ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Despega como puedas
elícula internacional de cerebro y corazón español, este último herido. « Cosmética del enemigo» es la adaptación de la novela de Amélie Nothomb, que relata la breve pero intensísima relación entre un arquitecto de éxito y una joven que lo aborda durante su trayecto al aeropuerto. Que la chica se llame Texel Textor
Pya ofrece una idea de que no cabe esperar de ella un comportamiento normal. Athena Strates hace un gran trabajo. Como dice Coppola, es fácil odiar el personaje y amar a la actriz.
Enfrente, el polaco Tomasz Kot encarna con precisión lo que se espera de un triunfador normal, si se permite el oxímoron que la propia historia corrige, porque ni existen las personas normales, menos aún acostumbradas a ganar, ni es fácil evitar que algo de mugre se cuele bajo la alfombra de la conciencia.
Cristina Clemente y Fernando Navarro colaboran en el guion con el director Kike Maíllo, que sabe darle una textura muy personal al relato, cargado de cosmética y estética, para aliviar tanta palabra. A ratos, recuerda incluso a Polanski.
De los tres actos, merecen más los aplausos los dos primeros. En el tercero asaltan las dudas, pero a esas alturas el espectador ya no escapará fácilmente. En cualquier caso, es preferible no revelar demasiados detalles de una trama especialmente sensible a los bocazas.
Maíllo esquiva el exceso de teatralidad en el escenario de un aeropuerto, aligera los diálogos, cambia todo lo que quiere y añade su impronta visual, que los intérpretes remachan. Aparte de los dos protagonistas, que acaparan minutos, destacan las significativas apariciones de Marta Nieto, sobre todo, y de Dominique Pinon. l argumento se sitúa en Texas y al final de la Guerra de Secesión, o sea, indudable territorio wéstern, muy apropiado para las cualidades y estilo de un cineasta como Greengrass, que le ha exprimido al cine de acción sus mejores esencias. Y empotra en ese territorio por domar, pero indomable, varias ideas, emociones y propósitos que acompañan y enriquecen a la historia principal, la de un hombre, veterano de la guerra y capitán del bando perdedor, que viaja con una niña que había sido secuestrada por los indios kiowa y a la que conduce hacia la lejana casa de sus tíos, únicos parientes vivos.
Un viaje que retrata Greengrass como una crónica social de la época, como un elogio al imprescindible servicio del periodismo (el hombre va de pueblo en pueblo con los últimos periódicos y leyéndole a sus habitantes las noticias del mundo a cambio de unas monedas) y como un bosquejo del propio recosido íntimo como único remedio para restaurar una nación quebrada. El personaje que interpreta Tom Hanks es gigantesco en su pensamiento, comportamiento y mirada, a la altura de este actor emparentado en grandeza con Spencer Tracy, y la relación que trenza con la rubia niña kiowa (mucho más que magnífica Helena Zengel) contiene una carga de sensibilidad y lealtad sin chorreos ni chorradas que solo el cine duro y reseco de Greengrass podía diluirla bien con la brutalidad de ese viaje de dos almas rotas. Ambientación sorprendente, momentos de luz y de paisaje cálidos, picos de acción y maldad intolerables, valles de sosiego y comprensión… Un wéstern con otro aire y resuello, y una maravillosa película.
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