ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Iglesias, niñera y «bot» de Putin
Vladímir Putin, ayer durante la reunión telemática del Consejo de Educación y Ciencia de Rusia, en la que participó desde su residencia
Inspiradas por el titular ruso de Exteriores, las reflexiones de Pablo Iglesias sobre la calidad democrática de España llevaron ayer a José Luis Ábalos, conocido por su habilidad para evitar conflictos diplomáticos de naturaleza aeroportuaria o estática, a asegurar que «la normalidad democrática también permite elementos de anormalidad». El elemento de anormalidad al que se refiere el ministro de Transportes no puede ser otro que la propia figura del vicepresidente segundo, con el que en días como hoy comparte la mesa del Consejo de Ministros. Mientras Carmen Calvo se hace la ofendida, Ábalos formula paradojas y Pedro Sánchez permanece callado, la combinación de las dos sensibilidades que conforman lo que aparenta ser un Gobierno permiten a la opinión pública asistir a diario a la operación endógena de descrédito y derribo institucional que protagoniza Pablo Iglesias, que ayer se alineó con el Kremlin al asegurar –a rebufo de Serguéi Lavrov y en defensa de los presos separatistas que comparten mítines con etarras– que en España «no hay una situación de plena normalidad política y democrática». La normalidad que propone Iglesias –sometimiento del poder judicial, control informativo, intervención de la producción y el mercado, purgas ideológicas y nepotismo de chalé– se semeja tanto a la Rusia de Putin y Lavrov que simplifica mucho las cosas a quienes prefieren la anomalía que representa Navalni. Con Iglesias conectado y enchufado, cualquier trama rusa no pasa de ser un juego en red.