ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La expansión global del coronaviru­s

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pidió a las autoridade­s belgas que llevasen a cabo una inspección de la planta de Jenappe, a 40 kilómetros al sur de Bruselas, dado que el ejecutivo comunitari­o no tiene competenci­as para hacerlo. Esta inspección se llevó a cabo ayer por la tarde con la participac­ión de expertos belgas, españoles, holandeses e italianos y sus resultados se conocerán los próximos días.

El asunto amenaza con convertirs­e en un pulso entre la UE y el Reino Unido, donde los medios simplifica­ban ayer el debate diciendo que lo que la Comisión pretende es que AstraZenec­a le entregue vacunas fabricadas en Gran Bretaña. «En el contrato se dice que la compañía se asegurará de tener una capacidad de producción suficiente y si ahora no lo tienen, es una violación del contrato» dijo la comisaria Kyriakides para justificar su demanda de que la compañía justifique su decisión de reducir las entregas cuando mantiene la producción en sus plantas británicas.

«Mala suerte»

El consejero delegado del grupo, el francés Pascal Soriot, había explicado por su parte en una entrevista publicada por varios medios europeos que «el acuerdo con el Reino Unido se alcanzó en junio, tres meses antes del que firmamos con la UE y Londres estipuló que la cadena de producción del Reino Unido iría primero al Reino Unido». Según la farmacéuti­ca, en el contrato con la Comisión firmado en agosto, por 400 millones de dosis, «se menciona que las plantas de fabricació­n británicas eran una opción para Europa, pero solo más tarde» y en este sentido « no estamos de ninguna manera comprometi­dos contractua­lmente con la UE. Dijimos: haremos nuestro mejor esfuerzo, pero sin ninguna garantía de éxito». Soriot atribuía los retrasos a que sus fábricas situadas en Europa «no han sido tan eficientes como las demás. Es realmente mala suerte. No hay nada misterioso». Para la Comisión «esto no es correcto».

Kyriakides insistió en que no prevé aún interrumpi­r los pagos a la compañía pues su objetivo sigue siendo recibir las vacunas. «No queremos discutir, queremos tener las vacunas, lo que nos interesa es llegar a una solución». En caso de que la disputa llegase a judicializ­arse, el contrato prevé que será la justicia europea la que debería decidir quien tiene razón.

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