ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

En la pandemia no hay descansos

- L. C.

Sin casos positivos y con una gran capacidad de reacción y repliegue frente al Covid, Australia celebra desde ayer su Open de tenis sin restriccio­nes en las gradas. No hay ya billetes para la final a la que aspira Rafa Nadal. El resto del mundo, sin embargo, aún hace cola para lograr una entrada a la normalidad. España busca recintos en los que realizar campañas masivas de inmunizaci­ón mientras los ensayos clínicos se suceden en busca de nuevas vacunas, adaptadas a las variantes del virus, que amplíen la oferta necesaria para reactivar vidas y negocios. Los muertos se amontonan –ayer fueron 909 los fallecidos notificado­s por Sanidad– y la curva pandémica desciende sin prisa, no solo en España. Incluso en Estados Unidos, donde el ritmo de vacunación supera el millón de inoculacio­nes diarias, las autoridade­s temían que la Superbowl se convirtier­a en la reedición de un día de Acción de Gracias que en vísperas navideñas provocó miles de contagios. Hubo fiesta, pero televisada. Hubo baile, pero amortiguad­o en el descanso del partido por la flojera musical de Abel Tesfaye

(The Weeknd). Los más de 7.000 profesiona­les sanitarios que se quitaron la mascarilla en las gradas habían sido vacunados y fueron invitados por la organizaci­ón, en recompensa a su esfuerzo y sacrifico. El resto del público que acudió al estadio Raymond James de Tampa no tuvo más remedio que guardar las formas y las distancias. Queda pandemia hasta que podamos volver a jugar sin tiempos muertos.

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