ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
La disputa por las vacunas
Las relaciones entre la Unión Europea y su hasta ahora asociado, el Reino Unido, van de mal en peor. En medio de la crisis provocada por la disputa con las vacunas de la farmacéutica AstraZeneca y las acusaciones europeas de que la compañía ha entregado a Londres las dosis que le escatima, se ha sabido también que las tres instituciones comunitarias se han negado a recibir al nuevo embajador ante la UE en represalia por la negativa a conceder pleno estatus diplomático al representante europeo en la capital británica. Y no se trata de que se haya cancelado una reunión con disimulo, sino que ya al término del consejo de ministros de Exteriores del pasado lunes el Alto Representante, Josep Borrell, advirtió de que la posición británica ante el representante europeo «no es una señal amistosa, la primera que nos ha enviado el Reino Unido inmediatamente después de abandonar la UE, y si las cosas deben continuar así no ofrecen buenas perspectivas».
El nuevo embajador británico en Bruselas, Lindsay Croisdale-Appleby, es un diplomático de carrera que se había ocupado de los asuntos europeos en Londres y era el número dos del equipo negociador del Brexit, después de haber sido embajador en Colombia. En condiciones normales recibiría el tratamiento correspondiente en Bruselas, a partir de la presentación de cartas credenciales ante el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. El jueves tenía que reunirse con Frédéric Bernard, el jefe de gabinete del presidente del Consejo, para iniciar los trámites en la que hubiera sido su primera gestión como representante británico, pero la cita fue suspendida como represalia por la negativa británica a reconocer como tal al embajador europeo, Joao Vale de Almeida, que antes de serlo en la capital británica ya había ejercido con pleno reconocimiento en Washington.
El Foreign Office se empeña en considerar a Vale de Almeida como representante de una organización internacional, lo que no incluye la aplicación
Diplomático de carrera, antes de ejercer como número dos del negociador británico en las discusiones sobre el Brexit había sido embajador en Colombia. Suecede a Tim Barrow, que ha llevado el peso del proceso de separación después de 40 años de asociación. del tratado de Viena sobre privilegios e inmunidades, ni el ceremonial de presentar cartas credenciales ante la Reina. Más de 140 países de todo el mundo reconocen al embajador europeo como tal y la UE a su vez otorga la consideración de embajadores a todos los efectos a los representantes diplomáticos de los países con los que mantiene relaciones, aunque las cuestiones administrativas las ejerce Bélgica. El Reino Unido sería el primero en ignorar una posición que según recuerdan en Bruselas también defendían cuando eran miembros de la Unión Europea. Un funcionario del Consejo recordaba ayer la contradicción que supone «que los británicos se den cuenta ahora de que habían perdido su soberanía siendo miembros de una simple organización internacional».
Una señal hostil
En realidad, la ausencia de reconocimiento al embajador europeo no estaba perturbando las relaciones bilaterales, hasta que fue el propio Foreign Office el que difundió deliberadamente en la BBC su postura de rebajar la consideración al representante de Bruselas, ante lo que las instituciones comunitarias no pudieron más que reac
El choque diplomático se suma al conflicto por los viales distribuidos por la farmacéutica AstraZeneca cionar de la misma manera y tomar la decisión de que nadie en Bruselas recibiera al nuevo representante británico, ni en el Consejo, ni en la Comisión ni en el Parlamento.
Según fuentes europeas, ahora el Foreign Office asegura estar buscando una solución satisfactoria. Hasta ahora decían que el estatus que conceden al representante europeo «no influiría en su capacidad para trabajar en Londres», pero desde Bruselas se ha interpretado como una señal hostil hacia la UE. «Por supuesto que somos una organización internacional, pero no somos cualquier organización internacional», respondió Borrell en referencia al hecho de que incluso la ONU ha concedido un tratamiento especial a los representantes comunitarios.
Esta crisis coincide además con el pulso entre los dos lados del canal de la Mancha, acusándose mutuamente de apropiarse de las vacunas que ambos han encargado a los laboratorios de capital británico AstraZeneca. La