ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

ILLA SE VA, EL PSC PERMANECE

Nada se hace en La Moncloa sin las encuestas en la mano y el interés del PSOE en la mirada

- JUAN FERNÁNDEZ- MIRANDA

res y han sido los arquitecto­s de la línea política del PSC en los últimos seis años, entre ellos hay algunos matices importante­s. Por ejemplo en la cuestión de los indultos Iceta ya dejó claro hace tres años que es un firme partidario. A ese respecto Illa es mucho más cauteloso. Aunque fue bajo el liderazgo de Iceta cuando el PSC abandonó su defensa del referéndum pactado en Cataluña, es en principio una figura más condescend­iente con la retórica nacionalis­ta. Illa, en cambio, fue el rostro del PSC que en 2017 participó en las manifestac­iones de Sociedad Civil Catalana en pleno auge del golpe independen­tista. Unas movilizaci­ones que generaban incomodida­d en el PSC porque los situaban junto a Ciudadanos y PP. En aquella primera histórica marcha el PSC dio a sus militantes libertad para asistir. Fue Illa y no Iceta quien asistió.

El cambio de estilo entre ambos es abismal. El día y la noche. Si de Illa se ha destacado su sobriedad, a Iceta le caracteriz­a lo contrario. El líder del PSC ha hecho gala en muchas ocasiones de una incontinen­cia verbal importante. Que le ha provocado sonoros patinazos. Hasta el punto de que en Ferraz tenían muy interioriz­ada la idea de que no era un buen cartel electoral. Iceta se ha pronunciad­o sin filtros sobre los indultos, el pacto fiscal, la plurinacio­nalidad y otras cuestiones que forman parte de su recetario de soluciones para Cataluña.

Sánchez se reserva

Pese a todo lo que Iceta representa, es cierto que el presidente del Gobierno ha resuelto esta situación con un movimiento limitado. Pedro Sánchez evita así acometer cambios más profundos en el Gobierno pese a las disfuncion­es existentes. Con Unidas Podemos se han evidenciad­o de forma especial

Si, como ayer dijo Pedro Sánchez, Illa ha sido un ministro extraordin­ario, ¿por qué lo cambia en el peor momento de la pandemia? Se me ocurren dos respuestas: o porque no ha sido tan buen ministro como dice el presidente, y urgía cambiarlo; o porque por encima del interés general de afrontar la pandemia está el interés particular del Partido Socialista de ganar las elecciones en Cataluña. Las dos opciones son compatible­s, verosímile­s y probableme­nte ciertas.

El refranero dice que uno no debe mente agresiva desde el mes de diciembre. Lo que ha alimentado el enfado de los ministros económicos socialista­s. Pero no solo. Una buena parte del Gobierno lleva con Sánchez desde junio de 2018. Con dos años de desgaste a sus espaldas y no habría sido extraño que el presidente hubiese aprovechad­o la coyuntura para hacer más cambios. bajarse del caballo en mitad del río, y eso es lo que está haciendo el ya exministro de Sanidad cogiendo los bártulos para irse a Cataluña el día que hemos conocido que los datos son los peores desde el comienzo de la crisis del Covid-19.

Desde un punto de vista partidista el movimiento tiene lógica, pues Sánchez sabe que Illa tiene más tirón que Iceta como candidato, y su talante puede funcionar para apuntalar la imagen del PSC como solución en Cataluña. Pero desde un punto de vista más global, es la demostraci­ón de que nada se hace en La Moncloa sin las encuestas en la mano y el interés del Partido Socialista en la mirada.

Illa se va, pero el PSC permanece. Es más: el PSC gana peso político en el Gobierno de España, pues Iceta utilizará este nuevo púlpito nacional para apuntalar su discurso equidistan­te. Su perfil como ministro de Política Territoria­l es infinitame­nte mayor que el de su predecesor­a, que ha pasado políticame­nte inadvertid­a.

Y, mientras, el Gobierno sigue jugando con los indultos, la reforma de la sedición, la situación penitencia­ria de los presos, etc. Conclusión: los indepes están hoy mejor que ayer.

Sin embargo, la decisión de Sánchez es coherente con el diagnóstic­o político del Gobierno, que sitúa el primer semestre del año aún en un contexto excepciona­l. Solo a partir de verano cuenta con tener bajo control la situación sanitaria. Además se habrán celebrado ya las elecciones catalanas y habrá pasado el proceso de negociació­n para formar un nuevo Govern. Y en función de lo que allí suceda el viento de la legislatur­a puede soplar en una dirección o en otra. Por tanto, el momento para abordar una crisis de Gobierno que se intente proyectar como un impulso político llegará superada la excepciona­lidad. Pasado el verano. En octubre el PSOE celebra un Congreso Federal que puede servir para reajustar piezas.

En las últimas semanas el ministro de Seguridad Social aparecía como el eslabón débil, tras las tensiones por la reforma de las pensiones. Con Unidas Podemos alentando su salida del Gobierno. Las posiciones de Reyes Maroto, ministra de Industria, o la rivalidad de Margarita Robles (Defensa) con Fernando Grande-Marlaska (Interior) son situacione­s que en los mentideros del Gobierno suelen aparecer cuando se habla de cambios en el Gobierno.

Continuida­d en la pandemia

La marcha de Illa deja a Carolina Darias al frente de la gestión de la pandemia, después de varios meses acompañand­o al ministro Illa en las reuniones del Consejo Interterri­torial del Sistema Nacional de Salud. Sánchez pensó en su momento en Illa para que desde esa posición siguiese haciendo política en clave catalana. La pandemia arrasó esas expectativ­as, pero Illa siempre ha seguido teniendo un pie puesto en la situación política catalana.

Darias no tendrá esa doble condición. Es una mujer de partido, no una tecnócrata, pero sin la relevancia orgánica de los pesos pesados del Ejecutivo. Su nombramien­to rebaja el peso político de la gestión de la pandemia. Y buscar un perfil más acorde al diagnóstic­o del Gobierno: descargar la gestión en las regiones como receta y hacer cumplir los pronóstico­s del plan de vacunación.

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EFE Miquel Iceta, nuevo ministro de Política Territoria­l
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