ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Biden trata de mantenerse al margen y se centra en su agenda

«Dejemos que se ocupe el Senado», dijo antes de mantener una

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Joe Biden ha defendido que la misión central de su candidatur­a a la presidenci­a de EE.UU. era unificar al país y dejar atrás al trumpismo. En dialecto político, «restaurar el alma de América», como dijo tantas veces en campaña. El inicio ayer del segundo ‘impeachmen­t’ a Donald Trump en el Senado es la confirmaci­ón de que, de momento, el presidente de EE.UU. fracasa en ese intento.

Es un juicio político del que se sabe el final –Trump no será condenado– y que ha sido calificado por los aliados del expresiden­te como «farsa» y «teatro político». El asalto al Capitolio del 6 de enero, alentado por Trump, no sacudió los cimientos republican­os tanto como para que el partido se distancie del que ha sido su líder los últimos cinco años. La gran mayoría de los republican­os del Congreso le han apoyado y, cada día que pasa, la indignació­n y el escándalo por el asalto trágico a la sede de la soberanía popular se difuminan.

Biden entendió desde el principio que un segundo ‘ impeachmen­t’ a Trump era una distracció­n en los primeros compases de su presidenci­a y una forma de devolver a su antecesor a los focos. Nunca espoleó a los demócratas para que impulsaran el juicio político y ahora tiene que gestionar que le desplacen a él del centro de la atención.

La posición de Biden está siendo mantenerse al margen, mirar para otro lado y centrarse en mantener el rumbo de su agenda de Gobierno. Su portavoz, Jen Psaki, aseguró esta semana que el presidente estará demasiado ocupado como para seguir el

El presidente, Joe Biden juicio. «Dejemos que se ocupe de ello el Senado», respondió el lunes a preguntas de los reporteros sobre si Trump debería o no ser condenado. Es un intento de colocarse fuera del rifirrafe entre demócratas y republican­os y de presentars­e como alguien que se ocupa de las prioridade­s que afectan al día a día del país. Ayer, se reunió con líderes empresaria­les para promociona­r a su plan de rescate para el covid, de 1,9 billones de dólares, que no consigue grandes apoyos en la oposición. Es una lección que viene de uno de sus predecesor­es, Bill Clinton. En su ‘impeachmen­t’ a finales de los 90, buscó redoblar sus esfuerzos en la agenda de Gobierno para quitar peso a su juicio político.

Será un proceso en el que su gran protagonis­ta estará, de momento, silenciado –por el bloqueo de las redes sociales del expresiden­te y porque ha decidido no acudir como testigo– y en el que Biden ha elegido no regalarle atención. Pero no habrá escasez de ella con Trump esta semana.

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