ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Biden olvida Iberoamérica en un brusco giro en la política exterior de EE.UU.
Ha nombrado a un enviado especial para el conflicto en Yemen, o para los contactos con Irán, pero no para la crisis en Venezuela
Era uno de los momentos más esperados desde el ascenso de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos. El miércoles llegaba el nuevo presidente a la sede del departamento de Estado desde la Casa Blanca, un viaje de apenas un kilómetro, pero poco común, que suele hacerse sólo para visitar a los diplomáticos al principio de un mandato. Iba a aprovecharlo Biden para formular sus prioridades en materia de política exterior ante 50 representantes del cuerpo diplomático. Las expectativas eran altas, tras cuatro años de malas relaciones entre la diplomacia y el expresidente Donad Trump. Biden, finalmente, habló durante casi 20 minutos en una de las salas más emblemáticas del departamento de Estado, dedicada a Benjamin Franklin, y prometió un renacimiento de la diplomacia norteamericana. Fuera de su discurso quedó Iberoamérica.
A pesar de haber proclamado reiteradamente su intención de volver a dar prioridad a la diplomacia en los contactos con sus aliados internacionales, Biden aun no ha formulado en público una política con respecto a Iberoamérica y, es más, no ha nombrado para nada al continente americano en discurso alguno. Y no es sólo él. Lo mismo hizo el nuevo secretario de Estado, Anthony Blinken, durante su primera comparecencia ante los medios tras asumir el cargo. Queda claro que, tras dos semanas en el cargo, Biden no tiene a Iberoamérica como una prioridad en su agenda. Antes ha nombrado a un enviado especial para el conflicto en Yemen, o para los contactos con Irán, que para la crisis en Venezuela, que ya suma casi cinco millones de refugiados, u otros asuntos de gran urgencia en el continente americano.
Especialmente crítico con la extrema cautela de la Administración Biden está siendo el senador republicano Marco Rubio, muy influyente en la política de Trump hacia Iberoamérica, en especial Cuba y Venezuela. Aunque Rubio votó a favor de que Blinken fuera secretario de Estado, desde entonces ha marcado distancias. Según este político que ya aspiró a la presidencia en 2016 y seguramente repetirá en 2024: «En la actualidad, parece que la Administración Biden terminará en el lado equivocado de la historia y el pueblo cubano sufrirá aún más como resultado de ese error histórico». Cierto es que Blinken sí dijo en las vistas de su confirmación en el Senado que no habría cambios con respecto a Venezuela. Sobre Cuba no es explayó.
De momento, las menciones a Cuba o Venezuela se han circunscrito a las ruedas de prensa de los portavoces o asesores de Biden, en conversaciones siempre con los medios de comunicación. De hecho, cuando la nueva portavoz de la presidencia, Jen Psaki, o el de la diplomacia, Ned Price, han hablado de Cuba o Venezuela, siempre ha sido porque un periodista les ha preguntado antes. En ambos casos, han leído sus respuestas de unas notas preparadas. Es un contraste con respecto a la fijación de la Administración Trump con Colombia, Venezuela y Cuba, algo que le permitió al expresidente ganar cómodamente en Florida.
Silencio sobre Cuba
Especialmente clamoroso es el silencio de Biden sobre Cuba, un país al que Trump volvió a incluir en la lista de promotores del terrorismo y sobre el cual endureció el embargo llevándolo hasta sus últimas consecuencias y reduciendo el flujo de inversiones extranjeras en el turismo. Preguntada por Cuba el 28 de enero, Psaki dijo: «Nuestra política hacia Cuba se rige por dos principios. Primero, apoyo a la democracia y los derechos humanos. Ese será el núcleo de nuestros esfuerzos. En segundo lugar, los estadounidenses, especialmente los cubanoamericanos, son los mejores embajadores de la libertad en Cuba. Así que revisaremos las políticas de la Administración Trump», añadió.
Price habló sobre la crisis en Venezuela en su rueda de prensa del miércoles, en la que reiteró que EE.UU. considera a Nicolás Maduro un dictador y que no negociará con el régimen. De momento, ni la Casa Blanca ni el departamento de Estado han anunciado postura alguna sobre sanciones en Cuba o Venezuela. Lo único que permite adivinar cierto cambio es que el nuevo asesor para el continente americano en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Juan Sebastián González, ha dicho a la cadena Univisión que las sanciones no funcionan si no van acompañadas de una estrategia diplomática. De momento, no está claro cuál es esa estrategia diplomática. Este diario ha pedido a González que aclare su postura en cuanto a sanciones, pero este se ha negado a responder.
El olvido de Iberoamérica queda patente también en la agenda del presidente. Como es habitual, las primeras llamadas extranjeras en el cargo las hizo Biden a los jefes de gobierno de los vecinos norteamericanos, Canadá y México en ese orden. Después llegaron las llamadas a homólogos en Reino Unido,