierno, generalmente bastante comedido, y sus políticas moderadas a nivel internacional, especialmente su papel de mediadora dentro de la UE y entre el este y el oeste. Pero sobre todo la recordaré por haber sido la primera mujer canciller de Alemania, habiendo nacido en la RDA».
Su estilo de ser mujer ha fijado un referente del que carece el feminismo en otros países europeos. En sus reiteradas visitas a colegios y numerosos encuentros con ciudadanos, puntualmente dos al año cuando eran presenciales y por Zoom casi cada semana durante la pandemia, los jóvenes ocupan un papel protagonista y la canciller no deja pasar una ocasión sin animar a las chicas a estudiar carreras de ciencias. Esta generación alemana ha crecido con el «Girls Day» en las escuelas, el día en que las chicas no asisten a clase porque se reparten en visitas a laboratorios de bioquímica, retenes de bomberos o misiones de las fuerzas especiales GSG9, para abrir los ojos a profesiones tradicionalmente de hombres. La foto del G-20, en la que Merkel aparecía como única mujer, ocasionalmente acompañada por Theresa May, les ha proporcionado una imagen elocuente.
Voluntad política
«A mí me habría gustado que Merkel se hubiera ocupado de otros desafíos urgentes igual de bien que de las crisis, y me estoy refiriendo a la protección del clima o la pobreza en Alemania», se queja sin embargo Marco Böhme, que lleva 12 años militando en el partido Die Linke ( La Izquierda) en Leipzig. « Ha demostrado que, si se pone, el gobierno es capaz de movilizar recursos y aprobar leyes hasta poco antes impensables, pero hay muchos asuntos para los que ha faltado voluntad política». «Lo que puedo asegurar es que no nos vamos a aburrir», asegura sobre la era post-Merkel Jessica Rosenthal, que está estrenando la presidencia de los Jusos, las juventudes del SPD, «es un momento muy importante para los jóvenes porque por fin podremos hablar sobre grandes temas que nos importan, en lugar de limitarnos a ver cómo los engranajes del gobierno giran».
En las generales de 2017, votó el 68% de los 5,4 millones de votantes menores de 24 años, mientras que la participación de todo el electorado en su conjunto rondó el 76%. El 25% de los votantes de menos de 24 años votó a Merkel. Entre los 18 y los 21 años, ese porcentaje subió hasta el 38%. Respecto al resto del voto joven, el 18% votó a los socialdemócratas del SPD, el 13,2% a los liberales del FDP, el 12% a Los Verdes, el 10,5% a La Izquierda y el 8% a AfD, el partido antieuropeo y antiextranjeros Alternativa para Alemania. En las posteriores elecciones regionales de Sajonia y Brandemburgo, sin