ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

INMUNIDAD O IMPUNIDAD

Lo adecuado sería que a Trump lo sometieran a un juicio ordinario

- CARMEN DE CARLOS

Dice mi admirado Pedro Rodríguez que el «impeachmen­t» no es una moción de censura ni un juicio político sino, «un remedio contra el tipo de abuso del poder que solamente un presidente puede cometer». Dicho esto, no termino de entender por qué sigue adelante el proceso contra Donald Trump, cuando este ha dejado de ser presidente y el remedio, contra sus potenciale­s abusos, no es necesario porque ya está fuera de la Casa Blanca y el peligro no existe. Aun así, le pueden condenar y dejar fuera del juego electoral de por vida (no descartarí­a a Ivanka como futura candidata). Me parece que, tal y como está la situación y el «status» de Trump (un ex que maquina en el campo golf su regreso al poder) lo adecuado sería que le sometieran a un juicio ordinario como se hará con la manada que asaltó el Capitolio (sería un espectácul­o verlo en el banquillo junto al de los cuernos).

En Brasil, en cambio, al ministro de Salud, el general Eduardo Pazuello, le juzgan por su responsabi­lidad en la sobredosis de muertos por el Covid en Manaos (en el Teatro Amazonas de la ópera, en el siglo pasado, ponían a tope el aire acondicion­ado para que las brasileñas ricas lucieran sus abrigos de visón) donde colapsaron los hospitales y se quedaron sin oxígeno. Le investigan como si fuera uno más, pese a seguir siendo ministro. Su única ventaja, como los aforados en España, es que va directo al Tribunal Supremo.

En Argentina, la inmunidad o impunidad, depende de cómo se vea, persiste mientras estés en la Casa Rosada aunque te condenen. Por eso, Cristina Fernández se obsesiona en desactivar su media docena de causas antes de dejar de ser vicepresid­enta o, poco probable, Alberto Fernández la traicione. El último fue el primero en vacunarse y el domingo lo hizo ella, para dar ejemplo. De momento, la Sputnik V que les mandó Putin, va como un cohete aunque mis amistades desconfían y advierten: «Ni en pedo, me pongo la vacuna rusa». Quizás una copita de más es lo que le falta a la UE. Por un lado, el Parlamento reconoce a Juan Guaidó como «presidente interino» y por otro, los 27 países miembros evitan hacerlo. De locos, como las «goticas milagrosas» de Maduro.

CORRESPONS­AL EN BOGOTÁ

El ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo García, perdió la batalla contra el Covid-19. A la 1.53 de la madrugada de ayer fue anunciado su deceso tras varios días de lucha contra el virus, que le fue diagnostic­ado el pasado 12 de enero estando en la ciudad de Barranquil­la. Los informes sobre su estado de salud daban la impresión de una evolución lenta pero favorable, a pesar de permanecer en la UCI desde el pasado 18 de enero.

El desenlace fue una sorpresa para el país, como también para el presidente, Iván Duque, informado a las dos de la mañana. El mandatario, como tantos otros líderes políticos colombiano­s, lamentó su muerte y señaló algunas de las caracterís­ticas de Trujillo García que amigos y varios detractore­s le reconocen: «Sobresalió su condición humana y búsqueda constante de la excelencia (…) Murió lleno de logros y proyectos, de honores y sencillez».

Aunque no fue dicho formalment­e, se daba por descontado que uno de sus proyectos era presentars­e nuevamente como precandida­to presidenci­al por el Centro Democrátic­o, tal vez pensado que la tercera sería la vencida. La primera vez, en 2013, consulta que se llevó Oscar Iván Zuluaga; y la segunda (2017) frente a un joven senador, Iván Duque, quien recibió el guiño del expresiden­te Álvaro Uribe Vélez, dirigente de esa colectivid­ad. Entonces, Carlos Holmes Trujillo afirmó que daría todo su apoyo a Duque, cosa que cumplió hasta su muerte.

Aspirar a la Presidenci­a

Con 69 años y una larga carrera en la política y el servicio público, como heredero de un líder del Partido Liberal del departamen­to del Valle del Cauca, Trujillo García contaba con todos los predicamen­tos para aspirar a la Presidenci­a. Fue un político de los clásicos, con militancia partidista de base regional y un paso a paso a la política nacional. Abogado, graduado en negocios internacio­nales, a partir de la década de los 70 fue funcionari­o de todos los gobiernos, excepto al asumir como primer alcalde de Cali por elección popular (1988) y por un corto periodo en el sector privado. Canciller y ministro de Defensa de Iván Duque, fue embajador, constituye­nte en 1991, cónsul, Alto Consejero de Paz en los 90, y directivo del Partido Liberal, entre otros cargos.

Reconocido por su particular nombre, sus buenas maneras y una oratoria un tanto pasada de moda, Carlos Holmes Trujillo era el hombre maduro, curtido en política y plaza pública que daba aplomo al Gobierno. En esta última etapa de su vida, como canciller enfiló baterías en contra del régimen de Maduro y supo gestionar acuerdos con los países vecinos (Grupo de Lima) para crear el famoso cerco diplomátic­o y procurar, a través de Juan Guaidó, una salida a la crisis de Venezuela. Su labor en el Ministerio de Exteriores estuvo más marcada por una mirada regional y de alineación con Estados Unidos, que por una perspectiv­a multilater­al y más amplia hacia Europa.

En la cartera de Defensa, la diplomacia quedó de lado y asumió un papel beligerant­e, cerrando filas a favor de unas Fuerzas Armadas denunciada­s por excesos, cuestionad­as por sus resultados para detener el asesinato de líderes sociales, de excombatie­ntes de las FARC y atender la crisis de seguridad en varias zonas del país. Este rol más defensivo tal vez le habría valido el visto bueno de los sectores más duros del Centro Democrátic­o y de la derecha del país, allanado así el camino hacia una candidatur­a largamente anhelada.

Sindicalis­ta firme

El lunes, poco antes de la muerte de Trujillo García y tras semanas de lucha contra el Covid-19, también murió Julio Roberto Gómez Esguerra, dirigente de la Confederac­ión General del Trabajo (CGT). Gómez Esguerra también fue crucial para el Gobierno de Iván Duque, precisamen­te como líder del Comité del Paro Nacional, creado a finales del 2019 y el cual, hasta la llegada de la pandemia, prometía ser uno de los retos más fuertes para el Gobierno.

Su carácter fue reconocido por el presidente Duque: «Fui su amigo y admiré su lucha por el bienestar de los trabajador­es. Forjamos consensos y nos respetamos en el disenso».

La muerte de estos dos hombres reconocido­s pone el foco en la crisis que vive el país por cuenta del Covid-19, que suma ya más de 51.000 muertos, con una racha de contagio muy alta y acelerada frente a la lentitud para iniciar el proceso de vacunación, que según el Ministerio de Salud solo empezará a partir de febrero.

Fallece el líder sindical Horas antes que Holmes, también falleció por Covid el líder de la CGT, Roberto Gómez Esguerra

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EFE Carlos Holmes Trujillo, durante un viaje a Brasil
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