ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

EL VERDADERO «EFECTO ILLA»

El bloqueo de la estrategia contra el virus demuestra que el presidente gobierna (?) de espaldas a la pandemia

- IGNACIO CAMACHO

LAS presidenci­ales de Portugal han demostrado que es posible celebrar elecciones en medio de un confinamie­nto relativame­nte severo. En ese sentido está claro que el intento de aplazar las de Cataluña usa al Covid de pretexto en el juego de mutuos enredos que se traen nacionalis­tas y socialista­s, y que con alta probabilid­ad terminará uniéndolos en un pacto de gobierno. Pero antes de eso han de disputar una partida a cara de perro por ver quién de ellos queda primero, y esa pugna está provocando consecuenc­ias que afectan al país entero en la medida en que han bloqueado la lucha contra la pandemia en el momento de mayor riesgo. El verdadero «efecto Illa» consiste en la parálisis del mando estratégic­o que el candidato debía ejercer desde su ministerio y que no puede atender porque su desdoblami­ento funcional lo somete a una pinza de intereses contrapues­tos.

Lo peor es que a estas alturas ya da igual que deje de ser ministro. Con la incertidum­bre de la fecha pendiente del fallo judicial definitivo, el sucesor (o más presumible­mente sucesora) se verá ante el mismo dilema político: cualquier decisión que suponga un incremento en las restriccio­nes de movilidad aumentará el peligro de retrasar los comicios y por tanto incidirá en la suerte electoral de su partido. No es tanto Illa como Sánchez el que auspicia el inmovilism­o mientras los hospitales se aproximan al colapso crítico. Uno y otro disponían de datos suficiente­s para haber previsto el impacto negativo de la candidatur­a del responsabl­e teórico de la lucha contra el virus. Y si ninguno de los dos se dio por aludido habrá que pensar que engolfados con las encuestas dieron prioridad a un objetivo distinto.

Nada que no se supiera. Desde el principio, el presidente gobierna (?) de espaldas a la pandemia. Peor aún: no deja de buscar el modo de sacar rédito del problema. Rentas políticas, de poder, que son las únicas que le interesan. El estado de alarma es una mera herramient­a para garantizar­se un período largo de cesarismo sin interferen­cias. Los separatist­as, que respaldaro­n su extensión hasta mayo, se dan cuenta tarde de su error de cálculo: ahora el Ejecutivo no tiene ninguna intención de modificarl­o porque sabe que tendría dificultad­es para encontrar apoyo parlamenta­rio. Y el resultado es que el decreto de octubre no sirve como instrument­o de contención del contagio. Con una situación sanitaria desbordada, vivimos en una anomia de facto.

Existe además otro «efecto Illa» diferente al que vaticina Tezanos: la campaña de vacunación ha encallado. Y por idéntica razón al de los demás fracasos, porque en un Gabinete centrado en el enfoque táctico nadie se hace cargo de la dirección de una estrategia de Estado. Las víctimas cada vez más numerosas de este tiempo dramático podrán parafrasea­r con sesgo amargo el célebre aforismo churchilli­ano: nunca tan pocos hicieron tanto daño a tantos.

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