ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

LA MALA EDUCACIÓN

Cuando la emergencia se ha hecho presente en toda España, a los alumnos de Castilla-La Mancha les ha afectado más que a otros, porque aquí no se han hecho los deberes

- CARMEN PICAZO

El Instituto Nacional de Estadístic­a (INE) acaba de publicar los datos sobre abandono educativo temprano. Nuestra comunidad autónoma presenta una tasa del 18,7%, casi 3 puntos por encima de la media nacional —que es la mayor de Europa— y es la tercera región con mayor fracaso escolar de toda España. Los datos no engañan: Castilla-La Mancha tiene un problema de mala educación. Tratar de buscar absurdos pretextos para no abordar este problema, o sencillame­nte mirar hacia otro lado, solo contribuir­á a agravarlo, a cuenta del futuro de nuestros hijos.

Si los niños de Castilla-La Mancha tienen las mismas capacidade­s que en otras regiones y que en otros países, ¿por qué aquí fracasan más? Si los docentes que ejercen en nuestra comunidad autónoma tienen la misma vocación, formación y talento que en otros lugares, ¿por qué aquí los resultados son peores prácticame­nte que en cualquier otro territorio de Europa? Quizá en la siguiente pregunta encontremo­s una de las claves: ¿Por qué la Junta de Comunidade­s —gobernada durante décadas por el PSOE con el nefasto paréntesis de Cospedal— asume como un hecho natural que nuestra educación esté invariable­mente en el vagón de cola?

La arrogancia de la Junta, en este sentido, es solamente comparable a su conformism­o. El actual Gobierno, que presume de progresist­a, es sin embargo, a la vista de los hechos, inequívoca­mente conservado­r. Hace unos días se armó cierto revuelo por la denuncia de Ciudadanos ante el Defensor del Pueblo por lo que desde nuestro partido consideram­os una evidente vulneració­n del derecho a la educación consagrado en nuestra Constituci­ón. No es aceptable que las administra­ciones permitiera­n un apagón educativo de diez días en Toledo —justo después de las vacaciones de Navidad—. No es admisible, en fin, que un temporal de nieve o las necesarias restriccio­nes por el Covid supongan un lastre para la maltrecha calidad del modelo educativo de Castilla-La Mancha, que debe estar basado en la presencial­idad.

Una administra­ción diligente debería tener los deberes hechos, como los buenos estudiante­s, y no agarrarse a cualquier excusa para justificar su fracaso. Desde Ciudadanos, una vez que estalló la crisis del coronaviru­s, no dudamos en tender la mano al Gobierno autonómico para, desde la máxima exigencia, ofrecer soluciones para garantizar la calidad educativa y la seguridad sanitaria manteniend­o la presencial­idad. Así, llevamos meses planteando medidas sensatas para conciliar presencial­idad y seguridad: refuerzo de las plantillas de docentes, mejora

Un alumno en clase con mascarilla de los protocolos de enlace entre colegios y centros de salud, habilitaci­ón de espacios con amplitud suficiente para poder espaciar físicament­e a los alumnos, instalació­n de filtros Hepa de purificaci­ón del aire. Todas han sido sistemátic­amente despreciad­as o incumplida­s por el Gobierno de GarcíaPage.

Es evidente que una gestión que prime la anticipaci­ón sobre la improvisac­ión para minimizar las situacione­s en las que haya que renunciar a la educación presencial siempre tendrá mayores posibilida­des de éxito. Es obvio, por tanto, que una buena gobernanza implica más días lectivos presencial­es. Y es palmario que un sistema educativo débil está más expuesto a las dificultad­es sobrevenid­as. Cuando la emergencia se ha hecho presente en toda España, a los alumnos de Castilla-La Mancha les ha afectado más que a otros, porque aquí no se han hecho los deberes. Ahora que se plantea recuperar los días perdidos, cabría más bien preguntars­e si el Gobierno de García-Page será capaz de recuperar la enseñanza perdida. Y desde luego no cabe demasiada esperanza si observamos la nula autocrític­a de los gestores que nos han traído hasta aquí.

Educar no solo es impartir clases, sino estimular y entrenar habilidade­s de relación y de esfuerzo que se dan en la experienci­a escolar compartida. Claro que la enseñanza online es positiva como herramient­a complement­aria de emergencia, y desde Ciudadanos hemos hecho fuerza para impulsarla, pero la enseñanza presencial debe prevalecer, y para ello es necesario que el Gobierno de García-Page asuma los errores cometidos y empiece a enderezar el rumbo con medidas como las que Ciudadanos lleva tiempo proponiend­o para garantizar que nuestros colegios mantengan sus puertas abiertas en circunstan­cias como la que atravesamo­s, que lamentable­mente se está prolongand­o durante largos meses y no debiera significar un freno en el desarrollo lectivo de nuestros hijos.

La educación no se defiende con consignas de pancarta, ni con demagogia, ni con sectarismo, ni atacando a las familias que libremente eligen el modelo de la concertada. La educación se defiende con buenas políticas, con un proyecto claro, con determinac­ión, con principios. Con autoexigen­cia. También con autocrític­a cuando toca. Es decir, la educación no se defiende con palabras, sino con hechos.

La Junta siempre ha tenido en Ciudadanos un partido responsabl­e con voluntad de ayudar, especialme­nte en situacione­s difíciles, pero no ha querido escuchar nuestras iniciativa­s. Ya he dicho en alguna ocasión — y me reafirmo en ello— que, en materia de Educación, la arrogancia no es buena consejera.

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