ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Avi Loeb, el catedrátic­o que cree en la vida extraterre­stre

Es un «Peter Pan» de pensamient­o y con su teoría de que hay vida en el espacio ha desatado una polémica mundial. Ahora la ha novelado para ganar adeptos. Casado y con dos hijas, tiene el récord lectivo en Harvard

- PILAR VIDAL

Asus 59 años y tras perder 36 kilos a base de barritas de proteínas, este catedrátic­o de Astronomía de la Universida­d de Harvard es, según la revista «Time», una de las 25 personas más influyente­s en el campo de la investigac­ión espacial. Avi Loeb sabe meterse al público en el bolsillo con bromas con las que salpica sus intervenci­ones, como la conferenci­a que realizó en el Museo de la Ciencia de Boston: «Algunos no estamos seguros del todo de que haya vida inteligent­e en el planeta Tierra, así es que salimos a buscarla fuera».

Y es lo que ha hecho: en unos días saldrá a la venta en 20 países su libro «Extraterre­stre» (Editorial Planeta), una obra que promete cambiar la historia de la astronomía y la astrofísic­a, y que responde a su ideario: «debemos practicar la humildad cósmica porque no somos una raza única o especial. No somos el centro del universo».

En octubre de 2017, un grupo de científico­s del observator­io Haleakala, en Hawái, detectaron un objeto interestel­ar en movimiento pró-ximo a laTierra. Primero fue catalo-gado como cometa y, finalmente,, como asteroide. Pero Avi sugirió quee «Oumuamua» –así fue bautizado ell misterioso objeto– era la primera evi-idencia de vida y tecnología extrate-errestre. Una afirmación que desatóó un debate científico mundial dignoo de varios especiales de «Cuarto Mile-enio».

Ciencia sin

el año con su mujer y Avi Loeb despidiend­o

de Harvad sus dos hijas en el Campus

Su teoría llenó horas de debates televisivo­s y ha hecho correr ríos de tinta. En su charlas, Loeb muestra un gran sentido del humor y un lenguaje pedagógico que no ha cambiado con las críticas: «La ciencia no consiste en tener muchos likes en redes sociales, la ciencia es evidencia. Galileo no tuvo muchos likes en su época, pero eso no cambió la verdad que vino a demostrar». Decidido a confirmar su teoría sobre la inminente llegada de los extraterre­stres, se encerró en su despacho y se enfrascó en una intensa investigac­ión que sirve de base para su libro. «Toda esta atención mediática es una plataforma para comunicar lo fascinante que es ser científico, es la forma de tener un trabajo que alimenta nuestra curiosidad infantil por el mundo que nos rodea», confesó en una entrevista sin perder su sonrisa. Avi se crió en una granja en Israel. Cuando salía del colegio recogía huevos y en su tiempo libre cconducía un tractor hasta llas colinas de su aldea. Allí ppasaba horas leyendo a los eexistenci­alistas. A los 18 aaños hizo el servicio milittar obligatori­o y, gracias a un trueque con su sargento, se libró de las flexiones a cambio de realizar trabajos de física militar.

Esos estudios le permitiero­n conseguir una beca universita­ria. Luego vino el doctorado y ganó una oposición en Harvard, en la que ejerce como jefe del departamen­to de Astrofísis­ica. Una carrera profesiona­l que él resume como «una situación similar a aceptar un matrimonio arreglado para luego descubrir que te has casado con el amor de tu vida».

Gracias a ese milagro tiene dos hijas, a las que pone como ejemplo: «De pequeñas se creían únicas y especiales. Luego salieron al mundo, conocieron a otras niñas y cambiaron la percepción de sí mismas. Es lo mismo que nos va a pasar a nosotros en el universo». En sus aparicione­s públicas, Avi siempre viste un traje gris impecable de Canali y usa el último modelo de reloj Apple. A pesar de lo que muchos podrían pensar, no disfruta viendo ni leyendo ciencia ficción: se distrae de la trama cuando descubre todas las cosas que violan las leyes de la física. No cree en los ovnis ni es religioso. Esa humildad cósmica de la que habla le lleva a pensar que la Humanidad es demasiado arrogante al pensar que estamos solos en el universo: Hombre de ciencia y filosofía, no entiende que algunos quieran rebatir sus teorías sin argumentos. Enamorado de su profesión, la curiosidad le ha dado más satisfacci­ones que su ego.

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DER SPIEGEL Loeb, en el Black Hole de Estados Unidos
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