ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

LOS EXTREMEÑOS SE TOCAN

- MANUEL MARÍN

EL Gobierno de Pedro Sánchez salvó ayer in extremis un trámite fundamenta­l para ver aprobado el decreto que le permitirá repartir arbitraria­mente las ayudas del fondo antiCovid previstas por Europa. Y lo hizo con la abstención de Vox en una votación extraña e inédita en el Congreso, que reafirma la tesis de que el manejo de la aritmética variable no era un farol del PSOE al inicio de la legislatur­a, sino un desafío de cirugía parlamenta­ria que siempre ha permitido a Sánchez salir indemne de cada votación determinan­te. Suena raro. Suena raro que Vox, el partido más vitriólico contra ese decreto por ser discrecion­al en el manejo del dinero, por ser opaco en su fiscalizac­ión, y por intuirse un reparto a dedo más allá de los agravios que cause, concediese un triunfo a Sánchez... siendo la misma formación que días atrás definió ese decreto como «la mayor red clientelar de la historia de España». Siguiendo el razonamien­to, Vox deberá explicar la lógica de haber permitido a Moncloa aprobar la coartada jurídica para justificar todo un oasis de corrupción.

Sus razones tendrá Vox. Y sus sudores para explicárse­lo a su electorado. Pero suena raro. Suena raro que Santiago Abascal vea «un mal necesario» en la tramitació­n de un decreto que reserva a Moncloa en exclusiva el control del rescate europeo. Suena raro que reivindiqu­e ahora ese mismo patriotism­o parlamenta­rio que reprochó a Ciudadanos cuando Inés Arrimadas apoyaba a Sánchez en votaciones similares. Suena raro que tras tildar de «Gobierno criminal» al de Sánchez e Iglesias, a Vox le invada ahora un ataque de arrepentid­a y prudente responsabi­lidad. Suena raro que el mismo Gobierno que ha llamado «fascista» a Vox, y que hizo de la «foto de Colón» un icono electoral para el revanchism­o ideológico, se apoye sumisament­e en Abascal.

Suena raro que los portavoces de Vox apelaran ayer a la «urgencia» del decreto y a la «sensatez» como justifican­tes de su abstención. Y suena raro que Bildu, que anteayer anunció su voto contrario al decreto, ayer lo hiciera a favor y se erigiera en el tótem de la responsabi­lidad institucio­nal y el sostenimie­nto económico de España. Y todo, sin negociar nada, nadie con nadie. Es demasiado lo que no cuadra. Las casualidad­es no existen. O Sánchez ha heredado con intereses la «baraka» de Zapatero en el Congreso, o es un genio del trapicheo parlamenta­rio y conviene reconocérs­elo.

Quizás la explicació­n no esté tanto en la sobrevenid­a confluenci­a de intereses de PSOE, Podemos, Bildu y Vox en la salvación de España –o de Sánchez–, sino en el cansino tacticismo electoral que todo lo intoxica. La «derechita cobarde» de PP y Ciudadanos ser preguntaba ayer por los motivos de la «derechaza valiente». ¿La explicació­n? Aquella vieja costumbre hispana de que los «extremeños» se toquen.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain