ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
La agonía de la democracia
efecto vinculante», y perdía su oficialidad en tanto que la Generalitat abandonaba su organización, que quedaba en manos de la entidad cultural Òmnium. Mas cumplió, pero para asegurarse el apoyo parlamentario de Junqueras, mandó a su vicepresidenta proclamar los resultados desde la misma sede oficial que se usa para ello en las elecciones legales.
Plebiscitarias
Mas había cumplido formalmente con su compromiso pero Junqueras detectó la trampa y las tensiones entre Convergència y Esquerra pronto se hicieron insoportables. Las encuestas favorecían a Esquerra. Mas temía perder la Generalitat y forzó a ERC a una candidatura unitaria liderara por él, con el argumento de que las elecciones, convocadas para el 27 de septiembre, serían «plebiscitarias» y con una «hoja de ruta» para conseguir la independencia en 18 meses. Nunca antes nadie se había atrevido, ni en Cataluña ni en el resto de España, a desvirtuar el propósito de unas elecciones democráticas.
Camino al 1 de octubre
A pesar de que la candidatura unitaria, Junts pel Sí, ganó las elecciones, dependía de la CUP para investir a Mas, y se negó a ello. A última hora, Mas, sin fuerza para volver a conseguir la candidatura única y seguro de que unas segundas elecciones las ganaría Junqueras, dio «un paso al lado» y propuso a Carles Puigdemont como president. Era la primera vez que alguien a quien nadie había votado se convertía en presidente de la Generalitat. El hasta entonces alcalde de Gerona prometió otro referendo de independencia en menos de dos años.
El salto al vacío
El refrendo ilegal se celebró el 1 de octubre, organizado por la Generalitat y bajo la promesa de aplicar los resultados en un plazo máximo de 3 días. El Parlament, sin ningún convencimiento pero a todos los efectos, declaró la independencia de Cataluña el 27 de octubre. Aquella misma tarde el presidente del Gobierno anunciaba la aplicación del artículo 155, el cese inme
Por primera vez un partido no nacionalista ganó las elecciones al Parlament, pero el independentismo invistió, otra vez, a un presidente que nadie había votado: Torra, comercial de seguros de quien Puigdemont esperaba absoluta lealtad. Ahora la Justicia ha frenado el penúltimo pucherazo
diato del gobierno de la Generalitat y convocaba a los catalanes a las urnas –era la primera vez que el Gobierno convocaba unas elecciones autonómicas– el 21 de diciembre.
Presos y fugados
Puigdemont y algunos de sus consejeros decidieron fugarse a Bélgica antes de comparecer ante el juez; Junqueras lideró el grupo de los que se quedaron y fueron encarcelados. A las elecciones del 21D, además de haber sido convocadas de un modo excepcional, se les unía la rareza de que muchos de sus candidatos o no estaban en España o estaban en la cárcel. Puigdemont prometió que si estaba en condiciones de ser presidente asumiría el riesgo de regresar para ser investido, pero faltó a su palabra. El independentismo volvió a obtener la mayoría absoluta, pero fue la primera vez desde la recuperación de la democracia que un partido político no nacionalista (Ciudadanos) ganaba unas elecciones al Parlament. Otra vez los partidos independentistas invistieron a un presidente al que nadie había votado: Quim Torra, comercial de seguros y editor, de quien Carles Puigdemont es
23,9% muy claro al respecto: «Legalmente, la abstención del 14-F es irrelevante. Las decisiones y los argumentos jurídicos son otros. Claro que importa la abstención, pero esta no puede ser la justificación para desconvocar unas elecciones». Un hilo argumental que suscribe Pablo Nuevo, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Abad Oliba CEU: «El criterio tiene que ser el derecho al voto. Es muy difícil saber el motivo por el que la gente vota o no. Seguro que hay gente que no vota según el tiempo».
Para paliar la abstención, en periodo de pandemia o fuera de ella, la clave es facilitar el voto, que muchas veces se confunde con «incentivar» la participación. Teresa Freixes, catedrática de Derecho Constitucional, lo explica de la siguiente manera: «Si el Govern no quiere una alta abstención, que favorezca el
peraba una absoluta lealtad.
Ruptura, inhabilitación y ABC
Torra no es un político pero por su mezcla de fanatismo y oportunismo pronto se encontró cómodo en el cargo. Hasta tal punto que cuando la sentencia del Tribunal Supremo sobre los lívoto por correo. En un contexto de pandemia, como el actual, es el sistema más seguro». Es decir, dedicar recursos de la administración a combinar el ejercicio del voto y la seguridad sanitaria. Lo define Joan López, director general de la agencia de comunicación Strategycom y colaborador de ABC: «La abstención será culpa del gobierno independentista, porque las elecciones tenían que ser el 14-F y con garantías sanitarias».
¿Qué entendemos por «garantías sanitarias»? Todos los expertos coinciden en lo apuntado por Freixes: facilitar el voto por correo. Otra medida: «Urnas móviles en los hospitales, para que las personas con problemas de movilidad tengan la posibilidad de votar», añade Gabriel Colomé, profesor titular de Ciencia Política en la UAB. Arenas lo explica de la siguiente manera: «Dentro del deres políticos del «procés» se dio a conocer, anunció en el Parlament, y sin haberlo consensuado con nadie, un tercer referendo. La ruptura con Puigdemont fue total y Torra, que mientras tanto se buscó una «salida honrosa» forzando su inhabilitación, jugando a colgar y descolgar pancartas reivindicativas del balcón del parespeto a la ley, multiplicar los espacios electorales y, si fuera posible, distribuir por franjas horarias a los votantes, ampliar el horario de las votaciones... Todo lo que se nos pueda ocurrir dentro de la ley para que el mayor número de personas puedan ir a votar sin el mayor temor. El riesgo de ir al colegio o al supermercado no es menor, y se está haciendo bien».
Nuevo advierte, observando lo que pasó en noviembre en Estados Unidos, de que «si se amplían los plazos para votar por correo, igual hay más voto y aumenta la participación», justo lo contrario de lo que teme Aragonès. Si se analiza la serie histórica desde 1978, la alta abstención en las lacio de la Generalitat, estaba decidido a convocar elecciones entre final de año y principio del siguiente (2020), pero llegó la pandemia y retrasó sus planes. Pasado el confinamiento, al final del verano, ABC explicó sus planes de adelantar las elecciones a octubre, y que lo anunciaría por sorpresa en una entrevista que ya tenía concertada en TV3. Puigdemont, que no estaba al caso, se enteró al leerlo, llamó a Torra, y consiguió convencerle de que le diera tiempo para buscar a un nuevo candidato para su partido. Torra fue inhabilitado y Pere Aragonès asumió las funciones del presidente.
Penúltima intentona
Precisamente Aragonès, al detectar el auge en las encuestas del nuevo candidato del PSC, Salvador Illa, decretó aplazar unas elecciones ya convocadas con el pretexto de la salud, cuando en Cataluña se puede perfectamente pasear y almorzar en los restaurantes, y los colegios están abiertos y con un índice bajísimo de infectados. La Justicia ha frenado, por el momento, este penúltimo pucherazo, y parece que las elecciones podrán celebrarse en la fecha prevista del 14 de febrero. autonómicas ha sido una constante y solo el «procés», probablemente, motivó la alta participación desde 2012, cuando la abstención fue de un 32,24%. Entre 1980 y 2010 la abstención se movió entre el 35 y el 45%, lejos del dato de 2017, 2015 (25,05%) y 2012. López cree que el ruido independentista en este asunto es una jugada política: «En el fondo, ni Junts ni ERC quieren votar el 14-F desde antes de convocar. La abstención les ha favorecido siempre». Colomé concluye así: «Ni sabemos cuánta gente irá a votar, ni los motivos. Lo que hay que hacer es remediar los problemas. Y el problema lo creó el que redactó el decreto de suspensión del 14-F».
Facilitar Expertos consultados por
ABC instan al Govern a facilitar el voto con nuevas
fórmulas