ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Grace Robertson

Sus escritos se basaban en lo cotidiano, en lo normal

- JUAN MANUEL BONET

Alos 90 años ha fallecido, en su Mánchester natal, Grace Robertson, pionera fotorrepor­tera inglesa, que durante parte de los años cincuenta del siglo pasado fue colaborado­ra del semanario londinense «Picture Post», así como del neoyorquin­o «Life».

Hija del periodista escocés Fyfe Robertson, redactor del «Post» y reportero de televisión, y que fue quien en 1949 le regaló su primera Leica, Grace Robertson se estrenó en la revista con un reportaje sobre su hermana estudiando. Entonces, por el qué dirán, firmaba con el seudónimo masculino «Dick Muir».

Sus escritos se basaban en lo cotidiano, en lo normal, así era el tono de toda su obra, que se inscribe en el horizonte de la fotografía humanista y de intención social, tipo «The Family of Man», y en el de un Reino Unido en plena reconstruc­ción tras los horribles años de la Segunda Guerra Mundial. Resulta especialme­nte entrañable su ciclo «Pub Outing» sobre una banda de amigas de mediana edad que se reúnen en un pub y se divierten juntas yendo a una feria. También se acercó a la maternidad, al colegio, a las «children parties», al trabajo de sus colegas reporteras, a la vida rural en la región galesa de Snowdonia, a la ola de calor que se abatió sobre Londres durante el verano de 1952.

Uno de los reportajes más célebres de Grace Robertson fue su trabajo realizado en noviembre de 1951 en torno a una troupe de bailarinas, las Bluebell Girls, aparecido en el « Post » a comienzos del año siguiente. Las acompañó desde la estación Victoria de Londres, en su viaje, vía París, a Milán. Eran realmente encantador­as las imágenes de las muchachas en el tren o escuchando discos en sus cuartos de hotel, durante la subida a la Torre Eiffel o de su visita al Lido, de sus paseos entre los gatos milaneses, sin que falte un cierto lado a lo Degas en las imágenes tomadas durante los ensayos o robadas en los camerinos. También de 1952 son su mirada a la Tate Gallery y a los amantes del arte que deambulan por ella, o de unos jugadores de petanca en Villefranc­he-sur-Mer.

Tres años más tarde, la fotógrafa se casaría con su colega Thurston Hopkins, también fotorrepor­tero del periódico, cronista de las calles de Londres, Liverpool o el Madrid de 1956, y que fallecería en 2014, a los 101 años. Entonces, hacía muchísimo del cierre, en 1957, del «Post». Tras los avatares habituales en estos casos, los fondos de la revista, incluidos los del matrimonio, los gestiona Getty Images. Entre otros museos, Grace Robertson está representa­da en la Tate, y en el Victoria & Albert.

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