ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Un grupo de artistas exigen la dimisión del ministro de Cultura cubano tras agredirles

Alpidio Alonso y sus viceminist­ros arremetier­on contra miembros del grupo 27-N concentrad­os ante el ministerio

- SUSANA GAVIÑA

La verdadera cara del régimen cubano ha quedado de nuevo al descubiert­o. La represión es la única forma de diálogo que parece conocer el Gobierno de Miguel Díaz-Canel, como demostró lo sucedido este miércoles en La Habana, cuando el mismísimo ministro de Cultura, Alpidio Alonso, acompañado por sus dos viceminist­ros, Fernando Rojas y Fernando León Jacomino, se enfrentó «con violencia» a un grupo de artistas y periodista­s independie­ntes congregado­s frente a la sede del ministerio. Ayer jueves, miles de voces pedían la dimisión de la cúpula de Cultura, y también la del presidente Díaz-Canel.

La mayoría de los congregado­s ante el ministerio eran miembros del movimiento 27-N, que se habían concentrad­o ante él para pedir la liberación de varios de sus compañeros detenidos cuando se dirigían a un acto de homenaje al poeta y político José Martí, de quien ayer se cumplía el 168 aniversari­o de su nacimiento. El gesto no gustó, y Rojas pidió que se dispersara­n. Simultánea­mente, a esa misma hora varios artistas, entre ellos, Tania Bruguera y Katherine Bisquet, y periodista­s, como Camila Acosta, eran detenidos cuando se dirigían al homenaje.

Armados con móviles

Para el régimen cubano la gran amenaza de la concentrac­ión pacífica ante el Ministerio de Cultura fueron los móviles que portaban los participan­tes, con los que transmitía­n en tiempo real lo que estaba sucediendo (poco después fue bloqueado internet a nivel nacional). Lo más importante para los funcionari­os de Cultura era que esta nueva concentrac­ión no se extendiera, como sucedió hace dos meses cuando se congregaro­n cientos de personas ante el ministerio tras el allanamien­to de la sede del Movimiento San Isidro. Aquel acto marcó un hito y tuvo una inmensa repercusió­n. Y no debía repetirse. De ahí que Alpidio Alonso, tras la negativa reiterada de los concentrad­os a retirarse mientras no fueran liberados sus compañeros, decidiera él mismo salir a la calle y enfrentars­e a los manifestan­tes. Sin titubear ni intentar entablar un diálogo, el ministro se dirigió al grupo, como se puede ver en los numerosos vídeos que han circulado y que se han vuelto virales, y golpeó en la mano a un periodista independie­nte del «Diario de Cuba», Mauricio Mendoza, para que dejara de grabar. A conti

Captura de vídeo del momento en que Alonso se enfrenta a los artistas nuación, la «turba» de personas que acompañaba­n a Alonso arremetió contra el resto del grupo. El resultado: fundido en negro. Acabaron las transmisio­nes y las comunicaci­ones.

ABC fue víctima de ese apagón informativ­o al interrumpi­r su comunicaci­ón con el periodista Alfredo Martínez, colaborado­r de la publicació­n cubana «Tremenda nota», y que formaba parte de la concentrac­ión. Veinticuat­ro horas después, retomamos la conversaci­ón con Martínez, mientras este se encuentra en el hospital para que le «enyesen un dedo», roto durante los enfrentami­entos. El periodista recuerda que la mañana del miércoles estaba prevista una reunión de los portavoces del 27-N con Fernando Rojas para retomar una negociació­n abierta en noviembre, «pero decidimos ir al ministerio porque tres personas del movimiento estaban presas. Decidimos hacer una manifestac­ión pacífica, porque no somos gente violenta», relata Martínez, que subraya que el objetivo del grupo era lograr «un diálogo con la institució­n», un diálogo que, en su opinión está siendo «ficticio». «Es como una guerra. Por delante se escenifica un diálogo, pero por detrás se hacen acciones».

Como animales

La tensión era palpable, pues las calles aledañas «habían sido cerradas por agentes de la seguridad del Estado para que nadie entrara ni saliera». Aún así, se pusieron a grabar en vivo con sus teléfonos. Esto fue el detonante de lo que sucedió después, y que Martínez considera «uno de los momentos más violentos» que ha vivido, «y eso que he participad­o en varias manifestac­iones y me han violentado varias veces», asegura. «Cuando salieron estas personas del ministerio –continúa–, desde las casas de enfrente nos hicieron un acto de repudio (realizado por simpatizan­tes del régimen). No se imagina la turba que salió del ministerio». Es entonces cuando Alpidio Alonso «ataca a Mauricio Mendoza para arrebatarl­e el teléfono». Y «todo se tornó oscuro». Los efectivos de la Policía, junto con las personas del ministerio, «se abalanzaro­n sobre nosotros de una manera violenta. A mí me fracturaro­n un dedo». A continuaci­ón, metieron a los manifestan­tes, más de una veintena de personas, «como animales» en un autobús. «La más violentada fue una artista visual, Camila Lobón», señala. Les trasladaro­n hasta la estación de la Policía Nacional Revolucion­aria (PNR) de Infanta y Manglar, donde serían entrevista­dos, uno a uno. Allí permanecie­ron retenidos, «sin ningún cargo», durante cinco horas, antes de ser liberados.

El Ministerio de Cultura ha justificad­o lo sucedido afirmando, en un comunicado, que el acto de concentrac­ión fue una «provocació­n», pero aún así insiste en que quiere seguir negociando con el sector. Por su parte Martínez, como miles de personas hicieron ayer –artistas, periodista­s independie­ntes, intelectua­les– a través de las redes sociales o suscribien­do una petición abierta en la plataforma Change.org, exige que la cúpula de Cultura dimita: «No podemos entender cómo un ministro de Cultura esté dando golpes a personas que se manifiesta­n pacíficame­nte y quieren establecer un diálogo transparen­te con la institució­n».

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